Entrenamiento, constancia y unas ganas irrompibles de ser la mejor: la Peque se colgó la de Oro en los Juegos de Río y va por más
Antes de ser medallista dorada en la categoría de menos de 48 kilos de judo en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, Paula Pareto se llevó el bronce en Pekín 2008 y terminó quinta en Londres 2012. Tiene 30 años y practica el arte marcial japonés desde los nueve. Fue Olimpia de Oro en 2015. Uno podría pensar que ya está, que lo que se podía ganar, ya se ganó. Que una vez en lo más alto, sólo se puede bajar. Y sin embargo... “Siempre hay algo por delante”, dice ella. “¿Por qué no se puede repetir?”
La Peque sabe de metas que una vez alcanzadas se convierten en un nuevo punto de partida. Sus años recorriendo los casi cien kilómetros que separan San Fernando de La Plata en colectivo la convirtieron en la Dra. Paula Pareto, traumatóloga. Y, a partir de ahí, otro comienzo: una residencia que hoy la tiene ocupada de 6 a.m. a 6 p.m. y que, con todo, no la aleja del entrenamiento. “Una se prepara con vistas a lo que viene, a ganarle al que se ponga adelante, sea en el torneo que sea”, dice. Así es la vida de Paula Pareto: todo transcurre en segundo plano mientras trabaja para ser la mejor.
Después de tu medalla nos cansamos de leer que los “millonarios del fútbol” tendrían que aprender de tu ejemplo. ¿Cómo te caen esas comparaciones?
No me caen ni bien ni mal. Son comentarios, cada uno tiene derecho a opinar. Me comparan mucho con futbolistas porque yo soy amateur y ellos son profesionales, pero, a la hora de competir, somos todos iguales. Todos salimos a ganar. No creo que ningún jugador de fútbol salga a perder ni mucho menos. No es que dicen: “Bueno, a mí me pagan, así que no me importa nada”. Es una cuestión de amor a la camiseta y, sobre todo, de amor propio. No pasa por la plata sino por la bandera.
¿Cómo explicás esta obsesión argentina con “poner huevo”, como si el entrenamiento, la preparación, el talento o la estrategia fueran secundarias y el “aguante” definiera todo?
La preparación es fundamental, por supuesto, pero si no le ponés huevo, ese esfuerzo lo tirás a la basura. Los argentinos marcamos mucho esa diferencia y de hecho a mí me gusta que sea así. Todos podemos llegar al mismo nivel de entrenamiento y de preparación física y mental. Entonces lo que termina de inclinar la balanza es una diferencia muy pequeña, que en nuestro caso es ponerle más ganas que el otro.
¿Cómo te llevaste este año con el hecho de salir a la calle y que te reconozcan?
Me da un poco de vergüenza, pero la gente se pone contenta y eso me gusta mucho. Está bueno poder sacarle una sonrisa a alguien simplemente con una foto. Todavía me resulta muy loco, pero si me pongo a pensar un minuto, digo: “Es una pavada, no me cuesta nada parar a saludar”.
¿Se hace difícil manejar el ego siendo la mejor del mundo en lo tuyo y además famosa?
La verdad es que no. La exposición o los logros deportivos no me van a cambiar. Yo soy de la misma manera, y si la gente siente más o menos admiración, es algo suyo. Si le puedo dar una alegría, genial. Pero sigo siendo la misma y entrenando igual que siempre.
Ronda Rousey viene del judo como vos y es una estrella mundial de las artes marciales mixtas. ¿Nunca te tentaron para pasarte a la UFC?
No, no me tentaron. Pero igual no me gusta para nada. Es un deporte que está por fuera de lo normal. Lo puedo llegar a ver, pero no es algo que me llame la atención como para hacerlo. Además, en el judo no hay golpes.
¿Algún político se quiso subir a tu logro?
No. Bah, algún acercamiento hubo, pero nada concreto, porque a mí no me interesaba.
¿Y la movida mediática cómo la manejaste? Te habrán llegado invitaciones insólitas...
Hay de todo, pero una tiene que saber elegir adónde le gustaría estar y adónde no. Ver bien qué es lo más importante para una. Obviamente que llega cualquier invitación, pero hay que saber decir que no.
¿Adónde te invitaron?
A islas paradisíacas.
¿Y dijiste que no?
Tengo otras metas en mi cabeza.
Por tu perfil, uno no esperaría encontrarte posando desnuda en el Body Issue de la revista de ESPN. ¿Cómo te convencieron?
Costó bastante. Me convencieron entre mis amigos, como una manera de superar mis miedos. Había un marco deportivo, y a partir de ahí pensé: “¿Por qué no?”. Yo siempre tuve problemas con el hecho de tener músculos por hacer deporte, y la idea de la revista era justamente ésa: mostrar cuerpos de deportistas. Había que superar ese miedo... y me animé. Pero la verdad es que no lo volvería a hacer.
¿Te molesta que se hagan notas sobre los cuerpos de los atletas, especialmente de las mujeres, durante los torneos?
Más o menos. Depende de cómo lo tome cada uno. Hay de todo, hay olas. Lo que te hace bien depende de vos, no de lo que digan los otros. Si no querés, no tenés por qué prestarles atención a esas opiniones.
Ahora que tenés la Medalla de Oro, ¿cuál es el objetivo más cercano?
El año que viene es muy tranquilo, hay tres o cuatro competencias. Así que la idea es dedicarle un poco más de tiempo a la medicina. Quiero mantener mi nivel deportivo, obvio, pero también darle más tiempo a lo que en este momento lo precisa.
¿Hasta qué edad se compite en el judo habitualmente?
35, 36, 37... Depende de los pesos y de cómo vaya llevando la vida deportiva cada uno.
O sea que te vamos a ver en los próximos Juegos Olímpicos defendiendo el oro...
Eso seguro.
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