Pedro Aragona, el "Dieguito" de Regalo del cielo que pasó por la función pública
El video es de 2014. Un medio local de General Las Heras entrevista al Director de Empleo del municipio, que explica de frente a cámara durante más de tres minutos los detalles de la reciente publicación de una bolsa de trabajo para personal en casas particulares. Una iniciativa destacable que -sin embargo- pasa desapercibida en los comentarios, que eligen hablar del pasado del protagonista. "¡Mi amor, me caso!", dice Titi, y Lucas acota: "Qué grande loco. La pregunta que todos se hacen es ¿por qué no seguiste la carrera de actor?". Hay una explicación para esto: el funcionario es Pedro Aragona, la versión adulta de "Dieguito", aquel nene rubio de ojos turquesas que a los nueve años hablaba con su padre fallecido (interpretado por Pablo Alarcón) en Regalo del cielo, un éxito con más de 40 puntos de rating.
Los que crean que la tira de Canal 9 fue el debut de Pedro en la pantalla se sorprenderán con esta revelación: "Cuando nací fui el bebé de El groncho y la dama". El sketch de Hugo Arana y Cristina del Valle en Matrimonios y algo más (que después tuvo su propio spin off) fue el principio de una pasión por la tele que heredó de sus padres: "A mis viejos siempre les gustó participar en programas. Mi papá trabajaba como actor haciendo bolos. Mi mamá se ganó un Rambler Ambassador en Feliz domingo", cuenta.
Un día, el recordado Raúl Rossi apareció en un institucional del canal de Alejandro Romay convocando a niños de entre 7 y 10 años para un casting: "Yo vi el aviso y le dije a mi papá que quería ir. Salió de mí, no fue que mis viejos me arrastraron". Durante una semana fueron y volvieron entre su Marcos Paz natal y la Capital, mientras veían cómo la feroz competencia se iba achicando: "De 2500 quedaron 50. A esos 50 les tomaron una entrevista personal y luego de esa entrevista vino el casting. Me acuerdo que durante la audición me equivoqué con la letra y golpeé el sillón, y eso les llamó mucho la atención a los productores. Largué una puteada y golpeé, y me dijeron ‘hacelo de vuelta’". Ahí le mintieron: supuestamente la siguiente entrevista sería con otros dos postulantes, pero al llegar al canal sólo estaba él: el papel era suyo.
El primer capítulo de Regalo del cielo salió al aire el 4 de marzo de 1991. Hasta el 3, Pedro era otro nene lindo e histriónico del Gran Buenos Aires; el 5 era un actor famoso. "Me saludaban de auto a auto cuando iba con mi viejo y volvía del canal. Después, haciendo teatro en la República de los Niños, fue donde lo viví más eufóricamente: iba a comer al restaurant del lugar entre función y función y hacían cola para que les firme. Una vez que fui a Mar del Plata se metían al agua para pedir autógrafos, y se les mojaba todo el papel", repasa Pedro. En las giras por el interior lo tenía que sacar la Policía de los teatros: "En ese momento estaba la película de los muertos vivos y parecía eso: era increíble cómo se colgaban de las ventanas de micros altos".
Con todo, el de Pedro no fue uno de esos casos de fama agobiante que deja secuelas. "A veces era un poco tedioso y me molestaba porque me abrumaba tanta gente. Pero me divertía, no le decía a mi viejo ‘vamos, no quiero firmar’", recuerda. Tampoco la sufrió, como otros chicos prodigios, en el colegio: "Con los pibes tenía 50 y 50. Estaban los que me odiaban, y los que se aliaban a mí, eran mis amigos y me defendían de los otros que me odiaban. Pero no la viví mal: terminé la primaria e hice el secundario bien, sin repetir ni nada. Yo hacía la tele pero la escuela continuaba: mis viejos me inculcaron que no deje de estudiar".
