"El vivo es un lugar sin tiempo", dice Palo Pandolfo horas después de lanzar a través de Spotify la tercera y última entrega de El vuelo del dragón, un registro en donde repasa sus tres décadas de historia con la música a través de lo que él considera su hábitat natural. "No existe mejor forma de mirar atrás que sobre un escenario", agrega. "Ahí no me importa si es ayer, hoy o mañana."
Junto a La Hermandad, la banda que lo acompaña desde hace ocho años y dos discos (Esto es un abrazo de 2013 y Transformación de 2016), Pandolfo digitó un show calibrado para delinear los trazos apretados y zigzagueantes de su extensa obra. En una sola noche en el teatro Margarita Xirgu, con invitados especiales y el registro del estudio móvil de Romaphonic, El vuelo del dragón es un disco en vivo dividido en tres EPs, presentado en un formato de episodios -que una vez que salió la última y tercera parte, se editó completo en vinilo-. Ese registro directo sirve para probar la vigencia de esas canciones con las que Palo alimentó buena parte de la contracultura de los años 80 y 90 al frente de Don Cornelio y la Zona y de Los Visitantes, entre clásicos del porte de "Tazas de té chino" y "Ella vendrá" y algunas piezas menos visitadas como "Cabeza de platino" y "Auto unión". "Para mí siguen estando muy vivas", dice Palo, que este sábado 8 de junio empieza la gira presentación de El vuelo del dragón en La Trastienda, para seguir por Córdoba, Santa Fe, San Luis y Mendoza. "Son canciones que no se me duermen acá adentro, todo lo contrario: en cada show renacen más fuertes."
Siempre fuiste muy visceral e impredecible en vivo, ¿te sentís cómodo escuchándote en este tipo de registro?
Es un proceso adrenalínico. El disco tiene una calidad tremenda y fuimos muy respetuosos de todas las tomas y hasta quedaron todas las voces originales. Muchos discos en vivo, históricamente, desde Peter Frampton en el 75 en adelante, se regrababan enteros. Pero este es un disco muy honesto, y con una mezcla exquisita. Hay un par de temas que me parten la cabeza, como la versión de "El Rosario en el muro", que me parece pavorosa. Yo en vivo sufrí algo, un colapso energético, porque el tema es muy fuerte; cosas intensas del vivo…
En la Parte 1 están de invitado Onda Vaga en el tema "Estaré", ¿qué pasó con eso después de las denuncias de abuso en contra de la banda?
Bueno... El tema fue el primer corte del disco y a los quince días de entrar a sonar en todas las radios, cuando la estábamos clavando en el ángulo, surgió lo de las denuncias de abuso y un poco nos partió al medio el primer corte. Igual el tema se sigue cortando, sigue sonando, tiene veinte años. Es algo que, sin comerla ni beberla, nos la tuvimos que comer doblada. Nos afectó un poco la verdad, fue difícil.
¿En paralelo a la gira de El vuelo del dragón estás grabando disco nuevo?
Estoy componiendo, porque tengo un disco en la cabeza para hacer ahora, que tiene que ver con un pequeño corte con lo eléctrico; ya tengo veinte temas, pero me falta componer un poco más. En realidad son cuatro discos que estoy craneando hace cuatro años: el primero fue Transformación, un disco de rock con la banda, re elaborado desde lo eléctrico; después iba a hacer un disco de tango con Juli Venturini, que ya tengo repertorio pero será para más adelante; después otro proyecto de música electrónica, de tecno pop, con Daniel Gorostegui, tecladista de Cornelio y Visitantes, con quien ya tenemos unos quince temas pero todavía está en stand by; y un cuarto disco que es el acústico que estoy encarando ahora. En un momento dije: voy a hacer mis facetas, pero todas separadas. En vez de meter un disco que tenga algo de tango, algo de rock, algo de tecno, voy a hacer un disco de cada uno. A este acústico espero poder tenerlo para el año que viene.
Estuviste utilizando Twitter para componer, ¿con qué método estás experimentando ahora?
Lo de Twitter lo utilicé mucho para el principio de Transformación. Recogés un sentimiento a la mañana a primera hora, tirás un tweet poético con cuatro líneas que capturen esa idea y después a la tarde agarrás eso mismo y lo reescribís y lo desarrollás sobre una melodía. Estuve componiendo un poco así. Ahora estoy buscando melodías. También empecé a hacer algo que no hice nunca, que es tirar líneas de voz en el teléfono. Voy por la autopista o voy caminando y agarro esas frases que a veces te llueven como una máxima en la cabeza. Me gusta el clima y el tono que estoy generando.
¿Cuál es la necesidad de ir variando los métodos creativos?
Pasaron muchas cosas. Hubo años en los que componía de manera anárquica y sin sistema, como poseído. Pero con los años he sido padre, tengo una vida y me fui generando métodos, lo cual es interesante porque dentro de ese coto que uno se impone, uno estalla. Lo bueno de tener un coto es que tenés marcados los bordes donde poder rebotar y explotar ahí adentro. Ese sería el concepto del método.
Después de 30 años haciendo esto, ¿creés que tu objetivo con la música sigue siendo el mismo?
Viste que yo te decía que el escenario es el lugar sin tiempo... Me gusta el concepto del no tiempo porque tiene que ver con lo inmaterial, con lo espiritual. Como el espíritu que tiene otro tiempo, me interesa el concepto del espíritu en la música. ¿Qué quiero decir en la música? Entre muchas cosas, creo que lo más importante es decir, bueno, hay un mundo espiritual, no todo es material. Está esa sensibilidad espiritual, una energía que hay que cuidarla. El objetivo principal es ese: mostrar lo invisible, conseguir la eternidad, salir del miedo a la noche, el miedo al hambre, la materia, la casa, el techo. Hay otras cosas en el universo.
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