Desde 2007 reside en la capital chilena y es una primera figura de la televisión, donde ya grabó 15 telenovelas, pero regresa de visita a Buenos Aires para hacer dos funciones de un homenaje a Federico García Lorca, dirigido por su mentor, Oscar Barney Finn
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Ojalá la noche acompañe y brille en los jardines cuando regrese Muchacho de luna, por dos únicas funciones y al aire libre, en el Palacio Noel, la sede en el barrio de Retiro del Museo Fernández Blanco. No podía elegirse mejor marco que ese patio andaluz para que el actor Paulo Brunetti retomara el espectáculo que evoca el mundo lorquiano a través de una selección de textos de su obra dramática, sus cartas y su música, realizada y dirigida por Oscar Barney Finn. Estrenada en 2019, la obra se presentó hasta el año pasado en el Portón de Sánchez y fue nominada a dos premios Ace (Mejor director y Mejor actor en unipersonal): ahora habrá otra oportunidad para disfrutarla y con el plus de las estrellas.
‘’Mi cuerpo empezó a pedir Lorca’', dice Paulo Brunetti, actor argentino que vive desde hace catorce años en Chile donde trabaja en televisión, cine y teatro. ‘’Después de hacer muchas cosas en Chile y en la Argentina, quería hacer algo de Lorca, una de sus obras. Pero Oscar (Barney Finn) me propuso Muchacho de luna, que él había hecho en 1986, en ATC, un recorrido por la vida de Federico con distintos actores y actrices. Ahora quería hacerlo con uno y me pareció un regalo transitar al autor, al hombre y a sus personajes, ese abanico que nos incluye a todos, no importa el género porque todos tenemos algo de Bernarda, de Leonardo, de Rosita, de la novia, de Yerma. Es mi poeta favorito y siempre que veía sus obras resonaba en mi cuerpo la necesidad de decir esas palabras, esa manera única de reflejar los sentimientos’', dice con pasión el actor que se presenta como ‘’patagónico’' (nació en Puerto Deseado, Santa Cruz) pero que desde muy joven vino a Buenos Aires para estudiar en el Conservatorio de Arte Dramático. A diferencia de la puesta en el Portón de Sánchez, esta vez no habrá mesa, sillas, alfombra ni pantalla con imágenes sino que la naturaleza impondrá su escenografía. También cambió la actriz que participa en algunas escenas: será Ligüen Pires, (en lugar de las anteriores Sabrina Macchi y Dayana Bermúdez).
Entre los directores que marcaron su carrera y considera maestros, menciona a Roberto Castro (Ruta 14) que le dio un rumbo y una manera de actuar, desde el corazón; Daniel Suárez Marzal (Numancia, en el Cervantes, y El perro del hortelano, en el San Martín), a quien extraña muchísimo; y, en especial, Oscar Barney Finn, con quien forma una dupla creativa y han hecho juntos más de diez obras, entre otras Lejana tierra mía (2002-3), de Eduardo Rovner, y La gata sobre el tejado de zinc caliente (2007), el drama de Tennessee Williams que provocó el quiebre. Porque en una de las funciones estaba el actor chileno Tomás Vidiella (murió en 2021 por Covid-19), quien les propuso a ambos llevar la obra a Chile. Y aquello que supuso una residencia de seis meses, se convirtió para Paulo en “su lugar en el mundo” desde hace catorce años. “Me ofrecieron trabajar en la versión chilena de la tira Lalola por diez capítulos y me quedé sesenta, y a eso siguieron otras ficciones con protagónicos y un año siguió a otro. Reflexioné con mi almohada: era una oportunidad que no había tenido en mi país, donde había hecho poca televisión (algo en Verano del 98, Resistiré y Montecristo) y tenía que seguir trabajando en una casa de ropa. En Chile, logré sostenerme con la televisión –ya llevo grabadas quince telenovelas– y eso me permite hacer teatro y poner en marcha otros proyectos”, dice el argentino que en los escenarios chilenos actuó en La duda, Las heridas del viento, El diccionario, La final y Poder absoluto. Y en siete películas: una de ellas, No (Pablo Larraín, 2013), estuvo nominada a los Oscar como mejor film extranjero.
“Las cosas se dieron como se tenían que dar. En su momento, rezongué. Estaba haciendo La gata sobre el tejado de zinc caliente, nominado a los Ace junto con Alfredo Alcón, Diego Peretti, Luis Brandoni y Antonio Ugo, y yo seguía en la casa de ropa. No encontraba el espacio que quizá me merecía o que tampoco buscaba, no era un desesperado que iba a cada casting. Salió lo de Chile y me sentí muy cómodo. Cuando firmabas el contrato de tevé te preguntaban si hacías teatro, qué horarios preferías. Pero Buenos Aires tira mucho en lo teatral, es muy potente, el público es muy particular y además necesito la energía de mis colegas”, dice, más relajado con el presente y con muchos proyectos en marcha. Después de tantos años de no parar, hoy se siente en un “momento bisagra”, agradecido por el trabajo al que le sacó provecho y le permite hacer “lo que el cuerpo pide”.
Por el lado teatral, aunque sin fecha confirmada, hará gira por España con Muchacho de luna, obra con la que se presentará en el teatro Repertorio español, en Nueva York, donde ya antes había estado con Poder absoluto, junto con Carlos Kaspar. En Buenos Aires, con dirección de Oscar Barney Finn, actuará en Mármol, de la irlandesa Marina Carr, con Pablo Mariuzzi y Cecilia Chiarandini. Por último, sin poder dar precisiones, será parte de una trilogía shakesperiana que prepara el incansable Barney Finn: “Es alguien que no para, un espíritu adolescente, del que se aprende siempre, día a día”, dice Brunetti que, como su mentor, también es productor.
Junto con Bruno Córdova y Robert Díaz, armó la productora Sur audiovisual que ahora se fusionó con Bewel Media, productora de Concepción (Chile), formada por el autor Felipe Innocenti y el productor Francisco Inostroza: “Ahora somos nosotros los que generamos las historias que queremos contar y, de ese modo, abrimos el espacio para sumar compañeros”. En octubre, comienza a filmar su opera prima, Niña, escrita por Felipe Innoccenti, acerca del sufrimiento masculino ante la pérdida de un hijo. Además de dirigir, va a actuar, oportunidad para reencontrarse con compañeros de otros trabajos como Kaspar y Osvaldo Santoro, y los chilenos Luis Gnecco y Alejandra Araya. “Empecé a abrir el espacio del director, así como antes lo hice con el de productor, algo que aprendí de Barney. Siento que me estoy renovando y eso me gusta mucho”, reconoce.
Si bien vive en Santiago, la pandemia la pasó en la casa cerca del mar de un gran amigo, en una localidad llamado Navidad, a unos 120 kilómetros al suroeste de la capital del país. Nunca se desconectó del todo. Cada domingo a las 20, desde 2019, lee un cuento para sus seguidores en Instagram. Pero ahora, el presente y por sólo dos domingos, se cumple la ceremonia de caminar con los zapatos de Federico García Lorca en Muchacho de luna: “Quiero dejar de hacer un poco televisión en Chile y pasar una temporada haciendo más teatro acá, en contacto con los colegas y para gozar del público argentino, que es muy lorquiano y exigente, y aplaude de un modo que uno se va con el corazón lleno”.
PARA AGENDAR
Muchacho de luna, de Oscar Barney Finn sobre textos de Federico García Lorca. Domingos 30 de enero y 6 de febrero, a las 20.30. En el Palacio Noel (Suipacha 1422). $ 1500.
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