25 años sin Kurt Cobain, un músico asediado por la depresión, el éxito y las drogas
"Si después de conseguir todo lo que querías, aún así te sentís tan miserable que querés pegarte un tiro, hacelo". Pragmático como siempre, Johnny Ramone opinaba sobre la muerte de Kurt Cobain en una entrevista con la radio holandesa Toazted. Aunque la simplificación del guitarrista de los Ramones es extrema, no deja de graficar lo inexplicable que resultó para el mundo entero la noticia del suicidio del líder de Nirvana. El músico había terminado con su vida el 5 de abril de 1994 y su cadáver fue hallado recién cuatro días después.
Para ese momento, y de manera unánime después fe la separación de Guns N' Roses en 1993, Nirvana era la banda de rock más importante del planeta. Formados en Seattle, eran la cara más visible del grunge, ese género multiforme que revitalizó el punk a fuerza de combinarlo con el rock clásico de Neil Young y la enjundia del heavy metal. De todas las bandas de la movida (Pearl Jam, Soundgarden, Alice In Chains y siguen las firmas) nadie lo hacía como ellos: un trío que en vivo sonaba con una energía descomunal y que cuando se desenchufaban podían desnudar sus canciones hasta dejar visible la belleza de sus melodías.
Al frente del trío que completaban Dave Grohl en batería y Krist Novoselic en bajo, se encontraba Kurt Cobain, un líder esquivo que se había vuelto un ícono de masas. Entre su belleza irresistible para MTV, su garganta irrompible, su talento para componer hits efervescentes y los demonios internos de una infancia dura que se hacían cada vez más visibles, reunía todo lo que se necesitaba para ser una estrella de alcance mundial. Pero la fama fue su peor enemiga.
Después de haber dado el salto definitivo con Nevermind (1991) y su corte de difusión "Smells Like Teen Spirit" -el gran himno de la generación x-, Cobain se vio en la cima del mundo, y sintió un vacío tan grande que sólo encontró como salida entrar en un espiral ascendente hacia la autodestrucción. Entre la gira presentación del disco, su matrimonio con Courntey Love (líder de Hole) y el nacimiento de su hija Frances, 1992 fue un año clave para el cantante. Como dijo Johnny Ramone: lo tenía todo. Pero la depresión que sufría desde niño, y que él achacaba al divorcio de sus padres, jamás se fue y el consumo de heroína y alcohol aumentó de manera exponencial. Su conducta se volvió errática tanto arriba como abajo del escenario y de a poco se fue aislando, tanto de sus compañeros de banda como de su familia.
Aunque al año siguiente Cobain no dejó de trabajar, las cosas no mejorarían para él. Ni la salida de In Utero en septiembre ni la grabación del MTV Unplugged en noviembre (se editaría recién un año después) lograron enfocarlo. Su relación con Courtney Love se volvió cada vez más conflictiva y la exposición a la que los sometió la prensa se volvía insostenible para ellos. El mundo exterior, sin embargo lo veía a él como un referente generacional y a Nirvana como la banda llamada a ser la más grande de la década. La presión fue en aumento y su psiquis colapsó. El indicador más grande del colapso se había activado en julio, cuando su esposa tuvo que inyectarle naloxone para reanimarlo de una sobredosis de heroína antes de dar un show en Nueva York.
Si la gira de Nevermind había sido problemática, la de In Utero lo sería aún peor. En medio de su tour por Europa, Courtney Love volvió a encontrar a su marido inconsciente en su habitación de hotel y todos los shows siguientes fueron cancelados. Más heroína, más alcohol y más drogas recetadas llevaron a que el músico por fin acepte ser internado para rehabilitarse a fines de marzo de 1994. Sin embargo, se escaparía apenas una semana después de iniciado el tratamiento y volvería a Seattle. Una semana más tarde fue hallado sin vida en su casa, tenía 27 años.
"Ya hace demasiado tiempo que no me emociono ni escuchando ni creando música, ni tampoco escribiéndola, ni siquiera haciendo Rock'n'Roll", escribió Cobain en la carta que dejó a modo de despedida. "Me siento increíblemente culpable. Por ejemplo, cuando se apagan las luces antes del concierto y se oyen los gritos del público, a mi no me afectan tal como afectaban a Freddy Mercury, a quien parecía encantarle que el público le amase y adorase. Lo cual admiro y envidio muchísimo. No los puedo engañar, a ninguno de ustedes. Simplemente no sería justo ni para ustedes ni para mí. Simular que me lo estoy pasando el 100% bien sería el peor crimen que me pudiese imaginar".
En el mismo texto, más adelante, haría también referencia a su familia: "¡Dios mio! ¿Por qué no puedo disfrutar? ¡No lo sé! Tengo una mujer divina, llena de ambición y comprensión, y una hija que me recuerda mucho a como había sido yo. Llena de amor y alegría, confía en todo el mundo porque para ella todo el mundo es bueno y cree que no le harán daño. Eso me asusta tanto que casi me inmoviliza. No puedo soportar la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra, miserable y autodestructiva como en lo que me convertí yo. Lo tengo todo, todo. Y lo aprecio, pero desde los siete años odio a la gente en general.. Sólo porque a la gente le resulta fácil relacionarse y ser comprensiva. ¡Comprensiva! Sólo porque amo y me compadezco demasiado de la gente. Gracias a todos desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo por vuestras cartas y vuestro interés durante los últimos años. Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión. Y recuerden que es mejor quemarse que apagarse lentamente".
Conocida la noticia que generó conmoción en todo el mundo, la muerte de Kurt Cobain marcó el fin de una época. Sus canciones fueron tanto una catarsis momentánea para él como una marca indeleble en una generación que se identificó con ellas. Y aunque desde entonces el rock ya no sería igual, la rueda de la cultura de masas no para nunca: apenas tres días después, el 11 de abril de 1994, Oasis editaba "Supersonic", el single que marcó el despegue de los hermanos Gallagher y que puso al britpop en el centro de la escena que durante los años anteriores había ocupado el grunge.
A 25 años de su muerte, Kurt Cobain sigue siendo una figura clave para la historia del rock. El dolor, la liberación y sus tensiones internas se escuchan en los pliegue de su voz arenosa cada vez que suenan sus canciones. Su suicidio, en tanto, aún funciona como una alarma. La exposición y la presión que sufren las estrellas globales cuando se las enaltece y se hace de sus vidas privadas un show mediático puede tener consecuencias catastróficas, y es algo de lo que la cultura pop y el mundo del espectáculo todavía deben aprender.
Otro Ramone, Joey, fue consultado también por la muerte de Kurt Cobain apenas un mes después del hecho. "El suicidio no resuelve nada", le dijo al Ruso Verea en una entrevista para Much Music. "Todos tenemos nuestros demonios y tenemos que luchar contra ellos, de eso se trata la vida. Pero es una lástima. Lo que que pasó con Cobain es una gran pérdida para los más chicos". Pasaron 25 años y esta pérdida todavía se siente.
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