Pablo Silva, el productor teatral argentino que apuesta por Madrid
MADRID.– El Kaso Dora, en 2003, marcó el desembarco del productor teatral Pablo Silva en España. Luego fue sumando en cada temporada europea nuevas propuestas con acento argentino, 15 en total, mientras su actividad en la "escena semiindependiente" porteña, como él la define, no cesaba. Radicado en España desde 2019 comenzó a tender puentes en las salas madrileñas, a abrir espacios de expresión y a producir artistas no solo argentinos. Sus últimas propuestas, Negra, con y del genial Dennis Smith, y Segunda princesa, con Lucas Ferraro, agotaron las localidades. La pandemia obligó a modificar los planes de su agenda llena de proyectos, pero sus ganas de presentar un menú atractivo de espectáculos de diversos géneros y estilos, se mantienen férreas.
El mismo idioma, una tradición compartida, pero también hay muchas diferencias entre la escena madrileña y la porteña. "En Madrid hay 25 salas y en Buenos Aires, 300", señala Silva. "En Madrid el teatro independiente tiene menos volumen que el porteño. Hay teatro oficial y comercial. En Buenos Aires hay muchas franjas de producción y algunas obras no son totalmente comerciales, estatales o independientes", explica el productor, quien además se asoció a la Escuela de Teatro Madrid, de Diego Bergier, donde imparte cursos y donde además produjo Bacanal. Además, trabaja, entre otros proyectos, en Sana sana (una de argentinos), dirigida por Miguel Ángel Solá, donde el actor compartirá el escenario con la autora de este obra poética, María Luz Solá Oteyza, hija del intérprete, y Néstor Ballesteros.
-¿De qué modo impactó la pandemia al teatro español, y, en particular, a la expresión independiente?
-Se ve depreciada su actividad económica y artística de manera importante. Estadísticamente, son muchos meses con los espacios cerrados y algunas salas no pueden sostener esa falta de ingresos. Hay ayudas y subvenciones, a través de mecanismos complejos, como en todos los países, pero las hay. Creo que el que mejor y más rápido respondió fue el teatro público porque tiene la capacidad y los medios. Hay 25 obras que aún no se pudieron estrenar. Acá aparece algo interesante, propio de la lógica del teatro independiente, que toma el teatro público: algunas obras se representan solo durante un fin de semana, es decir, se adaptan a una versión micro para que todos los actores tengan la oportunidad de actuar. Está bien como idea. Creo que el teatro independiente va a hacer lo mismo.
-Es decir, ¿el teatro independiente suma y multiplica su producción en lugar de reducirla?
-Hay pequeñas salas que tienen una gran cantidad de producciones. Pequeñas salas que trabajan ahora algunos días en los que antes no trabajaban, incluso con doble función. Los teatros independientes tienen que ir hacia la multiprogramación. Ahora es difícil, porque hay toque de queda, pero si las funciones empiezan más temprano, puede ser una buena alternativa.
-Y, en particular, ¿de qué modo afectó la pandemia a tu producción?
-Algunos artistas iban a venir desde Buenos Aires, otros volvieron porque no querían estar confinados en España. Cambió el mundo. Hay que convivir con un mundo postpandemia desde la generación de productos pensados desde esta nueva lógica universal.
-¿Qué opinás del streaming?
-La Argentina explotó de plataformas de streaming, mientras que en España las cosas fueron más relajadas, creo que un poco por la idiosincrasia cultural, donde la producción es más lenta. Pero, aunque la respuesta española fue más pausada, también fue más potente, con Scenikus, por ejemplo, una plataforma muy interesante.
-¿Cuál es el rol del Estado en las producciones teatrales españolas?
-La injerencia pública en las tres áreas (comercial, privada e independiente) es enorme. Acá las subvenciones aportan no solo a los teatros públicos, sino al pequeño off, y al comercial también. Además, las salas y las compañías están subsidiadas. Es impensable para la Argentina que haya festivales y teatros de estructura y fondos públicos gestionados por empresas privadas.
-Hablabas de las compañías. En España el concepto de compañía funciona muy bien. ¿Por qué pensás que casi no las hay en Buenos Aires?
-En Madrid entendieron hace mucho la idea de grupo. Hay muchas universidades que tienen sus propias compañías. Quizás en nuestro caso tenemos algo más individualista o una neurosis porteña.
-¿Por qué son tan cortas las temporadas teatrales en España?
-El teatro independiente acá se nutre de la energía de los actores. En Buenos Aires todo el tiempo los actores están viendo obras, van a ver a sus compañeros. El teatro independiente madrileño, en cambio, es muy pequeño. No existe el marketing, las redes. Hay que generar público local en Madrid.
-¿Qué ofrece Madrid para un productor teatral independiente?
-Hay ciertas deficiencias en el manejo de las salas, cuesta promover al público. Las obras de teatro independiente necesitan mejorar las propuestas artísticas y las salas, el manejo del marketing. Hay mucho teatro de aficionados y creo que hay un gran trabajo por hacer.
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