Outlander: Claire y Jaime cada vez más cerca
Hacemos un repaso por lo que nos dejó el quinto capítulo de esta atrapante serie; nuestros protagonistas se preparan para el esperado reencuentro
Si de algo le ha servido a Claire (Caitriona Balfe) conocer el devenir de la historia, aparte de ser una fuente constante de desdicha -en especial luego de que entiende que no podrá evitar la batalla de Culloden-, ha sido para escapar de la muerte. En el nuevo episodio de Outlander entendemos que también puede servir para encontrar el camino de vuelta hacia Jamie (Sam Heughan), todavía en el siglo XVIII. Y todo gracias a una frase: “Whisky y libertad”. ¿Preparados para zambullirse en el anteúltimo capítulo antes de un pequeño impasse que hará la serie? Allá vamos... Pero antes les avisamos que hay spoilers, asi que si no vieron el capítulo de anoche no sigan leyendo.
Basta de flashes en el tiempo. Este capítulo, para decepción de los fanáticos, se centró en el siglo XX, en donde vemos cómo marcha la vida de Brianna (Sophie Skelton) y Claire en el presente. Y lo cierto es que ambas han regresado a Boston en cuerpo, pero sus espíritus, sus ganas y motivaciones, sus ilusiones, han quedado en Escocia, junto con la idea de encontrar a su verdadero padre y su verdadero esposo, respectivamente. Por ello, Brianna está fallando en Harvard y nos enteramos porque la cita un profesor para decirle que si no levanta la cabeza, va a perder su lugar en la prestigiosa universidad; y por el mismo motivo, el mejor amigo (o lo más cercano a eso que vemos en la serie) de Claire -un estudiante de la escuela de medicina que vimos en el tercer capítulo- se da cuenta que ésta sigue enganchada con lo que pasó en el viejo continente. En una sentida charla, amenizada por unos tragos, ella termina confesándole por qué está tan ausente. Le cuenta que sí, que conoció a alguien en Europa, que es el padre de Brianna y que todavía siguen enamorados aunque estén separados por fuerzas del destino... Omitiendo, claro, el pequeño detalle de que viven en siglos diferentes. “Fuck fate” (“a la mierda el destino”), le dice Jay a Claire, como instándola a que haga algo.
A continuación vemos como reaparece un personaje querido por todos, el gran Roger (Richard Rankin), que llega de sorpresa a Boston, esperando pasar unas pacíficas navidades con la familia de Brianna, conocer las tradiciones de los EE.UU. y de paso, darles una buena e inesperada noticia: finalmente, como buen historiador que se obsesiona con algo, ha dado con el paradero de Jamie. Pero las cosas no salen como él esperaba, que llega justo en medio de una acalorada pelea entre madre e hija, que provoca que esta última salga corriendo de la casa. Pasado el incómodo momento, Roger y Claire cenan juntos y entonces éste le confiesa lo que cree será una gran noticia: gracias a una frase que ella dice haberle enseñado a Jamie y que data de acontecimientos posteriores al tiempo en que ambos estuvieron juntos; él lo encontró, ya que leyó esas palabras en un viejo panfleto impreso en Edimburgo, en 1756. Y el lugar donde este panfleto fue impreso termina por cerrar la historia, una pequeña imprenta llamada “Alexander Malcom” (el nombre completo de Jamie es Jamie Alexander Malcolm Mackenzie Fraser). Ante esta revelación vemos pasar todas las emociones por el rostro de la multifacética Balfe: ilusión, alegría, amor y, finalmente, pena y enojo. ¿El motivo? Que ella ya había decidido cerrar este capítulo de su vida y volver a intentar vivir en el presente.
Una vez más Claire debe confrontar el pasado y sus deseos y responsabilidades en el presente. Si bien ahora es distinto y las ecuaciones parecen cerrar para que Claire regrese junto a Jamie -Brianna ya es grande y una mujer en vías de independizarse y su trabajo es importante, pero no lo es todo-, la culpa y el miedo de no volver a ver a su hija retienen a nuestra heroína, que necesita un último empujón.
