A 30 años de la muerte de Bárbara Mujica, el recuerdo de sus compañeros y amigos
Fue una actriz deliciosa, de trayectoria extraordinaria y belleza inusual. Formó parte de la generación de actrices del nuevo cine argentino, y en televisión integró mítico "clan Stivel". Bárbara Mujica murió 1 de agosto de 1990, a los 46 años, pero dejó una huella indeleble en sus compañeros y en el público.
Hija de la también actriz Alba Mujica y sobrina del director René Mujica, su destino parecía marcado. Había nacido el 13 de marzo de 1944 y, con apenas tres años, participó del cortometraje El muro. A los 14 protagonizó Edad difícil (1956) y luego Demasiado jóvenes (1958), ambas dirigidas por Leopoldo Torres Ríos; el protagonista de esas películas era Oscar Rovito, que poco tiempo después se convirtió en su marido y padre de sus hijos Gabriel y Pablo.
Hizo 16 películas, entre ellas La casa del ángel (1957), de Leopoldo Torre Nilsson; Quinto año nacional (1961) y Los que verán a Dios (1963), ambas de Rodolfo Blasco; Las ratas (1963), de Luis Saslavsky; Los guerrilleros (1965), de Luca Demare; Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976), de José Martínez Suárez; Gracias por el fuego (1984), de Sergio Renán; y Malayunta (1986), de José Santiso. "Hicimos una excelente película en Checoslovaquia que se llamaba Debajo del mundo (1987), y narraba la vida de una familia judía que aguantaba el avance de los nazis viviendo en un pozo y comiendo remolacha, dirigida por Beda Docampo Feijóo y Juan Bautista Stagnaro. Una experiencia alucinante con gente muy linda. Recuerdo que hacía mucho frío pero la pasamos tan bien... Además filmamos juntos Gracias por el fuego", rememora Víctor Laplace, emocionado, en diálogo con LA NACION.
"Bárbara fue una persona con la que trabajé mucho y a la que quise mucho. Bueno, todos la queríamos muy bien porque era extraordinaria. Era una actriz enorme, y una persona con una capacidad de razonamiento muy excepcional, además de tener una gran alegría, una gran sonrisa y una gran carcajada. Cuando murió su mamá, ella se deprimió mucho, se entristeció y a partir de allí tuvo momentos difíciles, antes de llegar a su muerte. No quiero detenerme en eso, sino apoyarme en todo lo que hizo por la gente y por los amigos", recalca el actor.
"Era de una belleza muy particular. Nunca se tiñó el pelo, ni se hizo cirugías y era tan bella, tan bonita persona que daba placer estar con ella. Tiene dos hijos extraordinarios y una vida intachable. Da pena no tenerla ahora con nosotros, estaríamos haciendo cosas. Seguro. En televisión hicimos La dama de las camelias (1973), en Canal 9, con dirección de David Stivel, que además era su marido. Me acuerdo que discutían mucho. Eran épocas en que discutíamos todo con mucho fervor. Pero sobre todo recuerdo la alegría y la pasión que fue hacer esa serie. Fui muy feliz haciendo ese trabajo", resalta Laplace.
El legendario Clan Stivel
Además de La dama de las camelias, Mujica hizo la novela El amor tiene cara de mujer (1964), de gran éxito, y la miniserie Los gringos (1984), Ruggero (1983), Ficciones (1987)y el ciclo Atreverse, de Alejandro Doria. En la novela Duro como la roca, frágil como el cristal (1985) compartió escenas con Pablo Alarcón. "Era una estupenda actriz y hermosa. Una cara fuerte, angulosa. También hicimos Alta comedia. Y la conocí socialmente además, porque compartimos varias cenas. Recuerdo una en la casa de Duilio Marzio, en la que yo cociné. Bárbara era muy inteligente, buena lectora: la recuerdo siempre con un libro. También tuve la suerte de trabajar con su madre. Eran de ese tipo de actrices que aparecen cada tanto, significativas. Caras para no olvidarse y personas para tener en el corazón", relata el actor.
En 1965, hizo Hamlet en televisión, junto a Alfredo Alcón, con dirección de David Stivel, de quien se enamoró y con quien estuvo en pareja hasta 1976. A partir de entonces, Mujica se sumó al prestigioso grupo Gente de Teatro, integrado por Norma Aleandro, Federico Luppi, Marilina Ross, Carlos Carella, Emilio Alfaro y Juan Carlos Gené. En teatro, "el Clan Stivel" hizo obras como El rehén y Todo en el jardín, en cine se destacó con Los herederos (1970), pero fue en la televisión donde dio mucho de que hablar: Cosa juzgada (1969) fue un ciclo de prestigio que tuvo alto rating, recibió muchos premios y contó con autores de la talla de Griselda Gambaro, Roberto Cossa, Carlos Gorostiza. Al igual que sus compañeros, Bárbara estuvo impedida de trabajar en televisión durante la última dictadura y hasta el regreso de la democracia.
