Pablo Alborán: un malagueño con los pies en la tierra
El cancionista regresará en marzo para presentar, con una serie de conciertos, su tercer álbum, Terral
La entrevista es en un hotel porteño cinco estrellas, de esos que en cualquier lugar del mundo tienen más de escenográfico que de real. El salón del encuentro simula ser biblioteca de algún escritor, seguramente, británico. Madera, libros pintados y otros reales, un globo terráqueo y mucho color verde inglés. Un espacio tan sobrio como teatral que hoy, con aires algo más hollywoodenses, invaden cámaras, reflectores, asistentes de prensa, maquilladores y un banner anunciando allí la presencia de uno de los cantautores españoles considerado referente de la música pop actual, de visita en la Argentina para promocionar Terral, su tercer álbum de estudio. Pero Pablo Alborán decide escapar por un rato de esa escena especialmente montada (sobre todo del maquillaje) y propone acomodarnos en un sofá chesterfield alejado del ir y venir de los asistentes.
"Mi forma natural es estar aquí, no en la luna. Mis valores, mis necesidades, costumbres y caprichos no son nada del otro mundo. Si tengo que ser sincero, una alfombra roja no me transmite comodidad; es una consecuencia de mi trabajo, pero, a pesar de lo divertido que puede ser a veces, no podría vivir constantemente ahí. No es modo de vida natural para ningún ser humano", comenta el músico de padre malagueño y madre francesa que, con este álbum, pretende volver a sus raíces, a su tierra: "En Málaga ciudad en la que nació el 31 de mayo de 1989 se llama terral a un viento muy caluroso que aparece en verano. Empieza siendo casi asfixiante, pero luego se convierte en una brisa fresca que envuelve. Huele a jazmín, la gente está de vacaciones, en la playa, con predisposición a pasarla bien y relajarse. Si bien grabé el disco en Los Ángeles, quería recuperar aquel espíritu y hacer evidente que fue compuesto en mi terruño".
Alborán, que regresará a la Argentina en marzo próximo -el 20 dará un show en el Espacio Quality de Córdoba; el 21, en el Luna Park porteño y el 26, en el Casino City Center de Rosario-, cuenta que, a los 7 años, ya le robaba la guitarra a su hermano, jugaba con el piano de su casa y asumía, tímidamente y con miedo de defraudar a su madre, que prefería la música al colegio. Más tarde entró al conservatorio, estudió guitarra, piano, lírico y empezó a componer canciones como "Amor de barrio" y "Desencuentro", que se escuchan en su álbum debut. Mientras la compañía independiente con la que trabajaba dudaba entre lanzar inmediatamente o no su disco, él decidió subir sus videos a YouTube -el primero tuvo más de 2.000.000 de reproducciones y eso sirvió para que las radios y compañías terminaran de convencerse. Así, al filo de los 21 años, editó un primer disco con su nombre en el título y que entraría al primer puesto de las listas oficiales de ventas en su país.
Ahora, apenas cuatro años después, sólo en España consiguió 26 discos de platino (ocho por el primer álbum, otros ocho por el acústico y 10 por el álbum Tanto), otros siete en Portugal y su carrera comienza a ser descubierta de este lado del Atlántico.
"Los premios son una bendición, un privilegio. Pero lo importante es el camino. Siento que todos los días se aprende y que esta profesión es inagotable. Estás recibiendo estímulos todo el tiempo. Si no es por un premio, es por una entrevista, un músico que conoces, un concierto, una colaboración? Estás constantemente en movimiento y a mí, que soy muy inquieto, hiperactivo, curioso, me resulta maravilloso. Disfruto del segundo a segundo. Me han pasado muchas cosas en estos últimos años, firmé mi primer contrato siendo adolescente y desde entonces no he parado".
Alta velocidad
Para Alborán, 2013 fue un año de muchos cambios en los que se vio envuelto sin que lo hubiera pedido. Sintió entonces que había llegado el momento de respirar, de tomar impulso, de volver a trabajar con calma, con los estímulos casi primarios de "cuando no había condicionantes".
Por eso, antes de comenzar a grabar Terral, un trabajo que, dicen, tiene la atmósfera y la frescura de un primer álbum y es un punto y aparte en su carrera, Alborán se propuso limpiar un poco su cabeza. "Pensé que si no vivía, no podría componer. Sin vivencias, no tendría nada que contar. Decidí entonces pasearme por Málaga, jugar en la playa con mis sobrinos, disfrutar de un domingo libre, volver a ir al cine, de compras y viajar quitándome el chip del trabajo -estuvo en Francia, Asia, África; recuperar la magia de la cotidianeidad, porque realmente soy más feliz en la calma y porque así es como se compone, a partir de los sentimientos".
Este año comenzó como un nuevo desafío, una nueva oportunidad. Pablo tenía una mochila llena de canciones -"Por fin", "La escalera", "Ecos", "Volvería", "Quimera" (a dúo con Ricky Martin), entre otras y en febrero se reunió por primera vez con los responsables del departamento artístico de Warner, su actual discográfica. Tocó entonces elegir productor y fue Eric Rosse, conocido por sus trabajos con Tori Amos, Maroon 5, Chris Isaac y Mary Lambert. En esta etapa, el objetivo conjunto era buscar un sonido menos barroco, quitar algunos elementos demasiado locales en cuanto a instrumentación y arreglos. Se quería desproveer la producción de ciertos elementos, aligerarla y guardar lo esencial, aunque unos y otros sabían que quitaran lo que quitasen, en palabras de Rosse, "Pablo iba a seguir siendo Pablo y el objetivo es hacer buena música y nada más".
Terral es un abanico de géneros musicales, hay latina, bossa, jazz, rock, música norteamericana y pop andaluz. "El sonido en general no está tan desvirtuado, hemos dejado que las canciones nos guíen a nosotros y no al revés. El sonido del disco es más orgánico, directo, más fácil. Yo con mi guitarra, sin trampa ni cartón. Vocalmente es más liberado. La música y sobre todo la voz humana no son perfectos, por eso se escuchan suspiros, risas, las cuerdas a veces desafinadas, el toque de mi mano en la guitarra, se escucha el ruido de la tecla del piano. Es un sonido más veraz, por eso cuando escuchas el disco sientes que te estoy cantando a ti, que no hay nada que condicione ese enlace".
Más allá de esto, Alborán confiesa que sigue moviéndolo el amor aunque el concepto del mismo haya cambiado. "En este disco ya no hablo de un amor adolescente, sino de uno real, más terrenal. Además, canto sobre lo que sucede en la calle, sobre lo que veo. Como chaval de 25 años había algo social que también necesitaba contar. La vida no es sólo amor, desamor y pasión."
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