Para nosotros la libertad: diez films inolvidables sobre fugas
La fuga siempre ha sido una curiosa forma de la épica. La salida de un espacio de encierro, la conquista de un espacio prohibido. El cine ha consagrado numerosas fugas, de prisiones impenetrables como Alcatraz, de campos de prisioneros en la Segunda Guerra Mundial, de granjas en la campiña inglesa o escondites criminales en el medio de un territorio perdido. La fuga siempre ha sido el horizonte y, antes de ella, siempre estuvo la planificación: la división de tareas, la definición de la estrategia, la obtención de suministros, el convencimiento de los aliados. Cuando resulta de un trabajo en equipo, cada participante cumple una función; están los riesgos del error y la delación. Cuando es un trabajo en solitario, requiere paciencia y voluntad, una tarea épica en esa extraña medida individual que vislumbra la escapatoria como el único triunfo posible.
Fuga de Alcatraz (Don Siegel, 1979)
La última de las colaboraciones entre Clint Eastwood y Don Siegel fue también una de las más emblemáticas películas de grandes escapes, en la que Eastwood abandona la piel del policía Harry Callahan que modeló con el director de Harry el sucio (1971) y asume la de Frank Morris, parco y astuto criminal que burló la impenetrable fortaleza de la costa de San Francisco. Inspirado en el clásico del ‘true crime’ de J. Campbell Bruce, Siegel trabaja sobre la matriz de una de las mejores películas sobre una fuga, Un condenado a muerte se escapa (1956), de Robert Bresson. Allí un solitario confinado a una celda durante la Segunda Guerra vencía sus miedos e inseguridades por el afán de libertad. Aquí, Morris afila su ingenio para armar el mismo plan perfecto, construido en base al goce del engaño, que es el mismo que comparte con el espectador. Fuga de Alcatraz sobrevive como el mejor retrato de la ingeniería de una fuga, concentrado en los más minuciosos detalles de puesta en escena de esa paciente estrategia, convertidos en la clave para el éxito de la obra final. Disponible en Netflix, Cablevisión Flow, DirecTV Go.
Expreso de medianoche (Alan Parker, 1978)
Convertida en un meteórico suceso en su estreno y revisitada recientemente a raíz de la muerte de Alan Parker, Expreso de medianoche tiene más de cine carcelario que de estrategia de escape. Un joven norteamericano decide pasar dos kilos de hachís por la frontera turca en plena escalada de las tensiones diplomáticas con la administración Nixon y termina convertido en un condenado ejemplar por tráfico de drogas. El guion no demasiado sutil de Oliver Stone, basado en la autobiografía de Bill Hayes, retrata a las prisiones turcas y a Turquía en general como el infierno tan temido. Pese a esas tintas tan cargadas y a la actuación crística de Brad Davis (que unos años después haría de un ángel caído en la Querelle de Fassbinder), la película ensaya una mirada sobre la fuga ya no como un arte del escape sino como un rapto de desesperación. Los momentos más interesantes son aquellos en los que el personaje se extravía en ese mundo de absurda locura como el más extraño camino para su liberación. Disponible en DirectTV Go y Movistar Play.
El gran escape (John Sturges, 1963)
Cansados de las reiteradas fugas de los oficiales de las fuerzas aliadas, el Alto Mando alemán decide confinarlos a un campo de prisioneros de máxima seguridad. Allí, el comandante von Luger (Hannes Messemer) se jacta de su astucia y diplomacia para mantener el orden y la disciplina sin los excesos de las SS y la Gestapo. Pero la llegada del comandante de la Fuerza Aérea británica Roger Bartlett (Richard Attenborough) pone en marcha una sofisticada ingeniería para fugar a los 250 prisioneros a través de tres túneles. Con un elenco de estrellas que incluye a Steve McQueen, James Garner, Donald Pleasence, James Coburn y Charles Bronson, John Sturges ensaya un tono lúdico que subvierte la solemnidad de las películas sobre campos de detención y se concentra en el ingenio de los oficiales para sortear la compleja tarea, en sus caprichos de rango convertidos en pases de comedia. Con una improvisaba división del trabajo, cada oficial cumple una tarea en la fuga y la película conjuga la tensión del escape con el disfrute del poder burlado, hallando en el confín de esa prisión la metáfora de la lucha en el campo de batalla. Disponible en Qubit TV, Amazon Prime Video y Movistar Play.
Alma negra (Raoul Walsh, 1949)
Cuando parecía que el cine de gánsteres había agonizado definitivamente en su forma clásica, Raoul Walsh filmó uno de los exponentes más extravagantes y audaces, nuevamente con James Cagney como protagonista, convertido en el modelo del criminal violento y desquiciado que definiría a los 50. Cody Jarrett se declara culpable de un robo sin víctimas para evitar una condena mayor y así regresar a tiempo al liderazgo de su banda criminal. Su presencia es brutal desde el comienzo, solo atenuada por la trágica relación edípica que mantiene con su madre. Ya en la cárcel planea una fuga ayudado por un policía infiltrado (el fornido Edmond O’Brien), que resulta santo y seña de su destino. Walsh concibe el inflamable temperamento de Cody como centro de su relato, tanto en la violenta relación con su amante (una deslumbrante Virginia Mayo), como en esa furiosa dependencia de la figura materna, que resulta el último impulso para una condenada escapatoria. Disponible en Apple TV+.
