Oscar 2023: el día después del premio para los argentinos y el balance de un viaje inolvidable
Un encuentro con Steven Spielberg en el Teatro Dolby, cocktails con el nombre de los actores y proyectos en marcha para Santiago Mitre forman parte de los detalles más relevantes
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LOS ANGELES.- “¿El día después? Me parece que este lunes cada uno de nosotros va a estar en su propio planeta”, reconoció Federico Posternak, uno de los productores de Argentina, 1985, cuando el sueño del Oscar ya quedó definitivamente atrás. Será extraño para el nutrido grupo de compatriotas y artífices de la película llegados hasta aquí no repetir los rituales cotidianos de los últimos seis meses, un período pródigo en encuentros, presentaciones, muestras de un gran espíritu de camaradería y el orgullo por el trabajo realizado en la película.
“¿Qué viene ahora? Se supone que después del Oscar no viene nada. Viene que hay que arrancar de nuevo. No queda otra”, agregó Ricardo Darín con el sentido del humor y la templanza de quien ya atravesó unas cuantas veces este tipo de situaciones y debe retemplar como referente del grupo el ánimo golpeado por la derrota frente a la alemana Sin novedad en el frente como mejor película internacional de ayer.
Dos horas y media después de terminada la ceremonia del Oscar 95, ya sin la ropa de etiqueta que lució en el Teatro Dolby, Darín habló en la puerta del exclusivo restaurante de Beverly Hills que recibió a parte de la delegación argentina para seguir la fiesta (en la que Argentina, 1985 era la gran protagonista) y palpitar sobre todo el momento del anuncio del ganador a la mejor película internacional. Allí se preparó un menú especial de cuatro cocktails preparados a base de tequila que llevaban nombres alusivos a la celebración: 1985, Darín, Lanzani y Oscar.
“No estamos tristes. Tampoco te digo contentos porque si venís de perder no estás contento. Estamos sí muy orgullosos y satisfechos con todo lo que hicimos. Tenemos una película que va a durar mucho tiempo en la memoria de los argentinos. A mí lo único que me entristece es que mucha gente se dio mucha manija en la Argentina porque venimos con todo el tsunami mundialista y arrancaron con eso de la tercera como si fuera un partido más, y eso me da un poco de pena. Pero la gente es inteligente y entiende cómo son estas cosas”, dijo también el actor, resumiendo un estado de ánimo que comparte con el resto del equipo de la película.
Darín cree que no hay ninguna lógica para buscar alguna explicación de lo que pasó. “Todo depende de la subjetividad de los votantes y me parece justo que sea así. Una cosa es el trabajo de hacer una película y otra es promocionarla y darle visibilidad es otra, algo que corre por otro lado. Aparentemente hay gente que hizo mejor las cosas que nosotros, pienso yo, y además es una gran película de alto impacto la que se llevó el premio. Hay que saber ganar y hay que saber perder”.
Lo mismo piensa Axel Kuschevatzky, otro de los productores, todavía un poco golpeado porque, como el resto de la representación argentina, llegó a imaginar en algún momento el triunfo. “Los espíritus de la isla no ganó nada; Los Fabelman, tampoco. Así funciona esto. No hay ninguna lógica interna o algún sistema que uno pueda decodificar. La Academia vota lo que le parece. Les gustó más una o les gustó otra. Habrán sentido que la película alemana hablaba de la guerra y ese es un gran tema contemporáneo. Puede ser. Pero a la vez nada invalida la existencia de las otras. Y no lo digo para consolarme”, señaló.
Kuschevatzky recordó que nunca hay resultados oficiales de una votación de la Academia de Hollywood dirigida al Oscar. “Uno jamás sabrá si perdió por 1500 o por dos votos. Es frustrante, pero no se puede hacer nada. Quiero alimentar mi fantasía de que fue por dos votos nada más. Nunca lo voy a poder chequear. Nosotros amamos la película y nos sentimos frustrados, no en los términos del que no sale de su casa por dos días, sino porque nos hubiese encantado que ganara”, dijo.
