Patricia y Olivia Viggiano: de compartir la pasión por la actuación, hasta el descubrimiento de su faceta más introspectiva
Madre e hija hablaron con LA NACION sobre su relación, el prejuicio de “ser hija de” y sus deseos de trabajar juntas en algún proyecto
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A Patricia y Olivia Viggiano las unen muchas cosas: son actrices y se parecen físicamente, les apasiona el bienestar, pensaron en estudiar psicología el algún momento de sus vidas y aman el arte. Pero, también son muy diferentes. Mientras que la primera se abocó de lleno a la actuación y a la meditación, la segunda divide su tiempo entre componer personajes y escribir sus propias canciones. Sin embargo, tienen un lazo único y extremadamente poderoso: son madre e hija. Juntas, las dos solas por primera vez en una nota -y con motivo del Día de la madre- hablaron con LA NACION sobre su vínculo, el peso del “ser hija de” y el deseo de trabajar juntas.
La casa que compartía la familia Viggiano siempre tuvo presente el arte. Olivia recordó las veces en las que su padre, Diego Chornogubsky -quién fue músico en la juventud- sacaba la guitarra y su madre se sentaba en la chimenea a contemplar la escena. A la par, ella y su hermana Lucila (quien hoy es chef), cantaban. Esos momentos de disfrute pleno hicieron que de muy pequeña supiera a qué quería dedicarse. Hay dos opciones cuando uno ve y entiende a que se dedican sus padres: seguir sus pasos o hacer todo lo contrario. Ella se inclinó por la primera opción.
“Desde chica supe que quería dedicarme al arte”, le dijo Olivia Viggiano (32) a LA NACION. “Creo que haberla visto a mamá me permitió tener contacto con ese mundo y considerarlo como la posibilidad de un trabajo. Para mí, ser artista era un camino”, agregó. Es que con una madre actriz y un padre músico, tuvo la oportunidad de conocer el rubro desde adentro y supo que quería adentrarse aún más. Hizo su propia búsqueda, se formó y llegó a la televisión. Su primer trabajo fue a los 20 con una participación en la cuarta temporada de Casi Ángeles (Telefe). También formó parte del elenco de Supertorpe.
Del otro lado estaba su madre. Aunque desde temprana edad su hija mostró interés por su carrera, ella conocía desde adentro ese mundo y tenía una opinión muy formada. “Oli compone sus propias canciones desde los 10 años. Cuando estaba en el colegio, ella quería trabajar en la tele y más de uno me insistió para que la llevara a algún casting, pero era chica y yo sentía que no era el momento. Si en un futuro aún seguía con las ganas, tenía que tener los recursos para hacerlo, porque la televisión no es fácil. Después empezó a estudiar, creció e hizo su propio camino”, sostuvo Patricia. “Soy de los que creen que hay que apoyar a los hijos en las cosas que los hacen felices. Sabía que era un camino arduo, pero siempre tuvo todo mi apoyo”, destacó.
La pasión por la actuación que unen a madre e hija
Las Viggiano son muy compañeras y comparten el amor por la televisión. Sin embargo, la relación tomó otro rumbo cuando Olivia comenzó a dar sus primeros pasos como actriz. Patricia recordó que solían hablar mucho del tema y le pedía consejos, aunque remarcó que rápidamente su hija empezó a trazar su propio camino. “Encontró su forma de expresarse, se formó y voló. Esto quiere decir que tiene personalidad y talento propio y que lo desarrolla sola”.
“Me bancó en las crisis”, interrumpió entre risas Olivia para referirse al importante rol de su mamá en su vida. Si bien se maneja con mucha libertad, admitió que recurre con frecuencia a Patricia para que le dé una opinión sobre sus proyectos: “Lo que me gusta mucho de ella, es que, cuando le pido algún consejo, lo ve desde adentro, pero en función de mí y de mi camino. Está buenísimo poder contar con ella para eso”.
Patricia señaló que el sentimiento es recíproco, porque ella también elige y disfruta de debatir sus propuestas laborales con Olivia, y también con su otra hija, Lucila.
El peso de “ser hija de”
En varios rubros, no solo el de la actuación, se escucha que muchas veces se señala a una persona por haber llegado a determinado lugar gracias a “ser hijo de” alguien destacado o con influencias. Sin embargo, Olivia dice que no se dio cuenta de que eso le pasaba a ella hasta que empezaron a decírselo: “La verdad, nunca lo pensé y siento que eso tiene que ver con el hecho de que siempre estuve muy conectada a la música y a la actuación desde una pasión absoluta”.
Si bien la joven reconoció que tuvo sus momentos “de crisis”, y hasta pensó en dedicarse a otra cosa, el tiempo la ayudó a ver las cosas con claridad y decir “esto es mío y voy a ir para adelante”. En ese sentido, indicó que nunca sintió el peso de llevar un apellido tan conocido en el espectáculo argentino.
Pese a eso, decidió separarse un poco de su familia en el aspecto laboral para poder tener un nombre y carrera propia. Sobre esto, Patricia remarcó que es “bastante excepcional” que Oli esté dando una nota con ella: “Siempre quiso despegarse del ‘ser hija de’ inconscientemente. Ella quería que su camino fuese propio y lo logró”.
Emocionadas, ambas se escucharon atentamente durante toda la charla. Hoy, y tras más de una década de compartir el mismo trabajo, dieron una nota como Patricia y Olivia, cada una con un nombre propio, pero también unidas por la sangre, por la pasión y el amor. Se agradecieron mutuamente por dos cosas: darse alas y acompañarse en el vuelo.
El deseo de madre e hija de trabajar juntas
Pasaron muchos años desde la época en la que una Olivia pequeña le dijo a su madre que quería ser artista, pero ella le respondió que aún no era el momento. Hoy, con 32 años, y con una carrera como actriz y cantante, acaba de estrenar la serie Limbo (Star +) y terminó de filmar La ley del embudo, una película que llegará a los cines en diciembre. Además, continúa enfocada en la música: saco tres discos, prepara una colaboración con otro artista y ya comenzó a agendar los shows que realizará durante el verano.
Patricia también tuvo unos meses intensos en el ámbito laboral. Estuvo en la segunda temporada de Casi Feliz (Netflix), trabajó en un proyecto que dirigió Federico Palazzo, director de Verano del ‘98 y también en una propuesta para Radio Nacional que escribió Marcelo Camaño. Por otra parte, está muy enfocada en otros temas que incorporó a su vida: el bienestar, la terapia y la meditación.
“Siempre supe que a los 60 años, además de actuar, iba a hacer otra cosa. Di clases de actuación y veía que la gente necesitaba un espacio para ir a conectarse con ellos mismos y desestructurarse. Estoy armando unos talleres para que uno pueda reencontrarse con su niño lúdico. No es para ser actores, sino para recuperar el juego”, comentó desde Bariloche, a donde viajó para hacer un retiro.
Este costado también una a las Viggiano: Olivia tiene su propia marca, Aquamarina Cristales, donde vende piedras y aceites esenciales. Ambas coincidieron en que encontraron en el bienestar algo que les permitió retroalimentarse y conectarse.
Si bien todos estos años mantuvieron su vida laboral separada de la personal, hicieron hincapié en que les encantaría actuar juntas en algún proyecto. “Me gustaría que no sea de madre e hija, pero igualmente me interesaría mucho hacerlo”, sostuvo Olivia, a lo que Patricia agregó: “Para mí sería una fiesta”.
Las dos se muestran unidas, apoyándose y acompañándose en cada paso como pares, pero, sobre todo, como madre e hija.
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