"Estamos en un momento bisagra de la banda", dice Martín Martines, el cantante de Ojos Locos, un rato antes de comenzar uno de los últimos ensayos para el show que el grupo del barrio de Villa Real ofrecerá el sábado en Vorterix. "Se acerca la despedida del último disco [Tocando mañana, de 2017] y el momento de empezar a trabajar en material nuevo. Es como un fin de ciclo y el inicio de otra etapa, por eso estamos preparando una lista larga."
Compañeros generacionales de bandas como Callejeros –tocaron como teloneros en Cromañón la noche trágica del 30 de diciembre- y El Bordo, el grupo de Martines acaricia la madurez manteniendo el perfil bajo adoptado desde el comienzo –conceden pocas entrevistas, prefieren evitar las sesiones de fotos- y en el último tiempo se abrió a otros estilos, como el tango o el formato canción con instrumentos de la cultura celta. "Si bien hubo una evolución de parte nuestra en cuanto a la ejecución de los instrumentos y la parte compositiva", dice, "creo que el cambio más grande está en la visión de por qué estamos haciendo esto."
El año pasado se cumplieron 15 años del primer demo y lo celebraron con una reedición y un show especial, parece que a diferencia de muchas bandas ustedes no reniegan de las primeras composiciones.
A veces uno reniega con el diario del lunes: me escucho ahora y digo "mirá como canté esa parte..." o "esto lo podría haber hecho mejor". Pero ese demo fue algo muy importante para lo que vendría después. En aquel momento estábamos practicando cinco o seis temas que teníamos cerrados y La Mississippi nos invitó a tocar con ellos en Niceto, en la gira barrial que estaban haciendo. Unos meses después estábamos en una simbiosis lúdica tan grande que decidimos grabar las 10 canciones que teníamos. Fue un período muy lindo. No renegamos en absoluto ni de las letras. Haber tocado en vivo todos los temas en el mismo orden del disco fue como un viaje al pasado. Cuando empezamos era una época de bastante incertidumbre y la banda fue como tener un norte en un momento que pensábamos: "Qué mierda hacemos en este país". Hoy te puedo asegurar que hay un montón de pibes que están pensando lo mismo.
El año pasado en un show de La Beriso, Rolo frenó al público que protestaba contra el presidente, ¿qué opinás de la actitud que él tuvo como frontman de una banda de rock?
No estoy para nada de acuerdo con lo que dijo Rolo. Cuando el público se expresa, tenés que respetarlo. Nosotros no somos de bajar una línea partidaria explícita, pero sí tenemos una mirada bastante crítica de lo que está pasando. Pensar que van a hacer o dejar de hacer ciertas cosas que les digamos los músicos desde un escenario sería subestimar al público, y hacerlo callar como un rebaño es lo mismo que mandar a las personas a dormir antes del resultado de una elección. El espíritu del rock es generar una visión propia del mundo y abrir caminos para cuestionarlo desde el pensamiento.
¿Por qué decidieron hacer una campaña para que ingresaran gratis al próximo show menores de entre 7 y 15 años acompañados de un mayor?
Nunca lo habíamos hecho. La mayoría de nuestros shows son en el conurbano, en lugares en los que se toca tarde, y cuando decidimos tocar en Vorterix la productora nos propuso la idea y nos pareció muy bueno. Pusimos una cantidad limitada de entradas para los menores y se agotaron enseguida. Parece que algunos seguidores de Ojos Locos van a venir con sus hijos, sobrinos o hermanos menores.
Muchas veces se habla de la renovación del rock en función de las bandas nuevas, pero pocas veces se tiene en cuenta al público más joven, ¿tiene un poco también que ver con eso?
La renovación de cualquier estilo musical tiene que ver con los jóvenes. Creo que, si bien tienen puntos en común, la renovación del público y de los artistas van por caminos separados. El otro día hablábamos de que toda banda tiene que tener una renovación de público porque si no… [risas]. El que tenía 17 o 18 años cuando empezamos con Ojos Locos hoy está casi en los 40, tiene hijos o está en otra. Aunque por suerte tenemos mucho público grande que nos sigue.
Hace poco apareció el tango en los shows de Ojos Locos, ¿cómo te sentís cantando "Melodía de arrabal" acompañado de un bandoneón y piano?
La idea de hacer ese tango fue como un berretín. A muchos de los chicos de la banda le gusta el tango y yo lo fui mamando por mi vieja, que lo escuchaba en mi casa. Quizás por una cuestión generacional, al tango siempre se llega un poco más tarde que al rock u otros estilos. Nosotros tenemos la teoría que el tango es al rock lo que es el blues al rock americano, en cuanto a la temática. Y no me refiero al tango de la vieja guardia, que hablaba todo el tiempo de la mina y cafiolos, sino del de mucho más acá que tiene un nivel literario y de crítica social de puta madre. En un momento se pensó que el rock iba a matar al tango, pero creo que es el lugar en el que, por afuera del circuito comercial de los japoneses, seguirá perdurando.
En el último disco, Skay Beilinson aportó guitarras en una canción y Mimi Maura le puso su voz a una letra tuya. ¿Qué significó para vos la participación de ellos?
Fue un gran privilegio contar con Skay y Mimi Maura porque fue un disco que marcó un gran crecimiento del grupo. Por primera vez abrimos la composición a todos los integrantes de la banda.
No suelen hablar mucho de lo que les pasó en Cromañón, algunos se olvidaron de que Ojos Locos fue la banda que tocó antes de Callejeros la noche de la tragedia.
Lo de Cromañón es un hecho que nos marcó para toda la vida. Hemos tenido un perfil bajo en cuanto a los medios de comunicación porque creemos que no es el lugar para debatir un tema tan complejo en 15 minutos de entrevista radial o en media página de un diario. Desde el primer momento decidimos no sacar ningún rédito como banda porque queremos que la gente nos conozca por nuestra música, que era lo que veníamos haciendo muy bien: un mes antes de Cromañón tocamos en Asbury Rock para 900 personas. Entonces dijimos: "Sigamos nuestro camino y veamos hacia dónde nos lleva".