Su ego controlado no era precisamente el estándar: "Tenía conocidos niños que trabajaban y había quienes eran como yo, más naturales, y había otros que se creían que eran dioses", dice. La candidez de su personaje lo mantenía al margen de cierta controversia que rondaba al programa, criticado por algunos por sembrarle a los chicos con padres fallecidos la fantasía de que eventualmente podrían volver a hablar con ellos. "No recuerdo haberme cruzado a alguien en la calle que me critique por generarle una falsa expectativa a algún nene que haya perdido a su papá. Al contrario: nos agradecían llorando las mamás que venían con los nenes que me querían conocer. A partir del programa algún nene que había perdido al papá tenía la ilusión de que se les iba a aparecer de alguna manera, y eso les ayudó a superarlo", cuenta.
Regalo del cielo duró un año (en el 92 se hizo una especie de continuación en formato unitario que no funcionó de la misma forma) y, aunque siguió trabajando en el entonces "canal de la palomita", la exposición de Pedro se aplacó. "Cuando tenía 9 fue un boom y después la gente me conocía pero era más tranqui. Si me hubiera agarrado el boom a los 15 hubiera sido otra cosa", dice. Todavía bajo contrato, hizo el unitario Marco, el candidato, junto a Rodolfo Bebán, en 1993: "Fue una experiencia muy linda porque me quedaba cuadripléjico en el primer capítulo. Bebán era mi abuelo, candidato a presidente, y por una vendetta le quieren pegar un tiro y como me tiene a upa a mí me dan en la columna y quedo cuadripléjico. Eso fue un desafío: no podía mover los brazos ni las piernas, estaba en silla de ruedas. Tenía que actuar sin mover nada, sólo la boca. Tenía doce años", dice. También intervino en algunos capítulos de Alta comedia, donde "cada vez que aparecía un niño me llamaban a mí".
En plena adolescencia, el vínculo que lo unía a la emisora de Alejandro Romay se terminó. Inmediatamente después hizo un papel en Amigovios, la tira de Canal 13. Y de ahí en más sus participaciones televisivas se hicieron cada vez más esporádicas: en 2003 actuó en Rincón de luz, para Cris Morena y no se lo volvió a ver en la pantalla chica. "Después empecé a estudiar y me dediqué a una empresa particular de teatro que producía infantiles con mi hermano para girar por colegios de toda la provincia", dice.
La maquinaria de las audiciones, asegura, es muy demandante: "Vos tenés que ir a nueve, diez castings por día para poder agarrar algo. Yo he hablado con compañeros que han hecho hasta doce castings por día, por toda la ciudad de Buenos Aires. Es un laburo, y para hacer ese laburo te tenés que bancar vos, y yo ya vivía solo en Capital, en mi departamento que me compré con lo de la tele", cuenta. Con el tiempo se recibió de Trabajador Social, se dedicó a su nueva vocación (así fue como terminó siendo Director de Empleo en Las Heras durante la gestión que terminó en 2015); se casó, se volvió a mudar a la Provincia y, mientras tanto, siguió actuando en obras de teatro autogestionadas. Hasta la pandemia, claro. "Mi mujer y yo trabajamos, tenemos dos hijos, hay que mantener una casa. Y eso la televisión no te lo da, tenés baches sin laburo", dice.
De todos modos, hoy Pedro vuelve a tener un representante con el que está buscando reinsertarse en el medio. "Quiero trabajar, ya sea en alguna tira con la actuación o… bueno, cambió mucho la tele: hay panelistas, noteros, fue mutando bastante. Me adaptaría a ser panelista, notero: son todos personajes. Me gusta la tele, estar en el estudio, ir a un canal, extraño eso", dice. Mientras, a casi 30 años de su momento de mayor exposición, no sólo en comentarios de YouTube le recuerdan su pasado: "Cuando un compañero de laburo dice ‘che, ¿sabés quién es él?’ y se entera todo el mundo que yo hacía Regalo del cielo, a mí me da vergüenza y me divierte. No es que me la creo o me pongo a hablar del programa: siempre fui perfil bajo. Ni la fama me sobrepasó ni cuando no me reconocieron me deprimí".
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