"Okupas", TV de alto nivel
"Okupas", miniserie protagonizada por Rodrigo de la Serna, Diego Alonso Gómez, Ariel Fernando Staltari y Franco Tirri. Elenco: Ana Celentano, Augusto Britez, Rosina Soto y Susana Machin. Autores: Bruno Stagnaro, Alberto Muñoz y Esther Feldman. Fotografía y cámara: Juan Cruz Bucich. Dirección de arte: Sebastián Roses. Vestuario: Vanesa Hojenberg. Editor: Alejandro Brodersohn. Sonido: Martín Grignaschi. Director de producción: Eliseo Zanusso. Asistente de dirección: Matías Stagnaro. Director: Bruno Stagnaro. Una producción de Ideas del Sur S.A. Miércoles, a las 23, por Canal 7. Nuestra opinión: excelente
En 1947, Luis César Amadori dirigía a Niní Marshall en "Una mujer sin cabeza" y, al año siguiente, a su esposa Zully Moreno en "Dios se lo pague". Amadori sabía manejar los resortes de la industria: a lo largo de su carrera supo generar comedias populares como "Me casé con una estrella", con Luis Sandrini, y también contenidos de otra envergadura como el drama policial "Caídos en el infierno".
En la vida cultural argentina suele haber una tendencia a separar en vez de unir: están por un lado los que reclaman para sí el lugar de quien ha realizado un "trabajo de autor" y desprecian a los protagonistas populares; y están, por otro lado, estos últimos, que contraatacan con el poder de la taquilla. Pocos pueden habitar las dos orillas.
Hoy, Marcelo Tinelli ha comenzado a cruzar el río que divide a la "alta"cultura de la "baja". Podría haberse quedado con el cotidiano éxito de once años de "El show de VideoMatch" pero ha decidido ser un motor de la industria televisiva, una usina que insufle sangre nueva a la pantalla chica. Sólo una visión a lo grande puede explicar que justamente Ideas del Sur sea la productora que acaba de generar el producto más innovador de la TV local.
"Okupas", la miniserie que Tinelli produce para Canal 7, irrumpió hace tres miércoles en una televisión demasiado cómoda, demasiado enamorada de sus seguridades. "Okupas" llegó para demostrar lo que puede el coraje.
La cruel verdad
A partir de "Gasoleros", muchas veces se repitió la idea de que ese tipo de programas mostraba la vida real. Sin embargo, ese estilo, si bien tiende a ser naturalista, es antes verosímil que verdadero. Creer que allí se refleja la realidad es como pensar que las películas de Doris Day y Rock Hudson fueron el espejo de la sociedad norteamericana de los años 50.
En este sentido, "Okupas" es el programa que con rigor puede ser descripto como un reflejo de la vida real de la gente "políticamente incorrecta" de Buenos Aires. Y el logro de la miniserie que emite Canal 7 no reside simplemente en abordar temas como la marginalidad (delincuencia o drogas incluidas) sino en cómo los aborda.
Hay una gran diferencia entre el modo en que la drogadependencia ha sido tratada en muchas telenovelas y series dramáticas, y la forma en que lo hace "Okupas".
En los primeros, los personajes que consumen cualquier sustancia prohibida -desde la marihuana hasta la cocaína- suelen sufrir remordimientos por haber incurrido en su adicción. En "Okupas", sólo se produce un conflicto moral ante la perspectiva de caer en el consumo de drogas fuertes y la lección llega, en todo caso, con el reflejo estricto de un proceso que incluye desde la búsqueda de un dealer hasta el placer decadente del consumo.
Los doce trabajos de Ricardo
Así se llega al punto de partida dramático de "Okupas". Ricardo (Rodrigo de la Serna) es un joven de clase media decidido a no tener futuro. Abandona los privilegios de su clase (la vivienda segura, la familia, la universidad, el trabajo) con el impulso interior de conocer otra forma de vida: busca acción, busca trasgredir los límites de su educación y odia su pertenencia social.
La oportunidad le llega con la oferta de su prima Clara (Ana Celentano), quien necesita una especie de sereno de 24 horas para cuidar una casona de Congreso que había sido tomada y acababa de ser desalojada por la fuerza de la ley. Ricardo se instala en la vivienda como si fuera un palacio mientras ante los ojos del televidente -y gracias a una estupenda tarea de la dirección de arte- aparece un lugar decrépito. Este es el punto en que el personaje cambia el decoro por una espinosa libertad. Aquí comienza una serie de experiencias que ya se perfilan, al estilo de los doce trabajos de Hércules, como los doce trabajos de Ricardo. Pero, mientras el héroe mitológico ascendía en su gloria, el de "Okupas" desciende hasta los márgenes de la inmigración ilegal (magníficamente interpretada por Augusto Britez como Peralta, un posible paraguayo que se hace pasar por salteño), la aspereza de la noche céntrica porteña y la violencia latente en los bordes del Gran Buenos Aires.
En ese proceso de iniciación lo secundan tres compañeros:el Pollo (Diego Alonso Gómez), Walter (Ariel Fernando Staltari) y Chiqui (Franco Tirri). Ninguno de los tres parece tener orígenes paupérrimos y, sin embargo, en ellos se ve la elección -hecha un poco antes, un poco después- de ese camino social descendente. Todos juntos representan a una juventud decadente que elige un presente sin vistas al futuro.
El elenco protagónico -excepto Rodrigo de la Serna- es un conjunto de caras nuevas. Entre ellas, la de Diego Alonso Gómez, que encarna al Pollo, un chico que intenta emprender el camino de vuelta hacia la integración, se constituye como el gran hallazgo de la miniserie. Su expresión, su intensidad, sus ojos, que parecen haber visto demasiado, hacen de él una de las presencias más impactantes de la TV de los últimos tiempos.
La ciudad como escenografía
Para contar esta historia, el cineasta Bruno Stagnaro, en su debut como director televisivo, rompe todas las reglas de la TV. Trabaja sin estrellas, registra una estética de la fealdad y, sobre todo, actúa como un ladrón de realidad. Los exteriores de "Okupas" son, como lo fue su película "Pizza, birra, faso", pinturas urbanas logradas a partir del anonimato.
Stagnaro y su troupe de camarógrafo y actores sale a la calle (las plazas, la estación Constitución, el tren) y se mezcla entre la multitud. Los actores improvisan e interactúan con la gente transformada, a partir de la realidad, en parte de la ficción. Buenos Aires es la escenografía de "Okupas". El director, a través de su talentosa mirada, captura imágenes verdaderas que selecciona del gran bazar de personas, animales y edificios que tiene a su alrededor: transmite la imagen de una ciudad que existe, pero que la ficción televisiva se resistía a ver.
Por su director, por su elenco, por su guión, "Okupas" es un producto inquietante y llegó a la TV para inaugurar un nuevo estilo de ficción que puede dibujar personajes mientras expone una porción de la realidad hablada, actuada y sentida como en la vida misma. Aunque se trate de una cruel verdad.