30 años sin Freddie Mercury: curiosidades, sus últimas fotos, su paso por la Argentina y sus turbulentas pasiones
Enfermo de VIH, el legendario artista murió un día como hoy de 1991, a causa de una bronconeumonía
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Treinta años se cumplen hoy de la muerte de Freddie Mercury y su música sigue siendo la banda sonora de la vida de varias generaciones. Técnicamente magistral, el cantante británico nacido en Tanzania se convirtió en una de las principales voces del siglo XX. Prolífico compositor, arreglista, productor y performer, el artista fue, también, el protagonista de un auténtico torbellino emocional a lo largo de su vida.
La estrella que estuvo al frente de Queen desde 1970 hasta su muerte en 1991 -a los 45 años y a causa de una bronconeumonía tras haber sido diagnosticado de VIH-, desafió muchos de los cánones predominantes del pop y del rock y rompió con creatividad los límites artísticos, asumió riesgos que trascendieron lo musical y que lo convirtieron en una figura tan adorada como vulnerable.
La vida de un hombre que amó demasiado
“Arreglá bien mi pelo ese día y maquillame, como siempre”, le pidió a su asistente y amigo íntimo Peter “Phoebe” Freestone. Seleccionó la lista de canciones para su funeral; dividió sus bienes entre sus seres más queridos: Mary Austin, su exnovia y amiga incondicional, Jim Hutton, su última pareja, sus padres y su hermana; destinó un gran porcentaje de su fortuna a la creación de una fundación de lucha contra el sida y se aseguró de que, una vez cremado, Mary esparciera sus cenizas en un lugar que sería un secreto entre ella y su memoria. Tras ello, se dispuso a ‘partir’.
Un día antes de dar su último suspiro, se dirigió al mundo que había conquistado con su música veinte años atrás: “Siguiendo la enorme conjetura de la prensa de las últimas dos semanas, es mi deseo confirmar que padezco sida”, dijo. Horas más tarde, las radios y la televisión de los rincones más recónditos del globo transmitían los éxitos de Queen sin parar, y Garden Lodge, su hogar en Londres, y la ciudad de Feltham, donde residían los padres de Mercury, se convertían en improvisados altares a un artista que ya era legendario. Brian May, Roger Taylor y John Deacon subieron a la carroza fúnebre conteniendo las lágrimas para esconderlas del ojo de los paparazzi. Sabían que Freddie tenía sida desde 1987, cuando se lo diagnosticaron, y desde entonces sabían que moriría.
“Él pensaba que una vez que no pudiera grabar más, sería el fin. Porque sin la música no podía enfrentar la enfermedad”, relató tiempo después Mary Austin, testigo de la infatigable pasión por el trabajo del cantante. Y agregó: “Entonces decidió que era el momento de partir”. Los que lo acompañaron en su agonía respaldaron estos dichos: Freddie pidió no tomar más la batería de medicinas que lo mantenían en pie porque su calidad de vida era casi nula.
Mercury se autodefinía como “un tipo aburrido”, pero nadie avaló jamás ese comentario. Cada ocurrencia suya se convertía en éxito e instaló el bigote como moda y como sello distintivo de su imagen para la posteridad. Admirador de John Lennon, de Andy Warhol y de Liza Minnelli, acuñó la idea de apelar a un fin teatral en sus espectáculos: quería enloquecer al público, quería que no pudieran dejar de mirarlo. Provocar. Conmover. “We will rock you” habla de esa filosofía.
De ascendencia persa, había nacido en Zanzíbar el 5 de septiembre de 1946, en el seno de una familia parsi, tribu de origen hindú practicante del zoroastrismo, religión preponderante en el país que condena la homosexualidad, y no habría excepción alguna con el líder de Queen. Dibujaba como un verdadero artista plástico y estudió diseño gráfico en Londres, ciudad que dio rienda suelta a su ansia de excentricidades: allí podía vestir como quisiera y usar el pelo largo sin ser cuestionado. “Se comportaba como una estrella. Se vestía con ropa exótica y llamaba la atención”, diría más tarde Brian May sobre sus primeros encuentros con el extravagante Freddie.
Mary Austin fue el amor de su vida. “La conocí en un recital y como era muy tímido no me animaba a acercarme a ella. Salimos un par de veces, pero ella también era tímida así que nos despedíamos con un beso en la mejilla y nada más. Freddie me dijo que le gustaba así que decidí presentarlos. Creo que lo de ellos fue amor verdadero”, contó May sobre el vínculo entre Mary Austin y Mercury. Ambos eran tímidos, y en esa introversión encontraron una conexión única. Cinco meses después de conocerse se mudaron juntos y convivieron durante seis años.
“En los últimos tiempos notaba que algo le pasaba. No era el Freddie que yo conocí. Se sentía incómodo y evitaba verme”, relató la propia Austin, quien vive en la actualidad en la mansión georgiana que Freddie tanto amó, Garden Lodge. Tras reconocer su homosexualidad ante Austin, se sintió liberado. En palabras de ella, “volvió a ser el Freddie de antes”. Dejaron de convivir pero permanecieron juntos por siempre. El fue el padrino de su hijo mayor, Jamie, a quien le dedicó toda su atención. Ella lo acompañó hasta sus últimos días, incondicionalmente. Hoy, Mary duerme en la enorme habitación amarilla que otrora veía despertar todos los días a una de las leyendas del rock más grandes de todos los tiempos. Ella recibió la mayor parte de su fortuna y hoy dirige la fundación Mercury Phoenix Trust de lucha contra el sida.