También nos advierte de que la temporada de premios no terminó del todo. Ahora se traslada a Madrid. “Quedan los Platino y nuestra película es la más nominada de toda la historia. Después de eso ya no es más nuestra, es de toda la gente. Por ellos nos hubiese gustado ganar el Oscar, para devolver ese amor enorme que recibimos durante todo este tiempo”, apunta.
De la presencia de Antonio Banderas y Salma Hayek en el escenario presentando el Oscar internacional y anunciando a su ganador se habló mucho tras la ceremonia. En el ánimo de muchos argentinos apareció latente la posibilidad de un triunfo por la identificación de estas dos figuras con el mundo del cine de habla hispana.
“Me confundió en un momento que subieran Antonio y Salma a hacer el anuncio. Me dije: ¡Uy! A lo mejor estoy leyendo mal las coordenadas. Pero inmediatamente miré hacia un costado porque los alemanes estaban sentados al lado nuestro, y cuando vi que los camarógrafos apuntaban hacia ellos ya estaba todo muy claro”, afirmó Darín. En el restaurante, todos los invitados argentinos vivieron algo parecido: creyeron que esa pareja podía ser un buen augurio para las aspiraciones de Argentina, 1985.
Los argentinos se enteraron de que iban a ser Banderas y Hayek los encargados del anuncio en medio de los preparativos en la flamante “alfombra champagne”. Kuschevatzky contó que el propio actor español se lo dijo en ese momento. “Fue interesante saberlo –dijo el productor- pero no se elige a una pareja porque ya se sabe qué va a salir en el sobre. Tiene que ver con la concepción de lo que significa una película internacional y por eso eligen a presentadores internacionales. Salma mencionó a la Argentina con mucha energía, pero cuando leyó el nombre de la ganadora no lo hizo con tanto amor. La próxima vez que la veo la vuelvo a abrazar...”
Más allá del resultado, Darín insiste en que el verdadero triunfo pasa por el recorrido mismo que hizo la película primero en la Argentina y luego en otros lugares del mundo. “Si vos creés que la meta está en algún lugar, te olvidás del camino. Y nosotros en ese camino tuvimos de todo: ganamos el Globo de Oro, el Goya, el premio del público en todos lados, recibimos abrazos y felicitaciones de la gente que adoró la película. No te podés olvidar del camino porque esa es la única meta. Lo demás es una charla. Y la meta siempre se corre de lugar”, afirmó el actor.
Algo muy parecido sostuvo Santiago Mitre cuando llegó a la zona de Beverly Hills después de pasar un rato, junto a Peter Lanzani, por la fiesta oficial de la Academia de Hollywood posOscar, conocida como Governor’s Ball. “A una película no la definen los premios, sino que generan su propia vida. Y Argentina, 1985 nos demostró que puede interpelar al público de la manera más elocuente. Se va a seguir viendo por mucho tiempo y en muchos lugares”, señaló el realizador después de su segundo cigarrillo.
Pero no había en sus palabras ningún dejo de frustración (“estar nominado y haber llegado a esta instancia es algo de lo cual tenemos que estar muy orgullosos”, sino de admiración y asombro a quienes se acercaron a él y a Darín para expresarles apoyo, simpatía y elogios a la película. Entre ellos, Mitre mencionó nada menos que a Steven Spielberg y al gran director de fotografía británico Roger Deakins.
“Estuvimos con Spielberg. Tenemos la foto –agregó Darín-. Y no fuimos como moscardones. Cuando Santiago y yo entramos al teatro él se acercó y se quedó charlando con nosotros. Nos dijo que le encantó la película. Divino estuvo. Me pasó lo mismo que con Cate Blanchett. Nunca te dan la sensación, de tan grandes que son, que te están regalando unos segundos. Todo lo contrario, se quedó a charlar con nosotros, meta abrazo, meta palmada”.
