Otro viaje a las estrellas
James Lovell, el astronauta que fue encarnado por Tom Hanks en el film "Apolo 13", narró a La Nación su vida de película y anticipa una serie de TVsobre la gran aventura lunar
Antes de embarcarse en la fallida misión Apolo 13, el capitán James Lovell tenía un gesto que lo identificaba: con el pulgar en alto ocultaba la Luna por completo. Veinticinco años más tarde, Hollywood inmortalizó el gesto cuando Tom Hanks revivió esa odisea del espacio en la película "Apolo 13", basada justamente en el libro que escribió Lovell, "La Luna no alcanzada". Y aunque en el film de Ron Howard parece un recurso reiterativo, para Lovell ese dedo pulgar realmente es la medida de las cosas.
"Allá arriba, todo es en blanco y negro. El color no existe. En todo el universo, dondequiera que mirábamos, la única pizca de color provenía de la Tierra. Allí podíamos ver el azul de los mares, los tostados y marrones de la tierra y el blanco de las nubes. No se trataba más que de otro cuerpo. Unas cuatro veces mayor que la Luna. Pero contenía toda la esperanza, la vida y las cosas que la tripulación del Apolo conocía y quería. Entre todos los cielos, era el objeto más bello que se podía contemplar. Aquí abajo, las personas no conocen lo que tienen. Quizá porque son pocas entre ellas las que tienen la oportunidad de dejarla y luego estar de vuelta, como lo hemos hecho nosotros", escribió el capitán en 1968, cuando a bordo del Apolo 8 se convirtió, junto a sus compañeros de ruta, en el primer hombre que emprendía una travesía a la Luna y que viajaba más allá del campo gravitacional.
La medida de la fragilidad
Lo cierto es que Lovell dejó la Tierra cuatro veces. Cuatro veces tomó distancia y cuatro veces vio este planeta desde la Luna. Pero en el terreno firme del hotel donde se hospeda en Buenos Aires parece un hombre más. Con la misma serenidad de cualquiera que ha tomado el tren cientos de veces para ir a trabajar, el capitán asegura a La Nación que "250.000 millas no son nada" y que llegar a la Luna "sólo lleva tres días". Nada más.
Quizás sea por el tamaño de su dedo pulgar. Quizás porque realmente, si alguien fue y volvió cuatro veces, puede sentir que "la Luna está cerca". O porque, como dice él, "debemos alejarnos de la Tierra y mirar desde la Luna para ver lo que es esto: un pequeño planeta. La postura que más tarde utilizó Tom Hanks en la película, de ocultar la Luna con el dedo pulgar no sólo la copió de mí, sino que retrata lo pequeños que somos y cuán frágiles podemos ser. Yo no me siento distinto a ningún otro ser humano. Creo que he sido muy afortunado de tener las credenciales adecuadas, en el momento correcto, para el programa espacial. Eso se podría llamar destino. Realmente, cuando uno lo analiza, ir a la Luna no es tan lejos".
Un deseo frustrado
Lovell no volvió al espacio después de la experiencia del Apolo 13, en 1970. Sus deseos de convertirse en uno de los doce hombres que pisaron el polvo lunar quedaron frustrados definitivamente. Ahora más bien se dedica a los negocios terrestres de su propia compañía, Lovell Communications, y hasta viaja a la Argentina para promocionar la última miniserie producida por HBO, "De la Tierra a la Luna", que comenzará a verse el próximo sábado y de la que es consultor.
Queda claro: para el capitán, que hoy tiene 70 años, ser uno de los 34 hombres que viajaron por el espacio es apenas un dato más. Un privilegio también, lo admite. Pero nada que lo haga distinto "a alguien que estuvo ante las luces, fue un gran artista y luego nadie más se acordó de él".
Como un artista en el olvido entonces, Lovell toma distancia de aquellas luces que signaron su vida y la del mundo hace treinta años. El sabe que aquel vuelo que luego tomó forma de película despertó poco interés en los televisores del mundo. A diferencia de los 400 millones de personas que siguieron aquel gran salto de la humanidad que dio Neil Armstrong, la Apolo 13 sólo apareció en la TV cuando ya era una tragedia.
Pero Lovell no parece llevar los rastros de tanta historia encima. Ser astronauta y haber cruzado el espacio es igual -lo dice él- "a ser un alpinista que trepa la montaña. La trepa simplemente porque la montaña está allí".
Y puede ser. Pero él sabe que no es lo mismo mirar el mundo desde la cima del Everest que hacerlo a 250 mil millas de distancia. Las dimensiones son otras: "La Tierra es un pequeño planeta alrededor de una estrella. Eso está al borde de una galaxia. Y es sólo una de los millones de galaxias que hay en el universo. Por eso, si nos creemos demasiado, tenemos que pensar que realmente sólo somos un pequeño punto en otras civilizaciones inteligentes en la Vía Láctea. Y es malo que los líderes del mundo no puedan ir hasta allí para ver con lo que tienen que trabajar", dice tranquilo, como quien habla de un lugar que queda a la vuelta de la esquina.