Murió de un infarto a los 46 años, cuando todavía seguía impactando por su talento, su belleza y su tono de voz grave. Su último trabajo fue en Loraldía, el tiempo de las flores (1991), película dirigida por Oskar Aizpeolea que le valió el Cóndor de Plata a la mejor actriz.
Mamá y compañera
Su hijo Pablo Rovito fue uno de los productores de la película Loraldía: "Trabajar con ella fue un regalo de la vida, una experiencia extraordinaria. Tuvimos una buena relación de trabajo y el resultado fue excelente. Lo que pudo decir de mi mamá es que, a treinta años de su muerte, me dejó las puertas abiertas: a todos los lugares adonde voy, alguien que me recibe con una sonrisa. Ojalá pueda dejarles eso a mis hijos".
Gabriel Rovito, su otro hijo, compartió con Bárbara escenarios en teatro, cine y televisión. "En cine hicimos Debajo del mundo; en teatro hice Domesticados, de Aida Bortnik, en el Astral; y en televisión hicimos Los gringos, en ATC, una miniserie que hizo Stivel cuando volvió al país, que narra la historia de tres generaciones de gringos", dice. "Lo que más recuerdo de mi mamá son las largas charlas que teníamos hasta altas horas de la noche, en un bar, tomando un café, o en alguna peña folklórica. Nuestra relación era muy amorosa. Ella tenía 17 años recién cumplidos cuando yo nací y nos criamos juntos, prácticamente. A veces parecíamos más hermanos que madre e hijo".
"Una vez yo estaba pasando un mal momento y ella estaba preocupada, me preguntaba qué tenía ganas de hacer. Y le respondí que quería ir a Mar del Plata", cuenta Gabriel. "Agarramos el auto, fuimos unos días, nos despejamos, volvimos y retomamos la vida desde otro lugar. Ese era el tipo de relación que teníamos. Teníamos mucha confianza y la vi hasta el día anterior a su muerte".
"Fuimos amigas desde que éramos muy chicas. No recuerdo bien el día que la conocí, pero creo que teníamos la misma edad. Era una persona bella y maravillosa y una actriz de un nivel que tienen pocas que he conocido. Era sensible, pensante, creativa", asegura Graciela Borges. "Ella iba a protagonizar Crónica de una señora y no pudo porque el grupo Stivel estaba haciendo Cosa juzgada, que era maravilloso pero ensayaban mucho y grababan muchas horas. Entonces Raúl de la Torre me llamó para hacerla. Acababa de nacer mi hijo Juan Cruz, y cuando terminé de filmarla le dije ella lo hubiera hecho maravillosamente bien. No sé si mejor que yo, eso jamás se sabrá", apunta.
Borges describe a Mujica como "una actriz deslumbrante y una buena persona". "Cuando rompí bolsa estaba en un asado en su casa y empecé a sentirme mal, me fui a mi casa y ella se preocupó todo el tiempo por saber cómo estaba. A través de los años fui viendo su crecimiento actoral. Fue un regalo para mí que a veces me llamara y me dijera: 'Me vi en una tapa de una revista y cuando me acerqué eras vos'. Porque a mí me pasaba lo mismo con ella. Teníamos cierta similitud, lo cual me honra. Es una persona muy importante en mi vida", afirma.
"La conocí en alguna reunión en la casa de Gabriel Rovito, que trabajó conmigo en Los chicos de la guerra", le cuenta Emilia Mazer a LA NACION. "Después me tocó compartir el primer episodio de Atreverse, 'Alta en el cielo', de Nelly Fernández Tiscornia, que dirigió Alejandro Doria. En ese capítulo yo hacia de la hija del personaje de Alicia Bruzzo, que tenía una gran escena con Bárbara en el centro de la obra. Fue una escena maravillosa, un hermoso trabajo. También compartimos alguna cena, porque después de grabar con Doria siempre íbamos a cenar. Hemos hablado y recuerdo una charla en especial en la que pensé 'qué mujer sensible'. Era una mujer de una extrema sensibilidad, y bella como pocas. Eran mis primeros tiempos laborales y la veía como una actriz de las ya consagradas, que siempre admiré y desde ese lugar compartí trabajo con ella".
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