Pollitos en fuga (Peter Lord, Nick Park, 2000)
Luego de los extraordinarios cortos sobre las aventuras de Wallace & Gromit –que luego darían origen a su propia película-, Nick Park y Peter Lord convierten a las gallinas de una granja en las astutas artífices de la fuga más espectacular de la animación. Como repite el atribulado señor Tweedy en más de una ocasión, detrás de la aparente tontera de la población avícola existe toda una organización para el escape. Y el cerebro es Ginger, una impetuosa gallinita pelirroja que no se cansa de imaginar variados planes de fuga. Mediante túneles, saltos al alambrado y sucesivas distracciones se encarga de motivar a sus compañeras de encierro para alcanzar la libertad más allá de la colina verde. La llegada del gallo Rocky, engolado habitante de las atracciones circenses, será el perfecto disparador para el plan tan esperado. Pollitos en fuga sigue todos los pasos del cine de fugas: las estratagemas, los obstáculos, la intervención de los carceleros. Pero no olvida que detrás del humor y la adrenalina de la aventura está el trabajo en equipo como llave del éxito de toda empresa. Disponible en Netflix.
No somos ángeles (Michael Curtiz, 1955)
Ambientada en la Isla del Diablo durante la víspera de Navidad de 1895, No somos ángeles se concentra en las horas posteriores a la fuga de tres presidiarios que intentan salir de ese confín de la Francia colonial. Colorida y musical como toda película navideña, la historia de estos tres convictos es también la de la familia Ducatel, enredada en traspiés económicos y asuntos de herencias. Simpáticos y desaliñados, los presos se convierten en los inesperados ángeles de esa Navidad, escapados de su propio pasado y atraídos por los desafíos de esa bondad recobrada. En 1955, ya en la etapa final de su carrera, Humphrey Bogart hizo dos veces de presidiario fugado, primero en esta fábula navideña, teñida de colores y buenos augurios, y luego en la sombría Horas desesperadas de William Wyler, donde también junto a dos compañeros de fuga se introducen en un hogar familiar, ya no como ángeles salvadores sino como sembradores del terror. Disponible en Qubit TV.
Escape de Los Ángeles (John Carpenter, 1996)
Pensada como una secuela de la exitosa Rescate en Nueva York (1981), la nueva excursión de Carpenter a la ciencia ficción no es solo una nueva metáfora política de los años 90, en plena era Clinton, sino una divertida reescritura de la aventura original del desclasado Snake Plissken (Kurt Russell). En esta nueva distopía, 2013 encuentra a la ciudad de Los Ángeles convertida en una prisión para indeseables del régimen teocrático que gobierna Estados Unidos. Hollywood se ha convertido en un basurero y lo gobierna una especie de émulo del Che Guevara coronado como emperador improvisado de esa Roma en decadencia. Plissken sigue tan cínico y temerario como siempre y en su planeada fuga de aquella ciudad amurallada debe rescatar una pequeña caja negra con todos los secretos del poder del mundo. A contramano de todas las historias de grandes escapes, aquí no hay estrategias ni trabajo en equipo sino la gesta solitaria de un Plissken parco y desencantado, tan explosivo como digno de la mirada de Carpenter. Disponible en Netflix.
La habitación (Lenny Abramson, 2015)
Antes que la historia de una fuga, La habitación es la historia de un confinamiento. Durante siete años, Ma (Brie Larson) y su hijo Jack (Jacob Tremblay) viven en una diminuta habitación, custodiados por su secuestrador, sin imaginar el mundo del afuera más que como un ideal perdido. Basada en la novela de la irlandesa Emma Donoghue, la película delinea los contornos de esa experiencia apoyada en el vínculo afectivo entre madre e hijo como el verdadero impulso al deseo de libertad. El armado del plan requiere del talento de la representación, incluso hasta llegar al horror de interpretar la propia muerte. El irlandés Lenny Abramson, quien este año deslumbró como director de la excelente miniserie Normal People, aquí establece las coordenadas de la puesta en escena en ese cubículo que se define como realidad y prisión, en la justa confección de sus límites y en el despegue del anhelo inevitable de su transgresión. Disponible en Movistar Play.
¿Dónde estás Bernadette? (Richard Linklater, 2019)
La vida de Bernardette Fox, una brillante arquitecta que hace veinte años ha dejado su profesión y habita una excéntrica mansión en Seattle, parece haber llegado hasta el punto de de fuga. Esa fuga que Linklater reinventa en imágenes a partir de la novela de Maria Semple es esencialmente un viaje interior, la salida posible de los miedos y las incertidumbres que la desviaron de su pasión y sus anhelos. La película nos descubre a Bernardette en el permanente intento de sabotaje de su presente, tanto en su conflictiva relación con una vecina (una genial Kristen Wiig) por el jardín como en sus erráticas conversaciones con una secretaria virtual. Cada estrategia para salir de su encierro, desde el viaje planeado a la Antártida hasta el auxilio de los medicamentos, forma parte de la permanente travesía del personaje, al que Cate Blanchett dota de una exquisito desvarío y de un arte preciso para la comedia. Disponible en Movistar Play.
Sueño de libertad (Frank Darabont, 1994)
Sueño de libertad es uno de los más celebrados y atípicos best sellers de Stephen King y ha conseguido en su adaptación mantenerse fiel al espíritu del texto original. Humano sin hundirse en el sentimentalismo, el relato explora los confines del encierro a partir de la llegada a prisión de Andy (Tim Robbins), nuevo en ese mundo tan bien conocido por Red (Morgan Freeman). La historia es también la de la inesperada amistad que se teje entre ellos, la del inquietante asombro por la imperturbable resiliencia de Andy, la del horizonte de la salida como un destino concebido. La paciencia y la lealtad, dos de las claves de la historia de King, se convierten también en la estrategia del director Frank Darabont, nunca en busca de transgresiones ni traiciones sino decidido a mantenerse cerca de sus personajes, fiel a su progresivo crecimiento, a esa llama interna de esperanza que asoma tenue pero nunca se extingue. Disponible en HBO Go y Movistar Play.
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