Lo que hay que tener
En una serie de artículos que escribió Tom Wolfe para la revista Rolling Stone, en 1973, y que más tarde se convirtió en el libro "Elegidos para la gloria", el escritor dice que hay preguntas que los astronautas no contestan. Una de ellas, la más habitual entre quienes siempre tuvieron los pies en la tierra: ¿qué se siente? Y la otra: ¿por qué un hombre se decide a ser astronauta?
Lovell confirma la teoría. "Es difícil explicar para alguien que fue astronauta por qué quiso serlo. Es como preguntarle a alguien que trepa las montañas por qué las escala. Hay un cierto tipo de individuos a los que les gusta este tipo de trabajos. Son extravertidos, acostumbrados a vivir al borde del abismo, con experiencia en situaciones peligrosas -la mayoría de nosotros, los primeros astronautas, fuimos militares de combate, pilotos de prueba- y, por consiguiente, ir al espacio era una extensión del trabajo que ya hacíamos. Somos personas curiosas, somos aventureros. Pero a la mayoría nos gusta hacer cosas en la Tierra: yo hice viajes a Africa, al Polo Norte. Creo que el astronauta moderno es una raza diferente: no son pilotos de prueba ni saben cómo controlar el vehículo mismo. Son físicos, ingenieros, médicos, biólogos, porque trabajan en experimentos que utilizan la microgravedad. De modo que es gente a la que le gusta la aventura; pero son científicos, mientras que nosotros éramos verdaderos exploradores."
De todos sus viajes por el universo, el más frustrante y heroico a la vez fue, sin duda, el de la Apolo 13. Esa era la última oportunidad de Lovell de convertirse en uno de los hombres que pisaba la Luna, pero la misión falló. En cambio, se convirtió en el hombre que supo traer de vuelta a la tripulación a la Tierra.
"Cuando recién habíamos llegado yo estaba muy frustrado por no haber podido alunizar. A mi regreso llegué a dudar si abandonaba los vuelos, pero cuando vi a mi esposa, me di cuenta de que basta era basta. Aún había 21 astronautas que no habían volado y yo ya lo había hecho cuatro veces. Sin duda, creo que la NASA no quería llamar mucho la atención sobre la Apolo 13 porque había sido un fracaso. Durante muchos años, lo que quedaba de la nave espacial, estuvo en un pequeño museo del aeropuerto de París. Querían olvidarla porque la NASA recibe fondos para continuar por los éxitos, no por el fracaso. Sólo después de mucho tiempo comenzó a llamar la atención porque, aun cuando no habíamos alunizado, superar la crisis había sido un tremendo éxito.De hecho, volvimos a casa."
Como antes de embarcarse en la Apolo 13, Lovell alcanzó a tomar la medida de las cosas. En la nave (tal como se retrata en la película en la que Tom Hanks lo personifica y como él confirma que realmente fue) elevó su pulgar y desde una de las ventanas de la nave ocultó la Tierra por última vez. "Desde allí arriba también se puede ocultar la Tierra con el dedo pulgar. Pero ese planeta, a diferencia de la Luna que yo no podía pisar, tenía toda nuestras esperanzas, todo lo queríamos," Y agrega:"No me creo distinto de ningún otro ser humano. En todo caso, debo dejar que el juez de eso sea otro. La gente que me conoce debe hacer ese juicio: ¿he vuelto distinto?, ¿soy el mismo ?, ¿estoy introvertido o ausente ? Es cierto que a algunos astronautas les resulta difícil ajustarse a la vida. Pero, en general, nos adaptamos a nuestro futuro y uno siempre debe mirar hacia adelante. Ese es el desafío. Aún hoy mido las cosas con mi pulgar, pero lo hago con este mundo y con el de los negocios".
_¿Cree en Dios ?
_La gente frecuentemente me pregunta si estoy más cerca de Dios cuando estoy en la Luna. Mi respuesta es no. Dios vive aquí en la Tierra, en nuestras mentes, en nuestra fe. No hay diferencia en ir allí afuera. Mi creencia en Dios permanece igual antes, durante y después del vuelo. Obviamente, cuando uno ve la Tierra como realmente es, independientemente de cuál es su religión, probablemente tenga que creer que algo ha hecho que esto exista. Y hasta tanto alguien no me pueda decir y explicar cuán lejos allá arriba está, uno debe creer. Uno debe creer en algún tipo de Dios.
"De la Tierra a la Luna", en cifras
- 65 millones de dólares de presupuesto. Es la producción más grande de la cadena de TV HBO.
- 271 días de filmación.
- 500 efectos especiales y un centenar de exteriores.