Jim Hutton, su última pareja. Jim no sabía nada de música ni de músicos. Era un barbero irlandés y trabajaba en el hotel Savoy de Londres. Allí solía cruzarse con estrellas internacionales a las que no reconocía. No andaba en esos temas. Un día, tomaba unas cervezas con su novio de ese entonces cuando un hombre, aprovechando que su partenaire se había levantado para ir al baño, se le acercó y le invitó un trago. Jim lo echó sin miramientos y le contó a su pareja lo ocurrido. “Es Freddie Mercury”, le contestó su novio, orgulloso de que semejante personalidad se hubiera fijado en su chico. El tiempo pasó y quiso la vida que se volvieran a encontrar en el mismo bar. Hutton estaba solo en esa ocasión y decidió aceptar el coqueteo de Freddie. Pasaron esa noche juntos. Y otra. Y otra... La casualidad, Cupido y su flechazo, el destino, cualquiera sea el responsable de ese encuentro datado en 1983, fue más que atinado. Jim Hutton acompañó a Freddie hasta el fin de su vida. Recibió el diagnóstico de que era portador del VIH luego de que Mercury conociera el suyo. Sin embargo, nunca desarrolló la enfermedad. Falleció en 2010, víctima de cáncer.
Algunas curiosidades en la historia del cantante
La vida del músico estuvo llena de curiosidades no muy conocidas. En primer lugar, su nombre no era Freddie, ni nació en Inglaterra. En rigor, Freddie Mercury era el nombre artístico de Farrokh Bulsara, y si bien residió en Inglaterra la mayor parte de su vida y forjó allí su carrera artística, nació en Stone Town, Zanzíbar, actual República Unida de Tanzania. El país, ubicado en la costa este de África Central, aún era colonia británica cuando nació el vocalista de Queen y se trasladó de pequeño con su gente a Londres en plena lucha independentista.
Fue bautizado “La Reina” por sus compañeros de estudios, debido a su voz temblorosa y sus gestos amanerados, y también fue Larry Lurex, nombre artístico que utilizó en 1972 para un proyecto musical de los estudios Trident (donde Queen grabó su primer disco). Freddie utilizó ese seudónimo para prevenir confusiones porque casi en simultáneo grababa el debut discográfico de Queen. El alter ego elegido es un juego de palabras entre el nombre artístico de la estrella de glam rock Gary Glitter y de la lana metálica Lurex. Con ese seudónimo grabó dos canciones: “I Can Hear Music” y “Goin’ Back”.
Compuso un tema para uno de sus gatos. El cantante amaba a los gatos. De hecho, hubo tres que fueron los más importantes de su vida: Tiffany, Oscar y Delilah. Tanto los quiso que en el último disco de Queen, Innuendo, le dedicó un tema a uno de ellos: “Delilah”.
Canciones de su etapa solista
“No voy a ser una estrella de rock. Voy a ser una leyenda”, prometió el frontman de Queen en vida. Y cumplió. Por eso, aunque falleció hace ya 30 años, el mundo sigue celebrándolo. Entre los temas más elogiados de su trayectoria como solista, destacan “Barcelona”, “I was born to love you”, “The Great pretender”, “Living on my own”, “How can I go on” y “Time”.
El recuerdo de la gira de Queen por Argentina
El pasado febrero, se cumplieron 40 años de la gira de Queen por la Argentina, un hito en la historia de la banda y del rock en Sudamérica. Era el año 1981 y el país se encontraba en plena dictadura cívico-militar, régimen que intentaba ablandar su imagen y sus horrores con la incorporación de algunos elementos democráticos, como sería la posibilidad de asistir a un concierto de rock. Enemigos de las multitudes, no es que no hubieran permitido ningún show hasta ese momento, pero sin dudas no lo habían hecho con algo de esta magnitud. Ni Santana en 1973, ni Joe Cocker en 1977, ni The Police en 1980, habían alcanzado ese status.
No había infraestructura en el país –escenario, sonido, luces, electricidad– a la altura de lo que implicaba un show de Queen. El motivo era simple: nunca se había hecho nada igual. Cada escenario tardaría 20 días en armarse, y se hacía en base a unos planos que había dejado la empresa Acrow, especializada en armados tubulares. Se montaron estructuras simultáneas en Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata, y después se sumaban las luces y el sonido que traía la banda, en aviones 747 fletados especialmente desde Japón. La producción de ellos quería radios –o lo que hoy se llama handys– para comunicarse dentro del estadio, que hubo que traer de fuera. Los vehículos también fueron un tema: estaban acostumbrados a usar limusinas, y eso acá eso no existía.
Queen llegaba a la Argentina en su apogeo, con varios hits en su haber y con la presentación de un disco como The Game. En aquel momento, la formación era más famosa que Diego Maradona. En el último de los conciertos que dieron en el país, el 8 de marzo de 1981, el jugador se subió al escenario, presentado por el propio Mercury. Antes se habían sacado las hoy célebres fotos en camarines, con Maradona con una remera con la Union Jack que le había dado May, y Mercury con la camiseta de la Selección Argentina. Una rareza, dado que el fútbol y la música eran expresiones que no se mezclaban del mismo modo que lo hacen hoy.
Las últimas fotos del artista
Tres meses antes de su muerte, en 1991, Jim Hutton, la última pareja del cantante, le hizo unas fotos en el jardín de su casa. Sin saberlo, serían sus últimas imágenes, tomadas el 28 de agosto de ese año. “Quería que retrocediera, para que no fuera un primer plano. Luego posó mientras yo tomaba cuatro fotos, y sacó una sonrisa para cada una. Estaba tan pálido que sabía que no se veía lo mejor posible, pero no me importó; de todas las fotos que tengo de Freddie, esas son las que más amo”, contó el autor de los retratos. Desde que Freddie se enteró de su condición de portador de VIH en 1987, pasaron solo cuatro años para que una bronconeumonía fuera la causa secundaria de su triste desaparición de este mundo.
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