Oscar: con Parasite, Corea llegó a lo más alto del cine global
Algún despistado habrá pensado que estaba viendo una repetición de la entrega de los premios Grammy realizada hace dos semanas. Pero no: era la 92ª entrega de los premios Oscar, que tuvo tantos números musicales como contradicciones. Por un lado, los presentadores y sus discursos representaban la diversidad que no estaba presente entre los los nominados y ganadores. Por el otro, el triunfo del director coreano Bong Joon-ho y su película, Parasite, le dieron a la ceremonia un espíritu global. Ya con el galardón a mejor director, guion original y película internacional para la película de Corea del Sur –país que hasta este año nunca había recibido una nominación al Oscar– la Academia había enviado un mensaje claro: sus premios Oscar ya no son los galardones locales que el propio Bong había mencionado al compararlos desfavorablemente con los festivales internacionales.
Luego, cuando Parasite se transformó en la mejor película, el mundo del cine, por fin, derribó las fronteras.
Las contradicciones entre los artistas y obras nominados por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas –criticadas por su falta de diversidad– y la clara decisión de los productores de la entrega de premios apostar a la inclusión de todas las minorías, al punto de abrir la ceremonia con dos artistas negros y queer como Janelle Monáe y Billy Porter, se sucedieron a lo largo de la noche.
La morosa ceremonia apostó a la música una y otra vez para sumar la emoción que difícilmente provocó el anunciado triunfo de todos los favoritos: Joaquin Phoenix como mejor actor por su composición en Guasón, Brad Pitt y Laura Dern como actores de reparto por Había una vez en Hollywood e Historia de un matrimonio, respectivamente; Roger Deakins por la dirección de fotografía de 1917, el de Parasite como mejor película internacional, de Bong Joon-ho también por su guion original de la película coreana, así como el de Taika Waititi por su guion adaptado para Jojo Rabbit.
La película, ambientada en un pueblo de la Alemania nazi al final de la Segunda Guerra Mundial, también competía en el rubro de mejor diseño de producción, que quedó en manos de Había una vez en... Hollywood, mientras que el Oscar a diseño de vestuario fue para Jacqueline Durran por su trabajo en Mujercitas, de Greta Gerwig.
Las comediantes Maya Rudolph y Kristen Wiig fueron las encargadas de entregar estos dos rubros, injustamente considerados "menores", y demostraron que si alguna vez la Academia volviera a considerar tener un anfitrión, ellas deberían estar al tope de la lista de candidatos.
La única sorpresa en los tramos iniciales fue el hecho de que la mejor película animada fuera Toy Story 4. El film de Pixar no se llevó ningún galardón en los premios previos, pero el Oscar volvió a rendirse a los pies de Disney, que se adueñó del bloque con la presentación en todos los idiomas de "Into the Unknown", el tema musical de Frozen 2.
El gran ausente sobre el escenario había sido Netflix, que finalmente consiguió sus dos primeras estatuillas gracias a Dern y a American Factory, el documental producido por Barack y Michelle Obama para la plataforma, sobre una fábrica adquirida por un empresario chino, y el "choque de civilizaciones" resultante de la convivencia. Emocionada, Dern, que ya había ganado el Globo de Oro, el premio del sindicato de actores y el Bafta por el papel de la abogada especialista en divorcios en Historia de un matrimonio, les dedicó el premio a sus padres, los actores Diane Ladd y Bruce Dern, legendarios intérpretes con varias nominaciones al Oscar, pero ninguna estatuilla.
Para suplir la ausencia de un conductor, la ceremonia se transformó por unos minutos en un émulo de los premios Grammy, que se entregaron hace dos semanas. El actor de comedias musicales y coprotagonista de Nace una estrella Anthony Ramos presentó a Eminem, que interpretó "Lose Yourself", la canción de 8 Mile: Calle de ilusiones que ganó en la categoría de mejor canción en 2003.
La intención era celebrar la importancia de la música en el cine, un mensaje noble pero no demasiado pertinente, especialmente este año en que la única presencia musical en las películas nominadas fue Judy, la biopic basada en la vida de Judy Garland, por la que Zellweger se quedó con su segundo Oscar. Billie Eilish, principal ganadora de la ceremonia de los Grammy interpretó junto a su hermano Finneas una versión de "Yesterday" de los Beatles en el segmento In Memoriam, que cerró el recientemente fallecido Kirk Douglas e incluyó al basquetbolista Kobe Bryant, ganador de un Oscar por su documental Dear Basketball.
Entre momento musical y momento musical –el más alto fue el triunfo de sir Elton John por "I’m Gonna Love Me Again" de su biopic Rocketman–, se entregaron los premios a mejor edición de sonido –el ganador fue Contra lo imposible– y mejor mezcla de sonido que se llevó 1917, la película de Sam Mendes que a esa altura de la entrega del Oscar era considerada la favorita para el premio más importante de la noche, pero terminó con las manos vacías ante el imparable avance de Parasite y el reconocimiento de la Academia de Hollywood a Corea del Sur como gran potencia cinematográfica mundial.