Paramount+: City on a Hill se centra en una Boston dividida entre los códigos y la traición
Con ecos de Los infiltrados, esta serie protagonizada por Kevin Bacon explora los delgados límites entre el crimen organizado y las fuerzas de seguridad encargadas de perseguirlos
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City on a Hill (Estados Unidos, 2019). Creador: Chuck McLean. Elenco: Kevin Bacon, Aldis Hodge, Mark O’Brien, Amanda Clayton, Jill Hennessy, Jonathan Tucker. Disponible en: Paramount +. Nuestra opinión: muy buena.
“Esta es una nación de ratas” decía uno de los laderos de Fank Costello (Jack Nicholson) en Los infiltrados. Boston era el telón de fondo de aquella historia y la policía estatal de Massachusetts el rostro del enemigo perfecto. Las ratas deambulaban a uno y otro lado de la ley como el símbolo de la traición que impregnó a la obra de Scorsese. City on a Hill asume los mismos contornos, el de Boston y el crimen organizado, la delgada frontera entre el delito y los funcionarios, los soplones y los vendidos. También aparece Matt Damon –protagonista de aquella película- como uno de los productores, junto a Ben Affleck, su compañero de ciudad, y también otros nombres como el de James Mangold, conocedor del mundillo policial desde los tiempos de Tierra de policías (1997).
Ambientada a comienzos de los 90, la serie parte de un hecho crucial para la ciudad: la formación de una comisión judicial para investigar el accionar de la policía de Boston en la acusación de un hombre inocente. Ese inocente además era afroamericano, por lo cual las tensiones raciales están a la orden del día. DeCourcy Ward (Aldis Hodge) es un abogado miembro de esa comisión, también afroamericano, nombrado asistente del fiscal de distrito, que intenta hacer carrera rompiendo el código de silencio imperante. Pero para ello debe entablar alianzas incómodas, demostrar a la comunidad negra que no es otro fiscal que opera de acuerdo a prejuicios y prebendas. Allí entra la pieza clave de este entramado, el agente del FBI Jackie Rohr (Kevin Bacon), veterano de la fuerza con una fama ya gastada de tanta vanagloria, cocainómano e infiel, hacedor de pactos, cultor de informantes, negociador estrella.
Bacon brilla como Jackie y su recorrido por esa Boston al borde del estallido es tenso e irritante, pero al mismo tiempo hay algo magnético en su personalidad. Tiene algo de los antihéroes scorsesianos, soberbios y malditos como Henry Hill en Buenos muchachos, trágicos como Billy Costigan en Los infiltrados y egoístas y patéticos como Pupkin en El rey de la comedia. La serie asume la geografía de la ciudad como escenario, los enfrentamientos de las distintas minorías que integran la comunidad, las familias vinculadas al crimen, la iglesia y el barrio, los pecados y los castigos.
No todas las líneas narrativas sostienen la misma firmeza: hay algunas más endebles como las ambiciones de un reverendo de la comunidad negra, y otras más intensas y fascinantes como la de los hermanos Frankie y Jimmy Ryan, signada por sospechas y rencores, por un pasado de crimen y violencia. Allí gravitan mujeres esenciales, madres y matriarcas –una de ellas interpretada por Cathy Moriarty, la esposa de LaMotta en Toro salvaje–, pilares de ese mundo de matones y mandaderos. Su espíritu también recuerda al de Atracción peligrosa (2010), dirigida por Affleck, pero sin el vértigo del escape o el engranaje del robo como hilo conductor. Lo que absorbe es esa atmósfera espesa que propicia la inminente delación, el sostenimiento de los rituales de pertenencia, una convivencia precaria siempre a punto de quebrarse.
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