Con Spielberg, según las palabras de Mitre, hubo un diálogo “amoroso”. Pero ninguno de los interlocutores del equipo argentino dejará tanta huella como el belga Lukas Dhont, el director de Close, otra de las películas nominadas este año al Oscar internacional. “Es una película que adoro, bellamente dolorosa. Es uno de esos amigos que te llevás para toda la vida”, señaló Darín. “Lo queremos todos en serio, de verdad”, agregó Kuschevatzky.
Darín también contó que tuvo la oportunidad de saludar y felicitar a Edward Berger, el director de Sin novedad en el frente. “Él tuvo palabras muy cariñosas para nuestra película e incluso fue más allá. Con el ímpetu de los ganadores, me dijo: tenemos que hacer una película juntos”, relató con cierta sorpresa.
El recuerdo del momento más feliz de la estada del amplio grupo argentino llegado hasta Hollywood seguramente va a mitigar cualquier recuerdo ingrato ligado a la frustración de no haber podido ganar el Oscar. Ocurrió el sábado por la noche en la casa de nuestra compatriota Bárbara Muschietti, hermana y colaboradora principal de Andy Muschetti, el director argentino de mejor carrera actual en la industria de Hollywood.
Allí se congregaron, sin excepción, todos los viajeros: Mitre y su pareja, Dolores Fonzi; Darín y su esposa, Florencia Bas; Lanzani, Kuschevatzky, Posternak, Agustina Llambí Campbell, Santiago Carabante, Victoria Alonso (productores), Javier Juliá (director de fotografía), Micaela Saiegh (directora de arte), Mariana Mitre (directora de casting y hermana del realizador), Andrés Pepe Estrada (montajista), Pedro Osuna (compositor musical) y otros colaboradores del film.
Muschietti agasajó al equipo completo hasta con una torta con la foto del afiche de la película, que además podía verse en una pantalla enorme como una suerte de ritual, parecido a quienes vuelven a ver una y otra vez el partido decisivo del Mundial de Qatar contra Francia. Al final, todos cantaron juntos los temas clásicos de rock nacional incluidos en la banda de sonido.
“Es muy difícil que estemos todos juntos en un solo lugar –reconoció Kuschevatzky-. Todos estamos siempre en movimiento. El cine es una profesión nómade. Hay un punto en el cual sistemáticamente lo que termina pasando es que te encontrás y te desencontrás en el camino. Creo que no cerramos una etapa este domingo con el Oscar sino el sábado en la casa de Bárbara”.
La mayoría tiene previsto regresar el martes a la Argentina. El día después del Oscar será de descanso, distensión y quizás algún paseo. “Yo me voy a dedicar a hacer la valija –dice Santiago Mitre, risueño-. Hace un mes y medio que estoy afuera de mi casa”. Hace pocas semanas que el director firmó un acuerdo de representación para futuros proyectos no hablados en inglés con la poderosa agencia CAA, que trabaja con grandes figuras de la industria de Hollywood. El propio Mitre reconoció que ya estudia algunas ideas que le parecieron atrayentes.
En cuanto a Darín, seguramente tendrá por fin en las próximas horas la oportunidad de dormir una siesta, requisito imprescindible en su caso para poder sentirse relajado, algo que según propia confesión no había logrado desde que llegó a Los Ángeles. Y para mostrar su estado de ánimo, ajeno a cualquier tristeza o decepción después de la derrota, el actor compartió la siguiente anécdota: “Yo tenía un médico que había tenido un problema conmigo, no habíamos quedado bien y en un momento tuvimos una reunión en su consultorio. Era un hombre muy grande, una verdadera eminencia. Y después de revisar qué había salido mal de lo que teníamos en común, me dice: ‘¿Usted juega al truco, Darín?’, ‘Sí, doctor’, le respondí. ‘Bueno, esta es una mano en la que no ligamos nada...’
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