- 100 protagonistas, 400 papeles con intervención verbal y centenares de extras.
- 17 nominaciones para los Emmy, considerados los Oscar de la TV.
- 21 luces de xenón, enfocadas sobre un espejo convexo de 1,8 metro, enfriado con agua, se usaron para simular el sol. Según HBO, es la fuente individual de luz más brillante de la historia del cine.
- 27.695 metros de superficie tiene el hangar donde se armó el set del paisaje lunar.
La historia de una gesta
El 1º de agosto, a las 22 HBO Olé estrenará la miniserie de doce capítulos, "De la Tierra a la Luna". Con un episodio inicial dirigido por Tom Hanks (productor ejecutivo de este ciclo y protagonista del film "Apolo 13", de Ron Howard), relata cada uno de los viajes del programa Apolo, desde 1961, con el desafío del presidente John F. Kennedy que lo inspiró, hasta 1972, la última vez que el hombre caminó sobre la Luna.
En el capítulo 6, por ejemplo, titulado "El Mar de la Tranquilidad", no sólo se verán las imágenes de los primeros pasos humanos en la Luna. Indiscreta, la cámara se meterá incluso entre los sentimientos de Neil Armstrong y Buzz Aldrin. Sobre todo en aquella decisión de quién iba a ser el primero en alunizar. Aldrin, con mucha visión de futuro, plantea que él quiere ser el elegido para poner el primer pie. "La humanidad sólo recordará el nombre del primero de nosotros", alegó en aquel momento. Y con razón.
También, en otro episodio, "De la Tierra a la Luna" incursionará el mundo de las mujeres de los astronautas. Aunque cada vez que una cámara se les acercaba antes del despegue, ellas repetían "estamos orgullosas, esperanzadas y asombradas", la realidad fue otra. En la miniserie, muchas de ellas -incluida la esposa de Lovell- contarán lo que realmente significa esperar en Tierra al marido que se fue a la Luna.
Aunque hay intervenciones de los principales protagonistas reales, "De la Tierra a la Luna" está concebida y armada a modo de miniserie y no de documental. El siguiente es un resumen de los capítulos que se verán, a razón de dos por sábado, siempre a las 22:
- ¿Podemos hacerlo? (episodio 1). Narra los comienzos, cuando el presidente Kennedy reta a la nación a enviar un hombre a la Luna antes del final de la década del sesenta. Apolo 1 (episodio 2). Las primeras amenazas: la muerte de los astronautas Grissom, White y Chafee en un incendio durante el ensayo de lanzamiento (1¡ de agosto).
- Hemos despejado la torre (episodio 3). Narra cómo la tripulación de la Apolo 7 esperaba convertirse en el primer trío en el espacio y los problemas que surgieron 24 horas antes del despegue. 1968 (episodio 4). En contraste con las tragedias de ese año -la Guerra de Vietnam, los asesinatos de Bob Kennedy y de Martin Luther King- se realiza la primera órbita alrededor de la Luna. La tripulación de la Apolo 8, entre los que viajaba el capitán James Lovell, experimenta el primer amanecer fuera de la Tierra (8 de agosto).
- La araña (episodio 5). Es la historia del módulo lunar, contada desde sus bocetos. El Mar de la Tranquilidad (episodio 6). El primer alunizaje del hombre (15 de agosto).
- Aquí son las cosas (episodio 7). Los tripulantes de la Apolo 12 cuentan cómo duerme un astronauta y las historias que ocurren durante el viaje. Interrumpimos este programa (episodio 8). Es la historia de la Apolo 13 contada por la prensa. La batalla entre el sensacionalismo y la seriedad (22 de agosto).
- Por millas y millas (episodio 9). Antes de comandar la misión, Alan Shepard debe vencer el escepticismo de sus colegas y una serie de obstáculos de la misión. Galileo tenía razón (capítulo 10). Antes de que la misión Apolo 15 se embarcara en su viaje, un profesor de geología prepara a sus tripulantes en un campo de entrenamiento. (29 de agosto)
- El club de las esposas (episodio 11). Presenta a un grupo tradicional de esposas de astronautas que debe enfrentar a la opinión pública. El viaje a la Luna (episodio 12). Es una celebración de todas las misiones lunares de los Estados Unidos. Destaca sobre todo el viaje de la Apolo 17, en 1972, la última vez que el hombre caminó sobre la Luna (5 de septiembre).
Fidelidad
"La mayoría de los autores nunca queda contento por cómo se lleva su libro al cine. Pero Ron Howard contó muy bien la historia en "Apolo 13". La primera vez que lo vi le dije: "No hay que transformar nada en ficción, no hay que levantar la película. Hay tanta aventura, tanto suspenso que simplemente contá la historia tal cual fue". Y si bien todos saben el final, Ron pudo mantener a la gente al borde de la butaca." Textual de James Lovell.
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