A 8 años de su muerte, la esposa de Robin Williams reveló el calvario que vivió el actor antes de suicidarse: “Lo intentamos todo”
Susan Schneider relató cuáles son los extraños síntomas con los que tuvo que lidiar su esposo en el último tiempo y e hizo hincapié en la importancia de arribar a un rápido diagnóstico de la Demencia de Cuerpos de Lewy, la enfermedad degenerativa que padecía el protagonista de La sociedad de los poetas muertos
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Hace exactamente 8 años, una noticia conmovió al mundo entero: Robin Williams se había quitado la vida, a los 63 años. El actor, uno de los comediantes más reconocidos de su generación y más queridos por el público, se sintió acuciado por una serie interminable de síntomas que le imposibilitaban seguir trabajando, pero que también habían comenzado a dificultarle su vida cotidiana.
Si bien en 2020 en el documental Robin’s Wish se informó que el protagonista de La sociedad de los poetas muertos había estado lidiando con una enfermedad degenerativa denominada Demencia de Cuerpos de Lewy, recién esta semana la viuda del actor, Susan Schneider, brindó por primera vez detalles de cómo fueron los últimos meses del actor.
La mujer reveló que el hasta 2013, el estado de salud de Williams era óptimo, pero que en medio de la celebración de su segundo aniversario de bodas, comenzó a quejarse de un “malestar estomacal” que lo estaba poniendo ansioso. A ese síntoma le siguió un temblor en su mano izquierda que en un primer momento fue atribuido a una vieja lesión en el hombro.
Con el correr de las semanas, había experimentado una serie de dolencias aparentemente inconexas que desaparecían y volvían a aparecer. Aquel primer síntoma tuvo, además, derivaciones: el actor comenzó a sentir también calambres estomacales, problemas digestivos y acidez estomacal.
Luego se agregaron problemas en la vista, combinado con la pérdida del olfato. La suma de todas sus dolencias y la imposibilidad de que los médicos llegaran a un diagnóstico preciso, hizo que Williams, además, comenzara a desarrollar trastornos del sueño.
“Fue como un desfile interminable de síntomas, y no todos se hacían presentes a la vez. ‘¿Qué síntoma le toca este mes?’ Llegué a preguntarme si mi marido era hipocondríaco. Acudimos a todo tipo de especialistas, pero no había respuestas. Lo intentamos todo”, recordó Schneider.
La Demencia de Cuerpos de Lewy es una enfermedad neurodegenerativa que es señalada como la tercera causa de demencia después del Mal de Alzheimer y la demencia vascular. Sin embargo, a pesar de su incidencia, no fue tenida en cuenta por los médicos: el único diagnóstico que recibió el actor en vida fue erróneo: le aseguraron que tenía Mal de Párkinson.
En 2020, la viuda había explicado en una entrevista: “Robin y yo sabíamos que pasaba algo más, él estaba en lo cierto cuando me dijo, ‘yo solo quiero reiniciar mi cerebro’. En ese momento, le prometí que íbamos a llegar al fondo de todo, lo que no sabía es que eso ocurriría después de su muerte”.
En aquel momento había revelado que en el último tiempo, los doctores les indicaron que duerman en camas separadas, para que ambos pudieran descansar mejor, ya que él padecía de insomnio. “Él me dijo, ‘¿esto significa que estamos separados?’”, recordó. “Ese fue un momento shockeante, el instante en que te das cuenta que hay una especie de abismo entre vos y tu mejor amigo, tu compañero, tu amor. Ves realmente dónde se genera, pero te das cuenta que no está basado en la realidad. Fue un momento muy difícil”.
Tras la muerte de Williams, Schneider se propuso llevar luz sobre la enfermedad “fantasma” que no fue diagnosticada a tiempo. Por eso, luego de interiorizarse, comenzó a participar de conferencias en las que hace hincapié en la importancia de arribar a un pronto diagnóstico.
El año pasado, Zak, hijo del actor, también recordó cómo fueron sus últimos meses. “Lo que estaba atravesando no coincidía en nada con la experiencia de otros pacientes con Parkinson. Por lo que pienso que eso debe haber sido difícil para él”, indicó, refiriéndose al primer diagnóstico errado que recibió Williams.
Y agregó: “Había un problema de enfoque que lo frustraba, había problemas asociados con cómo se sentía y también desde una perspectiva neurológica no se sentía bien. Estaba muy incómodo”. Además, aseguró que la medicina le hacía más mal que bien: “Esas drogas [las que le daban para combatir el Parkinson] no son una broma. También son muy duras para la mente y el cuerpo”.
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