Perla guaraní: un relato sensible en tierras fantásticas
Autora: Gabriela Pastor / Versión y dirección: Fabián Díaz / Actúan: Gabriela Pastor y José Andrés Pawlin / Músico: José Pawlin / Luces: Omar Possemato / Escenografía y vestuario: Julieta Italiano / Sala: Espacio Polonia (Fitz Roy 1477) / Funciones: jueves, a las 21 / Duración: 45 minutos / Nuestra opinión: buena
La potencia expresiva de la lengua bárbara marca la frontera y crea espacio, el otro lugar al que los espectadores turistas no pertenecemos. Una mujer, machete en mano, vestida en capas entre la prostituta y la amazona, nos acerca en retazos sus sueños desbarrancados del Litoral. La espesura sensorial de estos cuentos de la selva cuasi fantásticos y la sonoridad del guaraní construyen los sustentos de la primera obra escrita por la actriz y bailarina Gabriela Pastor, adaptada y dirigida por Fabián Díaz.
A Perla le tocó crecer del lado negro del río. Hay límites que no pueden cruzarse porque están inscriptos en el cuerpo, porque el tren con pasajeros inalcanzables nunca se detiene, porque hay puertos adonde solo llega la fatalidad. Paraguaya, abandonada por el padre, desgraciada en el amor, vende zapatitos que nadie compra. Quería ser cantante como Ramona Galarza pero no alcanzó. Corrientes siempre estuvo cerca para el chamamé y las figuras de oro con las que se haría escabeche, dice ella, voz del desamparo gestado en la Guerra de la Triple Alianza: a todas esas referencias enlaza el texto.
En una pared, el mapa de Sudamérica; en el piso, un cuero de vaca; al fondo, la guitarra del Ciego, descalzo (el músico José Andrés Pawlin); por la ventana abierta, la noche entra: Pastor se apropia del espacio y lo multiplica con su lengua extraña, la entonación de tierra adentro, las descripciones exuberantes. Pero esa intensidad se corta algo abruptamente. Originada en uno de los cuadros del Laboratorio de Creación 1, a cargo de Ricardo Bartís y producido por el Teatro Nacional Cervantes, en 2017, el viaje de Perla se cierra dejando sabor a algo más.