Noemí Serantes: "Hubiese dado la vida por mi hermana"
Muy emocionada, la conductora cuenta cómo fue la muerte de su gemela, Liliana; quiere que la homenajeen este año en la entrega de los Martín Fierro
Hay algo en la clara y chispeante mirada de Noemí Serantes que cambia cuando habla de Liliana, su "otra mitad". Hace poco más de un año que su gemela murió, aunque su presencia sigue tan a flor de piel en ella como ayer, como siempre.
Y también están los recuerdos. "Siento que soy de la época de Cristóbal Colón", dice mientras busca imágenes de un pasado brillante que apenas cabe en una valija de viaje. Fotos, tapas de revistas y carpetas con recortes de diarios dan cuenta de la atención que junto a su hermana recibió a partir de 1967, cuando fueron elegidas para personificar a "las mellizas Nu y Eve" en el canal que dirigía el inefable Alejandro Romay.
-¿Ustedes soñaban con estar en la televisión?
-Para nada. Imaginate que hacía poco tiempo que la tele había llegado a nuestra casa. Nosotras crecimos en Mariano Acosta, provincia de Buenos Aires, en la época en que se acostumbraba enviar a las niñas a estudiar danzas. Fue nuestra profesora la que le comentó a mamá que Sábados continuados había iniciado un concurso para elegir a las mellizas que fueran la cara de Canal 9.
-¿Y cómo fue el concurso?
-¡Difícil! Comparadas con las mellizas de la Capital éramos dos taradas (risas). Y nos presentamos junto a más de 600 pares de mellizas que íbamos pasando distintas pruebas. Un año duró ese proceso de eliminación. Mi mamá nunca pensó que íbamos a ser elegidas, porque éramos muy tímidas y no entendíamos nada de los ritmos televisivos.
-¿Cómo convivían con la fama?
-Era raro, porque no nos sentíamos famosas. Sin embargo, en el pueblo decían que íbamos a ser unas atorrantas cuando creciéramos y los vecinos dejaron de comprar en la despensa que tenían mis padres. La pasamos mal con Lili, de alguna manera asumimos la responsabilidad desde muy chicas de ayudar a nuestros padres. Cuando nos mudamos a Capital la cosa no mejoró: nos sentíamos como Tarzán en la ciudad, y en el colegio se reían de nosotras porque nos consideraban famosas y pajueranas.
-¿Tenían el mismo carácter?
-Dentro de casa la fuerte era Liliana, me manejaba. Pero fuera de casa, era distinto. Cuando nos hacían cosas en el colegio, ella se ponía a llorar y yo saltaba a defenderla. Pasaba lo mismo cuando íbamos a pedirle trabajo a un productor.
-¿No existían rivalidades?
-No, nunca. En el colegio, rezaba para que a le fuera bien en los exámenes, y Lili hacía lo mismo. En un momento, ella trabajaba en la telenovela La aventura de vivir y, al mismo tiempo, estábamos juntas en un humorístico con Luis Landriscina. Como a veces no llegaba a los ensayos, me hacía pasar por ella. Nadie se daba cuenta, ni siquiera el director. (Risas).
-¿Nunca se enamoraron del mismo chico?
-¡Si! Un muchacho decía que estaba enamorado de mí, muy simpático y pintón, pero le gustaba más a Liliana. Una noche fuimos a bailar, él preguntó por mí y ella se encerró en el baño a llorar. Ahí nomás arreglé una cita para el día siguiente y le dije que se hiciera pasar por mí. ¡Y lo hizo! (Risas).
-En lo laboral, ¿les pesaba quedar encasilladas como las mellizas Nu y Eve?
-No. De hecho, trabajamos mucho separadas, condujimos en tele, actuamos, llegamos a la radio. Con el tiempo, Lili se puso a estudiar abogacía y yo, dirección de cine.
-¿Terminó la carrera?
-Sí, me recibí en el 2001, pero todavía no pude hacer mi primera película... Estaba con proyectos y justo se desencadenó la enfermedad de mi hermana, un cáncer de mediastino. Ella me pidió que filmara todo el proceso de su enfermedad porque quería que le muestre al mundo, a través de un documental, el negociado que hay en la medicina. Yo le decía: "¿Vos querés que me metan presa? Esto es algo político y a nivel mundial", y ella me contestaba: "Hacelo por mí". Es un material muy fuerte. Quizás algún día lleve al cine la historia de mi hermana pero interpretada por actores.
-¿Cómo fue acompañarla en ese trance?
-Esperaban a que yo saliera de la radio para empezar a hacerle la quimio, porque ella necesitaba que esté a su lado. Después nos turnábamos con mis hermanas y mi mamá, pero en ese momento necesitaba estar conmigo. Yo le decía: "Lili, no me dejes". Porque el sentimiento de gemelo sólo los gemelos lo entendemos, nadie más. Fue lo más hermoso que me pasó, realmente hubiese dado la vida por ella.
-¿Cómo es ese sentimiento?
-Todo lo que ven en mí, lo que se escucha en la radio, es una máscara (se emociona)... Un gemelo es tu otra parte, ya desde antes de nacer. Fue muy fuerte lo que tuvo que pasar, pero el coraje y la valentía que tuvo Lili durante ese año y dos meses en los que se prolongó su enfermedad son admirables. No se guardó nada, dijo todo lo que tenía que decir antes de irse. También me dejó muchos recados, entre ellos que siguiera adelante con su programa, Serantes con todo. Mientras me de el cuero, ahí estaré. Y en agosto volveré a la actuación de la mano de la puesta teatral Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí.
-¿Qué es lo que más extraña de ella?
-Su voz, su risa... Lili era muy inocente, muy sana. Una persona noble, una mujer grande que me dejó partida por la mitad. Pero la vida sigue y hay que continuar por los que quedan.
-Liliana Serantes fue omitida entre los homenajeados durante la última entrega de los Martín Fierro... ¿Alguien se comunicó para pedirle disculpas?
-Algunos periodistas me llamaron por su cuenta, pero APTRA como institución no pidió disculpas por el olvido. Hace un tiempo les acerqué material de mi hermana para que la incluyeran este año, porque creo que se lo merece como la actriz y conductora que fue... Capaz soy una estúpida, pero aún me queda la esperanza de que así sea.
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