Después de gritarle y enojarse con el pobre Roger -al tipo no le salió una desde que pisó suelo americano-, Claire y Brianna se encuentran nuevamente en un homenaje que la Universidad le hace a Frank. Ahí, además, nuestra protagonista se enfrenta con la mujer que amó a Frank (y él a ella) y lo acompañó en los últimos años de su vida, que aprovecha para llamarla "egoísta" por no haberle dado el divorcio y permitirles ser felices. Claire conmocionada, se ve reflejada en el deseo de la amante de Frank “de dar cualquier cosa con tal de poder pasar un día más con él”. Eso sumado a que luego de contarle el hallazgo de Roger a Brianna, ésta la insta a que vaya a reencontrarse con su marido. Claire empieza a sopesar más seriamente hacer el viaje. ¿Qué pasa si no lograra encontrar la forma de volver?¿Podría Brie vivir sin ella? ¿Podría ella? ¿Se acordará Jamie de ella? ¿La seguirá amando o habrá reconstruido su vida? En un momento muy emotivo, Brie le hace toda una declaración de amor e independencia a su madre: Claire renunció a su amado por el bienestar de su hija, ahora ella le dice que está dispuesta a renunciar a su madre para que vuelva a darle una segunda oportunidad al amor. Que es lo mismo que le dice su amigo Jay en otra charla.
Con esto se dan por comenzados los preparativos para el tan esperado reencuentro, primer paso: ocultar las canas. Sobre todo si el primer contacto de ambos va a ser luego de 20 años. Y aunque todos sabemos que tanto Balfe como Heughan siguen -aún caracterizados como cuarentones- encendiendo la pantalla, hay mucho por hacer. Acto seguido, Claire también toma algunas cosas médicas del hospital, la penicilina y los bisturíes podrían ser de gran utilidad en el siglo VXIII (como nos contó la propia Balfe en una entrevista con LA NACION, esto será parte de un capítulo en el futuro). Llega la Navidad y los tres los festejan juntos en Boston, porque podría ser la ultima. Los regalos útiles están a la orden del día: monedas viejas para usar cuando llegue, un libro de historia sobre ese período particular y un pendiente de topaz que le regala su hija para cruzar el umbral (las gemas son necesarias, como había dicho Geillis). También Claire se pone manos a la obra y confecciona un vestido del 1700 cocido por ella misma, todo hecho de pilotos ya que en Escocia en invierno llueve mucho, y con suficientes bolsillos espaciosos para guardar pertenencias del siglo XX y ocultar otras cosas como fotografías de su hija y demás recuerdos.
Para no prolongar la despedida más de lo necesario madre e hija acuerdan despedirse en Inglaterra sin mayor alboroto y así Claire se aventura sola hacia lo desconocido. Aunque en este caso, no exactamente, sino en busca de un pequeño negocio familiar que funciona en 1700, en Edimburgo, en donde Jamie es ahora imprentero y dueño. Brianna se queda en la casa familiar festejando la Navidad con Roger, un vínculo fuerte se adivina comienza a gestarse entre ellos.
Mientras tanto, Claire emprende el regreso al pasado, una vez más. Sólo vemos su llegada a a la ciudad, ruidos de carretas, gente vestida a la antigua y otros que gritan sobre sus mercancías en la calle. Oh si, estamos de vuelta en el pasado. La última secuencia es suficiente para acelerarle el corazón a cualquiera: vemos como llega a la imprenta, abre la puerta y entra y escucha un acento escocés más que familiar preguntar: “¿Por qué tardaste tanto Georgie?" Ella se asoma y vemos la cabellera rojiza de Jamie. Allí está él, de espaldas. Allí está ella, mirándolo. Hasta que le habla, él se da vuelta y... se desmaya. ¿No es exactamente lo que esperábamos? No siempre se obtiene lo que se quiere, aunque a veces sí, como acaba de aprender Claire.
¿Dónde y cuándo verla? Los nuevos episodios de la tercera temporada de Outlander se pueden ver los lunes, a las 22, en FOX Premium, y al término están disponibles en la App de Fox y en el servicio on demand de Flow.
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