Thom Yorke describió a Anima, su excelente disco nuevo, como un álbum "distópico", lo cual por supuesto no es una sorpresa. Con o sin Radiohead , el futuro apocalíptico siempre fue su fuente de inspiración. Yorke podría pasarse el disco entero tirando rimas sobre la base de cualquier hit del Top 40 e igual lograría sonar distópico. Pero nadie podría acusarlo de exagerar: ahora que el mundo se puso todavía más tenebroso que en la época de A Moon Shaped Pool (2016), el último álbum de Radiohead, él decidió abordar nuevas pesadillas.
Anima son 48 minutos de confesiones electrónicas abstractas, escritas y producidas en colaboración con Nigel Godrich, e inspiradas en los métodos experimentales de Flying Lotus. En el arranque del disco, la voz digitalmente distorsionada de Yorke se traga las palabras ("No puedo respirar", "no queda más agua", etc.) entre sintetizadores rotos y loops de percusión glitcheados. Habla de ansiedades tanto geopolíticas como personales, un reino de paranoia y ansiedad paralizante en el que se siente como en casa.
El disco se editó en simultáneo con una película de 15 minutos dirigida por el cineasta Paul Thomas Anderson (habitual colaborador de Radiohead), musicalizada por tres temas del álbum y coprotagonizada por la actriz italiana Dajana Roncione, la pareja de Yorke (ya está disponible en Netflix). La música está en la misma sintonía de sus proyectos recientes, como la banda de sonido de la remake de Suspiria y la obra de su grupo paralelo Atoms for Peace. No hay nada de la adrenalina rockera de la última gira de Radiohead. En cambio, se pone minimalista sobre una percusión de palmas en "The Axe", en la que dice: "Maldita máquina, ¿por qué no me habla? Un día le voy a hundir un hacha". Después, nos regala un momento muy Yorkeano, cuando mira la pantalla de su computadora y se pregunta: "¿Dónde está el amor que me prometiste?"
Como en The Eraser y Tomorrow’s Modern Boxes, sus discos solistas anteriores, Anima está construido por canciones que se sostienen solas, y al mismo tiempo mantienen al disco en un estado de cambio constante. Uno de los mejores temas es "I Am A Very Rude Person", con una línea de bajo que se arrastra y un coro de cantos gregorianos. "Tengo que destruir para crear", dice Yorke. "Tengo que ser grosero en tu cara/ Estoy rompiendo las bandejas/ Ahora voy a ver cómo muere tu fiesta". Su voz va desapareciendo debajo de un loop de guitarra que suena como si Robert Fripp tocara en Sonic Youth. La fiesta se muere, pero no sin pelear.
La frutilla del postre es "Dawn Chorus" un tema conocido por los fans de Radiohead, que lo escucharon como un bootleg inédito de la época de In Rainbows. Es complejo pero etéreo, gracias a un ruido solitario de teclado y al murmullo de Yorke, que canta como si recién se hubiera despertado de un sueño: "Creo que extraño algo pero no estoy seguro de qué". La canción contrasta con el final matador de "Runawayaway", en el que, después de un disco entero casi sin guitarras, Yorke repite que "Ahora es cuando te enterás de quiénes son tus verdaderos amigos" sobre un gancho de guitarra. Es el tipo de cierre climático que siempre fue una especialidad de Yorke, desde "Street Spirit (Fade Out)" hasta "Videotape" pasando por "Nose Grows Some". Suena ansioso e indefenso, pero indudablemente vivo. En un disco tan desolador como Anima, esa es una señal de esperanza muy bienvenida.
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