¿Cuáles eran tus libros preferidos cuando eras chica?
Uno de mis primeros libros favoritos fue el Pinocchio de Collodi. Y todavía tengo una copia toda rota de Jardín de versos para niños [de Stevenson] y de Uncle Wiggily. ¡Y Mujercitas!
¿Qué tienen Mujercitas y Jo March que enamoran a todas las generaciones?
Bueno, para mí, era que yo me veía en ella; ella era una suerte de varonera rara que se subía a los árboles y leía libros y escribía. Me crié en los 50, y el género era algo muy definido. Yo me sentía lejos de las expectativas de mi género, y después conocí a Jo y ella era como yo. Fue una epifanía. Era responsable y amaba a su familia, pero no se acomodaba a las expectativas de cómo vestirse o comportarse.
Esa idea parece más aceptada ahora.
Si mirás la contratapa de Horses, que escribí en 1975, dice "Beyond Gender". No quería que me identificaran por mi género; quería ser identificada como artista.
Tocaste Horses entero. ¿Por qué creés que perdura tanto?
Horses ni siquiera fue Disco de Oro, ¿sabías? Fue la gente la que lo mantuvo vivo. Lo toqué en Polonia para, no sé, 20.000 chicos de menos de 25 que se sabían las letras, y eso es inspirador y emocionante. Yo no hago discos para mí, los hago para otros.También: si yo voy a ver a alguien, siempre espero que toquen las canciones que me gustan. Cuando veo a Neil Young, quiero escuchar sus temas viejos. Así que si quieren escuchar "Because the Night" por vez número 2.000, yo la toco, siempre y cuando pueda tocarla con un entusiasmo genuino.
¿Cuál fue el mejor consejo que recibiste?
Cuando era joven, como en 1970 o 1971, me ofrecieron mucha plata, primero para una película y después un disco, pero era la idea de otro de cómo tenía que ser yo. Yo no tenía plata; trabajaba en una librería. Y me senté a hablar con William Burroughs, y me dijo: "Lo mejor que podés hacer como artista es mantener limpio tu nombre". Se volvió mi mantra privado.
Estás muy asociada a la NY de los 70. ¿Qué extrañás de esa época?
Bueno, extraño la estructura económica. Y también algo de nuestra antigua arquitectura. ¡Y la pizza! La pizza costaba 25 centavos la porción, y eran todos ingredientes naturales, en cualquier lugar al que fueras, y era maravillosa. Ahora cuesta como 4 dólares y no parece real. Es algo chiquto, pero es un indicador de muchas otras cosas.
¿Cómo afectó tu trabajo ser madre?
Cuando sos artista joven, sos el centro del universo. Es parte de la hibris de ser artista. Y cuando tenés familia, te das cuenta de que no es así. Fue una buena lección: todavía podía hacer mi trabajo, solo que tenía que ser más disciplinada.
¿Cómo es tocar con tus hijos?
Me gusta. Todos tenemos responsabilidades profesionales, pero yo sigo siendo su mamá, y ellos mis hijos. Siempre les decía: "No se preocupen si se equivocan o si yo me equivoco, hagan lo mejor que puedan y mantengan la comunicación". Los dos tienen aspectos de su padre [el ex guitarrista de MC5, Fred "Sonic" Smith], y él era un gran músico. Mi hijo tiene unos tonos de guitarra que suenan como los de su padre, y mi hija una manera de componer al piano muy parecida, y cuando tocamos siento su presencia entre nosotros.
¿Le tenés miedo a la muerte?
No. O sea, me gustaría vivir mucho, tengo mucho trabajo que hacer. Quiero ver a mis hijos madurar, y tengo muchas ideas. Si me cuido, voy a tener tiempo. Mis únicas adicciones fueron el amor y el café. No tienen que preocuparse por mí.
Por Jerry Portwood
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