Fueron 80 minutos intensos e inolvidables. En su tercera visita al país, Patti Smith cimentó su imagen de ícono justiciero, mítico y poético, de estandarte y símbolo de todas las cosas que hicieron del rock una cultura universal.
Ella hace rato que trascendió el mote de "madrina del punk" y un Luna Park colmado de un público multigeneracional parece reafirmarlo. Hay jovencitas con pelos de colores, viejos hippies, punks con sus mejores ropas de cuero, y un variado etcétera.
Lo que hacen Patti Smith y su banda en este concierto es casi una obra conceptual, enarbolando una serie de reclamos y manifiestos de todo tipo -desde lo espiritual a lo ecológico, pasando por lo social y político-, a través de canciones propias y ajenas, que van elevando la temperatura emocional hasta un punto de máxima intensidad.
Tras la presentación de Paula Maffia como artista invitada, la cantante comienza con "Dancing Barefoot", un tema del cuarto álbum del Patti Smith Group, "Wave" (1979). Y aunque no está descalza, ella parece hamacarse suavemente al compás de la música, deslizándose esbelta y con gracia, retribuyendo los saludos del público, que ya desde el vamos parece rendido a sus pies.
Continúa con la acompasada cadencia reggae de "Redondo Beach", otro tema del PSG, que le permite seguir recorriendo el escenario con una actitud corporal que parece desmentir sus 72 años. La voz está intacta, y suena como en los discos grabados hace ya cuatro décadas.
El siguiente tema es también del PSG, "Ghost Dance" (título que corresponde a una ceremonia de los pueblos nativos americanos) y Patti lo dedica a la tribu hopi, que fueron exterminados en el siglo 19, y sus tierras arrasadas. "Viviremos de nuevo", repite una y otra vez en el estribillo, y pide al público que se ponga de pie y sacudan las manos. Deja una estrofa para que la cante su guitarrista y compañero creativo desde los 70, Lenny Kaye, con una entonación nasal que recuerda a Roger McGuinn, de los Byrds. La banda se completa con el baterista Jay Dee Daugherty, el otro miembro original del PSG junto con Kaye, Tony Shanahan en bajo y teclados, que está con ella hace más de 20 años, y Jack Petruzzelli en la otra guitarra.
El siguiente tema lo dedica "a los trabajadores", pero hace una lista de lo que esa palabra significa para ella, como "los poetas, y los chicos que se están levantando para pelear contra el cambio climático". Patti y Lenny se cuelgan las acústicas, y arremeten con "My Blakean Year".
Continúan con una sorpresiva y potente versión de "Beds are burning" que electrifica el estadio. El tema es un hit de los 80 del grupo australiano Midnight Oil, cuyo mensaje ecológico resuena con renovada vigencia, "¿Cómo podemos dormir cuando nuestras camas se están quemando?". Al "olé olé olé, Patti, Patti", ella responde con una frase de refinada belleza, "gracias, ustedes son mi concierto".
El siguiente tema lo dedica a "los que luchan contra las injusticias y por la libertad, en el mundo y en este continente, y a los desaparecidos, siempre los recordaremos". Lo que llega es "Beneath the Southern Cross", que alcanza un pico de poderosa intensidad con un extenso crescendo instrumental entre la guitarra de Jack y el bajo de Tony, que incluye una cita al "Within you, without you" de los Beatles.
"Free money", otra canción de los comienzos del PSG, le sirve para aflojar un poco la tensión y presentar a la banda, y luego invita al escenario a Jimmy Rip, guitarrista y productor estadounidense residente en Argentina. La invitación cobra perfecto sentido, ya que Rip es miembro de Television, el grupo del amigo y cómplice de Smith desde sus épocas del CBGB, Tom Verlaine. La banda arranca con una perla de los primeros Stones, "I’m Free", que enganchan con el clásico de Lou Reed (otro compinche neoyorquino), "Walk on the Wild Side", cantada por Shanahan.
Lo que sigue es otro momento precioso, en todos los sentidos del término. Acompañada solo por Tony en el piano, Patti hace una versión de "After the Gold Rush", de Neil Young, una canción de amor a la naturaleza y un reclamo por su conservación. Para hacerla aún más actual, la cantante reescribe la letra en vivo cantando "mira a la madre naturaleza huir, en el siglo XXI".
Pero esto es solo un prólogo para el segmento final, donde el nivel de energía desplegado es poco menos que asombroso. En "Pissing in a River", que dedicó a su marido, el malogrado "Fred "Sonic" Smith, la voz de Patti se desgarra, su cuerpo parece quebrarse. "Because the Night", el hit compuesto junto a Bruce Springsteen, adquiere carácter de himno, mientras Patti vuelve a recorrer el escenario y levanta un pañuelo verde que le alcanzan desde el público (posteriormente hará lo mismo con una wiphala).
El final es para el legendario tema que iniciaba su álbum debut, "Horses", con el que Smith se presentaba ante el mundo con la desafiante frase, "Jesus murió por los pecados de alguien, no por los míos". Se trata de "Gloria – In Excelsis Deo", que funde las palabras de Patti con el clásico compuesto por Van Morrison para los Them.
Para el bis, la cantante cuenta que es la última fecha de su gira sudamericana, y ante ciertas exclamaciones de tristeza contesta "¡No! Estamos felices!", y convoca nuevamente a Rip, y a su hija Jesse Paris Smith al piano (Jesse es también una conocida activista contra el cambio climático a través de la organización Pathway to Paris), para entonar "People Have the Power". La acompaña todo el público de pie, conmovido y hechizado por el poder de Patti Smith, una artista que parece inmune al paso del tiempo, a la que las adversidades solo han logrado empoderarla.
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