Para reírse de pie: el stand up argentino tiene una nueva generación de talentos
La inauguración del Teatro Liceo Comedy confirma el gran presente de una escena que creció, se consolidó y hoy tiene otros exponentes: Laila Roth, Fernanda Metilli y Ezequiel Campa

"El stand up consiste en un tipo que se para frente al público y hace un monólogo humorístico", señalaba Martín Rocco, uno de los pioneros del género en la Argentina (fallecido recientemente), allá por 2002, cuando, con el estreno de Cómico Stand Up, prácticamente fundaba el género en la Argentina de la mano de Damián Dreizik, Diego Reinhold, Natalia Carulias y Gustavo Garzón. En ese momento, más de 15 años atrás, era necesario explicar de qué se trataba esa particular forma de hacer comedia de pie. Sucede que los actores de stand up no cuentan chistes, pero los encuentran a través del clima que generan. Hablan desde lo cotidiano, la observación aguda de las propias formas de vida, usos y costumbres, con textos que generalmente son escritos por ellos mismos o por alguien más, pero a su medida.
"El stand up es un género con tradición muy fuerte en los Estados Unidos, un auténtico semillero por donde pasaron todos los grandes comediantes de situaciones, desde Jerry Lewis hasta Seinfeld. Todos ellos comenzaron como artistas de stand up y realizaron sus performances en bares, clubes o casinos, donde los productores acostumbraban salir a la pesca de nuevos talentos", seguía Rocco, que por entonces cimentaba las bases del género con un curso de monólogo humorístico en el Rojas.
Más allá del desembarco de Cómico, el teatro Bululú o Liberarte también hicieron escuela en los 90, como un escenario de estudiantina para foguearse y hacer las primeras armas frente al público con shows continuados y a la gorra, imitadores y scketches varios, el humor absurdo, el one line (chiste de una línea), canciones, gags y personajes de todo tipo. Un show por hora donde desfilaban Valeria Kamenet, José Luis Alonso, Legal y Juan Carlos Mastrángelo, el mismo Martín Rocco y Natalia Carulias. Mientras, en el Paseo La Plaza se organizaba una maratón de cómicos entre comediantes del circuito under como Las Miss Más, Carlos Guarnerio, Sergio Lumbadini, Alejandro Angelini, Diego Wainstein, Hugo Fili, El Negro Vallejos y Cherca, Tuqui o Roberto Molinari (Molo).

El stand up nació en los ambientes nocturnos de los Estados Unidos a fines de la Segunda Guerra, y durante mucho tiempo funcionó como una suerte de división inferior en el mundo de la comedia. Sin embargo, sirvió de plataforma para grandes comediantes, como el mismo Woody Allen, que inició su carrera como stand up comedian, un comediante que está de pie pero propone soluciones teatrales. La industria explotó en Estados Unidos en los años 70 y 80, y ya por el 2000 existían tantos clubes de comedia como locales de McDonald's, con zonas donde se encuentran hasta cuatro locales en una sola cuadra. De a poco comenzaron a llegar libros, cursos, tapes, workbooks y hasta comedy coaches especializados, que por aquellos años todavía eran una rareza.
Con la crisis de 2001, en Buenos Aires nacía una nueva generación de comediantes. Consolidada con el tiempo, que hasta hoy se consolida cada vez más en el circuito porteño, desde Peto Menahem, Fernando Sanjiao, Juan Barraza, Diego Scott, Dan Breitman, Malena Guinzburg, Malena Pichot, Guillermo Selci, Natalia Carulias, Belén Caccia, Fernanda Metilli, Martín Pugliese, Federico Cyrulnik, Connie Ballarini, Pablo Fábregas, Roberto Moldavsky o Radagast, a los que se siguen sumando jóvenes talentos como Brian Rullansky, Luciano Mellera, Grego Rosello, Lucas Lauriente, Maga Tajes o Gonzo Vizan, con todo lo injusto que resulta la mención de algunos nombres entre tantos.
Con la reciente inauguración del flamante Teatro Liceo Comedy, la primera sala del país dedicada exclusivamente al stand up y los unipersonales de humor -apadrinado por los comediantes Sebastián Wainraich y Dalia Gutman, entre los principales referentes del género en Buenos Aires-, sin dudas el stand up hoy se muestra más saludable que nunca. Para testificarlo, basta recorrer la noche porteña y descubrir a los jóvenes talentos que por estos días iluminan la prestigiosa cartelera porteña.
La moda pasa, el género queda
"¿Estamos en condiciones de decir que ya no es una moda? ¿Que está instalado? Desde que vi por primera vez stand up me fascinó. Esa catarsis que hacemos juntos. Esa capacidad genial de transformar el sufrimiento en carcajada. Ya estamos en condiciones de decir que el stand up es un género que llegó para quedarse", entiende Dalia Gutmann.
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