Pantaleón, la película
El director ya hizo otros films sobre obras de Vargas Llosa
LIMA.- Al director peruano Francisco J. Lombardi no le gusta que le digan que representa a la vanguardia. "Yo hago películas, lo mejor que puedo", dice a La Nación en su oficina de Inca Films, cercana al elegante barrio de Miraflores.
Allí, entre afiches que recuerdan su larga filmografía -comenzada en 1977 con "Muerte al amanecer", a la que siguieron "La ciudad y los perros", "La boca del lobo" y "Caídos del cielo", entre otras-, Lombardi no puede ocultar su entusiasmo frente a "Pantaleón y las visitadoras", su último largometraje que se estrenó en Perú a fines de 1999 y tuvo un millón de espectadores.
"Pantaleón y las visitadoras" se verá el jueves en Buenos Aires, presentada por Artistas Argentinos Asociados. Ya fue exhibida en las principales capitales europeas y latinoamericanas y ganó numerosos premios internacionales, entre ellos el de Gramado.
Lombardi es poco afecto a la sonrisa. Su rostro barbado y su voz casi susurrante configuran una personalidad a primera vista hermética, pero a poco de comenzar el diálogo, que en este caso se prolongó durante dos horas, demuestra una clara inteligencia acerca del cine y de las realidades peruana y mundial. Recuerda su nacimiento en Tacna, sus malogrados estudios de abogacía, su viaje a la Argentina para ingresar en el Instituto de Cinematografía de Santa Fe, fundado por Fernando Birri, y su trayectoria como crítico de cine. "Claro que rodar en un país como el Perú, con una industria fílmica inexistente, imponía un desafío. Y me enfrenté a él. Comencé a hacer cortometrajes hasta que, en 1977, con un capital reunido entre familia y amigos, dirigí "Muerte al amanecer", que fue premiada en Locarno, Tashket, Cartagena, Mérida y La Habana."
En 1978, y con el episodio "Cuentos inmorales", que integra el film "Los amigos", y dos años más tarde, con "Muerte de un magnate", el nombre de Lombardi adquirió relevancia internacional.
"Tuve paciencia y suerte, y así me hice un lugar dentro de una cinematografía que, en el Perú, seguía sin contar con apoyo estatal", dice el realizador.
-¿Por qué casi todos tus films están basados en obras literarias?
-Soy un lector muy ávido y cuando tengo entre mis manos un libro que me atrapa lo imagino como un guión.
-En tu obra, el nombre de Mario Vargas Llosa ya es familiar, pues en 1985 dirigiste "La ciudad y los perros". ¿Qué te impulsó a volver a ese escritor?
-Todo sucedió casi por casualidad. El productor televisivo José Enrique Crousillat, uno de los más prestigiosos de América latina, me propuso hacer una serie basada en "Pantaleón..." Me pareció una buena idea, pero a medida que Giovanna Pollarolo y Enrique Moncloa iban avanzando en el guión, yo notaba que esa historia merecía la pantalla grande. Crousillat aceptó mi idea y así nacieron, al mismo tiempo, la serie para TV y la película.
-¿El fútbol es tu otra pasión?
-Sí (esta vez Lombardi sonríe), desde niño. Mi adolescencia transcurrió entre un estadio de fútbol y las salas de cine. Siempre fui admirador del Sporting Cristal y sus autoridades creyeron que yo podía integrar la comisión directiva. Pensé que se trataba de una broma, pero actualmente presido esa institución... Me siento muy honrado por eso.
Sobre "Pantaleón y las visitadoras", el director destaca la labor de los actores: "Haber podido contar con Angie Cepeda, una actriz surgida de la televisión que demostró una enorme garra dramática, y Salvador del Solar, otro actor de popularidad, fue una enorme suerte".
Vivir de proyectos
Tras el éxito de "Pantaleón y las visitadoras", Lombardi acaba de finalizar el rodaje de "Tinta roja", "una trama -explica- que gira en torno del mundo del periodismo amarillo, con un protagonista casi agónico inmerso dentro del mundo de una juventud olvidada... Esta película la realicé en coproducción con España, y se estrenará dentro de un par de meses en Perú".
-¿Hay, además, algún otro proyecto inmediato?
-Tengo algunos guiones originales que todavía no pude llevar a la pantalla. Yo soy un cineasta que vive más de proyectos que de realizaciones... No se piense que es cosa fácil concebir aquí, en el Perú, un plan cinematográfico que tenga largo alcance. Todo es difícil, complicado y angustiante. Felizmente, por medio de mi productora Inca Films, logro milagrosamente hacer una o dos películas por año, dentro de un total de cuatro o cinco por año, en el mejor de los casos. Lo importante es no desanimarse y seguir creyendo que el cine es la cara más visible de cada pueblo.
De abogado a estrella de TV
LIMA.- Salvador del Solar es uno de los actores jóvenes más sólidos y populares del Perú.
En un alto de la grabación de la telenovela "Pobre diabla" -en la que, como en "Pantaleón y las visitadoras", forma pareja con Angie Cepeda-, este limeño cordial y bien dispuesto al diálogo recorre los inicios de su trayectoria artística.
"Mi primera vinculación con el arte -recuerda- fue mediante el teatro. En 1994, y ya recibido de abogado, decidí inscribirme en un taller de actuación que dirigía Alberto Isola, uno de los puestistas más respetados del Perú. Allí aprendí todos los rudimentos del escenario e intervine en obras tan importantes como "Rey Lear", "Noche de reyes" y "Como te dé la gana"... Paralelamente, me convocaron para protagonizar la telenovela "Los unos y los otros", que tuvo una gran repercusión en América latina. Lo demás, vino por añadidura y por empecinamiento."
-¿El cine ya había llegado a tu vida?
-Sólo en 1997 rodé mi primera película, titulada "A la media noche y media". Un año después, protagonicé "Coraje", pero mi popularidad comenzó a crecer a través de las telenovelas, un género al que le debo enormes agradecimientos.
-¿Qué representó tu participación en "Pantaleón y las visitadoras"?
-El espaldarazo definitivo... Por este trabajo gané premios en los festivales de Cartagena de Indias, Troia y Gramado... Pero, por sobre todo, tuve la suerte de ser dirigido por Francisco Lombardi, sin duda el más respetado cineasta peruano.
Poco le importa a Salvador del Solar que muchos lo encuentren parecido a Antonio Banderas. "Respeto enormemente a Banderas, pero si soy actor, deseo serlo por mis propios méritos y por mi propio rostro. Ponerme en la piel de Pantaleón Pantoja me permitió comprobar que haber elegido la actuación no fue un desatino."
La noche ya cae sobre los edificios coloniales del centro de Lima. Y entre ellos, Salvador del Solar debe interrumpir el diálogo, asediado por decenas de "cazadoras de autógrafos".
"La popularidad es bien bonita -dice-, pero hay que impedir que maree. Ahora, lo que a mí me importa es seguir perfeccionándome en esta carrera que abracé con pasión y me está pagando con felicidad."