Pattinson y Cronenberg, unidos por Don DeLillo
Cosmópolis juntó a uno de los cineastas más radicales con uno de los actores más populares del planeta
Uno de los artistas más radicales y reverenciados por la cinefilia mundial (el veterano director canadiense David Cronenberg) y uno de los actores más populares del planeta (el joven británico Robert Pattinson) unieron fuerzas y se mostraron juntos en el último Festival de Cannes para la première mundial de Cosmópolis , transposición de la aclamada novela publicada en 2003 por Don DeLillo sobre un financista multimillonario en plena crisis personal mientras Manhattan se derrumba a sus pies.
LA NACION estuvo en la presentación que estos dos tipos audaces (acompañados por otros integrantes del elenco, como Paul Giamatti, Sarah Gadon y Emily Hampshire, y por el propio DeLillo) hicieron del film -que hoy se estrena en las salas argentinas- en plena Costa Azul.
La película sigue el derrotero de un día en la vida de Eric Packer (Pattinson), un joven de 28 años que ha construido una fortuna con las finanzas y que mientras recorre Nueva York a bordo de una limusina blanca ve cómo su mundo (y el mundo) se desmorona. En ese largo periplo -mientras pierde decenas de millones de dólares en la Bolsa apostando contra la moneda china- mantiene, casi siempre dentro del auto, reuniones de trabajo y fogosos encuentros sexuales (entre ellos, uno con Juliette Binoche). Sus custodios y asistentes parecen obsesionados por su seguridad y su precaria salud, pero el protagonista se deja llevar por sus instintos, por sus impulsos más primarios.
Según el director de Una historia violenta y Promesas del Este , " Cosmópolis aborda todo el espectro y los propios fantasmas del capitalismo, desde los manifiestos de Karl Marx hasta su crisis actual. Escribí el guión en apenas seis días -un récord en mi carrera- porque me impactó cómo describía el poder del dinero y la forma en que configura el mundo. Cambié algo de la estructura, pero prácticamente respetamos cada línea de diálogo porque es un libro hermoso, perfecto. Fue una novela anticipatoria de lo que vendría cinco años después. Mientras nosotros filmábamos una marcha anticapitalista montada para la película, en la vida real un grupo de manifestantes intentaba ocupar Wall Street".
Un sonriente De Lillo admitió: "Cuando el productor Paulo Branco me dijo que la iba a escribir y dirigir Cronenberg me pareció la mejor elección. No participé para nada en el guión? y por eso es que la película salió tan bien". Luego explicó: "El punto de partida de la novela fue el espectáculo de las limusinas inundando las calles de Manhattan. Decidí ambientar la historia dentro de uno de esos autos absurdamente grandes; por entonces todavía no pensaba en el capitalismo ni en un tono tan apocalíptico como el que finalmente tuvo".
Por su parte, Pattinson -quien llega hoy por partida doble a las pantallas argentinas, ya que también protagoniza el fresco histórico Bel Ami y la semana próxima estrenará la última entrega de la exitosa saga Crepúsculo - confesó que Cosmópolis resultó el principal desafío de su carrera. "Estuve 15 días encerrado en la habitación del hotel preso del pánico, sin saber qué estaba haciendo, pero Cronenberg me tranquilizó, me dio confianza, me dijo que siempre había pensado en mí para el papel. «Vayamos al set y probemos, no te vuelvas loco ensayando o preparando el personaje.» Ése fue su mejor consejo", indicó el galán londinense.
Pattinson contó que "David es un director que, a diferencia de la mayoría de sus colegas, que te abruman con preguntas e indicaciones, por suerte habla poco y te escucha mucho. Y se da cuenta de todo. Tenés que ser muy cuidadoso para trabajar con un cineasta de semejante jerarquía".
"A pesar del nihilismo aparente en la presentación de un mundo que ya no tiene demasiado sentido, con las finanzas como ejemplo más claro de esa decadencia, hay algo de esperanza en el film porque la sociedad no se termina, sino que estamos ante una suerte de renacimiento, de reinvención. A veces, el mundo necesita ser purificado", afirmó el galán inglés, y agregó: "Me gustó mucho el guión porque era más lírico que concreto. Nos sentíamos como cantando una canción o recitando un poema".
En ese sentido, Cronenberg afirmó: "No queríamos destruir la intensidad de los diálogos, que son la esencia de los personajes y de la historia en su conjunto. Uno puede repetir palabra por palabra un tema de Bob Dylan, pero no te vas a acercar a la forma en que él lo canta. La idea era respetar la musicalidad de los diálogos de DeLillo como se respetan los de Shakespeare".
Es que, más allá del habitual despliegue visual de sus películas, en Cosmópolis -al igual que en la reciente Un método peligroso - el eje principal vuelve a ser la palabra. "Los últimos 22 minutos de esta película son como una pieza de teatro. Es como si contuviera un cortometraje independiente. En mi opinión, la esencia del cine es el rostro de un ser humano hablando, no el tono épico del relato, la espectacularidad de los decorados o los alardes técnicos".
Finalmente, el creador de La mosca, El almuerzo desnudo y Crash, extraños placeres indicó que "cada nuevo film es un desafío particular. No me sirve analizarlo, compararlo, vincularlo con mis proyectos anteriores, como lo haría un crítico de cine, porque cada historia tiene sus propias necesidades y exigencias. Hacer esta película no fue fácil desde lo artístico ni desde lo financiero. Tuvimos que tomar muchos riesgos", concluyó.
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