Pagan Peak: crímenes rituales en la frontera de Alemania y Austria
Se estrena una nueva adaptación de la serie nórdica El puente con muy buenos resultados
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Pagan Peak (Der Pass, Alemania/Austria, 2019) / Creadores: Cyrill Boss, Phillipp Stennert / Elenco: Julia Jentsch, Nicholas Ofczareck, Frantz Hartwig, Dominic Marcus Singer, Lukas Miko, Hanno Kofler, Natasha Petrovic / Disponible en: HBO Max / Nuestra opinión: muy buena.
¿Cuántas veces más puede adaptarse la serie nórdica El puente a una nueva frontera alrededor del mundo? Ya hemos tenido a la original, Bron/Broen, creada por Hans Rosenfeldt y situada en el límite entre Suecia y Dinamarca, pieza clave de la fama y el prestigio del scandi noir desde su estreno en 2011. Luego la coproducción entre Francia y Reino Unido ambientada en el Eurotunel que cruza el Canal de la Mancha y bautizada The Tunnell (2013), con tres temporadas en su haber. Por su parte The Bridge (2013), ubicada en la frontera entre México y los Estados Unidos con Diane Kruger y Demián Bichir como protagonistas, fue la menos prestigiosa pero quizás la más conocida. Sin embargo el filón parece no agotarse. Una nueva adaptación conduce la acción a la línea divisoria entre Alemania y Austria, en el corazón de los Alpes. En ese límite que separa la región alemana de Baviera y la austríaca de Salzburgo, aparece el cadáver de un hombre, inclinado boca abajo y con una crin de caballo entre sus manos. ¿De qué se trata esta vez? ¿De un crimen ritual?
Ese es el interrogante que persigue a la inspectora Ellie Stocker (Julia Jentsch), titular de la unidad policial de Múnich a cargo del caso. La peculiar ubicación del cadáver obliga a dividir responsabilidades con las autoridades austríacas. “Unos nos quedamos con la cabeza, los otros se quedan con el trasero”, esgrime el poco ortodoxo policía de Salzburgo, Gedeon Winter (Nicholas Ofczarek), apurado por desembarazarse del problema. La colaboración entre vecinos fue la clave de la serie original y también la alquimia entre las personalidades opuestas de los investigadores. Aquí Stocker es responsable y cerebral, eficiente en su trabajo y obsesiva en los detalles de la investigación; Winter acarrea un ignominioso traslado desde Viena, se dispensa en sus excesos y se encuentra comprometido con una familia del crimen que le pide favores a cambio de sus vicios. Entre ellos asoma menos la competencia que un divertido juego de opuestos, signado por las caras de fastidio de Winter y el insistente empuje de Stocker para llegar a la verdad.
Hasta aquí todo parece seguir los carriles obligados de la serie original. Una frontera, un cadáver, dos policías de regiones lindantes aliados en la pesquisa. Pero lo que distingue a Pagan Peak es el manejo de los elementos del folk horror como clave estética del crimen serial. El cadáver pertenece a un tratante de personas de origen búlgaro pero con pasaporte sirio. Una grabación con su voz aterrorizada y confesional es entregada a un periodista en Múnich. El asesino parece justificar su delito en un castigo ancestral, una venganza de la naturaleza. En esa intriga asoma un misterioso culto afincado en el bosque y comandado por Sebastian Brunner (Lukas Miko), un líder pagano que resulta heredero de Krampus, “la leyenda del hombre del bosque”. “La época roja se acerca” afirman unos tras otros los mensajes que entrega el asesino a sus improvisados delegados, de manera que la profecía del castigo parece cumplirse como el designio de un dios implacable.
A diferencia de las anteriores versiones de El puente, Pagan Peak se afirma en un tono seco y ominoso, adherido a los contornos culturales del folk horror pero también a la sombría narrativa que enreda al asesino con los relatos populares que sostienen la mítica del lugar. No solo la comunidad anclada en la región montañosa, con sus secretos y sus ceremonias, sino el resto de las víctimas que traen la oscuridad de sus propios pasados pecaminosos. Y si bien es cierto que las fallas de los investigadores, los traumas y las culpas que acarrean a la pesquisa, son un atractivo del género, aquí el detective Winter ofrece un personaje inusual, casi heredero de aquel inquietante Hank Quinlan creado por Orson Welles en Sed de mal. De corporalidad expansiva y mente insidiosa, Winter pulula entre su deber profesional y los compromisos con sus adicciones, pieza perfecta para la tentación recurrente de cruzar más allá de la legalidad.
La serie cuenta con dos temporadas, ambas ya disponibles en HBO Max. Como sucede en todas las adaptaciones, de la primera a la segunda cambia el crimen y sus responsables pero permanecen el ambiente y los investigadores. No obstante, en este caso se acentúa la ominosa lobreguez de ese universo creado con paciencia y rigor, de encuadres firmes e inquietantes, de silencios agonizantes y dolorosos. Winter persiste como el personaje más atractivo, cuyos contraluces adhieren humanidad al cerebral recorrido de su compañera alemana. Y en su segunda temporada, más citadina y cercana a los tópicos del noir antes que a los del terror, la búsqueda de los culpables también se realiza entre los propios.
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