Onegin, con impar fuerza dramática
Espectáculo coreográfico. "Eugenio Onegin", música de Tchaikovsky arreglada y orquestada por Kurt-Heinz Stolze; coreografía de John Cranko repuesta por Jane Burne. Con Alessandra Ferri, Maximiliano Guerra, Adriana Alventosa, Alejandro Parente, Guido De Benedetti, solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable. Escenografía de Pier Luigi Samaritani. Vestuario de Roberta Guidi DiBagno. Director de la Orquesta Estable:Bruno D`Astoli. Directora del Ballet Estable:Raquel Rossetti.Teatro Colón. Llevar un drama literario al ballet de la magnitud de "EugenioOnegin", obra surgida de la magistral pluma de Alexander Pushkin, no es empresa fácil. Sin embargo, el genio artístico del coreógrafo JohnCranko pudo hermanarse con soltura y dar al mundo, en diferentes vías, dar otra obra soberbia que conmueve como la escritor ruso imaginó. Otra clave para que esta coreografía, de tres actos, tome alto vuelo, es la elección de quienes la interpretan. No se trata de personajes comunes y la hisotria urde, de principio a fin, un terreno donde se plasman todas las pasiones. Además, la técnica debe ser sumamente fuerte para ser la apoyatura de la sensibilidad y aliarse con libertad a lo que traducen los protagonistas. La cuestión no es bailar un drama e ilustrar con gestos y movimientos la tragedia, sino exprimirlos a través de los pasos, tal como si el alma y todas sus facetas fluyeran por la coreogarfía.
La puesta del Teatro Colón, la misma de la Scala de Milan (no es la original, magnífica, en tonos otoñales, de Heinz Rosen) es grandilocuente y densa, con algunos toques luminosos, tal como es lo poco que brilla en el corazón de los personajes centrales, sobre todo, en el de Tatiana.
Su vida, desde joven, se torna un infierno a partir de que conoce y se enamora de EugenioOnegin, cínico y diabólico personaje pleno de seducción. El es el pivote que acciona la fatalidad a las vidas que roza. La obra fue estrenada en el Colón hace dos años con el mismo elenco y con Alessandra Ferri (Tatiana) y Maximiliano Guerra (Onegin) en los papeles protagónicos, que ahora vuelven a interpretarla. Olga, hermana de Tatiana (Adriana Alventosa) y Lensky, su novio (Alejandro Parente) conforman un cuarteto que se entrelaza fatalmente y da pie a la historia.
En el primer acto, la joven Tatiana se enamora con idealismo e ingenuidad de Onegin. Este, no sólo desprecia su amor, sino que flirtea con Olga ante su novio, lo que desencadenará un duelo en el que Lensky morirá. Luego de diez años, en el último acto, se ve a Tatiana apaciblemente casada con el príncipe Gremin, una mujer que ha crecido en fortaleza a costa del sufrimiento y gracias al bálsamo de este sereno amor. Entonces regresa Onegin, arrepentido e instándola a unírsele. Si bien ella sigue amándolo, no cede, pero el hombre nuevamente destrozará sus sentimientos.
Alessandra Ferri exprime cada matiz de este papel por el que pasan ditintas etapas de la vida y una amplia gama de emociones. En cada escena cambia, gradualmente, hasta llegar a la cúspide dramática del final, donde lucha entre ceder al profundo amor y la voluntad de apartarse de quien, inevitablemente, daña su corazón.
Emoción al desnudo
La grandiosidad del espíritu y eldesgarrador dolor del personaje se traduce en Ferri naturalmente. Es una artista que tiene el poder y la comprensión para comunicar todo lo que acontece en el alma. Su actuación va madurando lentamente y va de la joven soñadora y dulce, la estremecida por el horror y el desconsuelo hasta la mujer plena del último acto. Vale la pena, sólo por citar algunos fragmentos del duelo, cómo su sola mirada a Onegin dice todo sin mayores gestos.
Maximiliano Guerra es la exacta contrapartida y actualmente, desde que lo estrenó, logró la verdadera asimilación del personaje. Onegin es un controlador de la existencia de otros para propio provecho, un especulador de los sentimientos ajenos. Eximio en su danza y como pareja, este bailarín muestra las facetas sombrías, calculadoras y magnéticas de Onegin.
Tatiana es el polo opuesto. Entre ambos se establece una lucha titánica de sentimientos y razón. En el último acto, su desesperación se iguala a la de la mujer; su amor, diferente, llega a idénticos niveles de intensidad. La simbiosis artística está consumada y da a la obra, de principio a fin, esencia y verdad.
Excelente es la interpretación alegre, coqueta y dolorida, con magnífica danza, de Adriana Alventosa, como Olga. Alejandro Parente encarna bien el temperamento bondadoso de Lensky .Bien Guido De Benedetti como el príncipe Gremin, el esposo de Tatiana. Muy homogéneo y con vuelo el desempeño del cuerpo de baile, dirigido por Raquel Rossetti, en escenas de gran movimiento de masas.
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