Elefante Blanco / PopArt Discos
4 estrellas
La frase "el tiempo otra vez avanza" (del tema "Llueve tranquilo", no incluido en el álbum), sirve para definir el estado del grupo uruguayo No Te Va Gustar a la altura de su octavo trabajo de estudio. En esa canción, compuesta para el documental El verano siguiente, Emiliano Brancciari pinta un cuadro de situación de la banda, cantando "no queda ninguna duda, sigue siendo nuestra casa". Coincidentemente con su 20º aniversario, los NTVG retornan fortalecidos con un álbum que deja atrás la oscuridad de El calor del pleno invierno (2012), pero muestra las cicatrices obtenidas a lo largo del camino. Con la producción de Joe Blaney, y el tecladista Francisco Nasser plenamente integrado, el grupo registró los temas tocando por primera vez en vivo en el estudio, con pocas sobregrabaciones, obteniendo un sonido –tanto en instrumentos como en la voz– de una claridad e impacto emocional que, sin apartarse radicalmente de lo que es su marca de fábrica, constituye una revelación para quienes conocen su historia.
Lo mismo podría decirse de las canciones. Tienen el sello característico de NTVG, pero muestran una focalización –en los arreglos, las melodías, las letras– que convierte cada uno de los temas en una obra redonda, contundente, que crece con cada escucha. El tiempo... suena casi como un "best of", pero hecho de temas nuevos. Si bien no hay, como en otras ocasiones, reggae o murga "explícita", hay toques folclóricos en "Detrás del cerro" –con un cuarteto de cuerdas–, y aires murgueros en "La puerta de atrás", con las voces invitadas de Freddy Bessio, Emiliano Muñoz (Emiliano y el Zurdo) y Diego Rossberg (Cuatro Pesos de Propina). Hay varias canciones semiacústicas en plan folk-rock, como "Alba" y "La cuerda" (que contienen referencias al fallecido tecladista Marcel Curuchet), y también country, que aparece en las conmovedoras "Presente" y "Viajando sin espada". Esta última reúne las voces de dos generaciones de la música uruguaya: la ascendente cantante Alfonsina y el legendario Hugo Fattoruso.
Hablando de leyendas, Charly García aporta su genio en los fraseos de clavinet de "Comodín", primer corte del disco (que cuenta con un video setentista, acorde con el instrumento empleado). Es uno de los temas más potentes del disco, junto con otros como "Me ilumina hoy", "Mi demente" y "Su sombrero", que establecen un ajustado balance con el lirismo de los mencionados en primer término. "Mi demente" es ejemplificadora de este Brancciari que, curtido por el tiempo y las circunstancias, estalla en una declaración de libertad individual, en lugar de los esperanzados himnos colectivos de otrora. Sobre un crescendo en que aparece un coro casi operístico, el cantante confiesa: "No soy ejemplo, no soy las normas, ni un esclavo, ni una santa, soy la maqueta que se deforma, hago lo que se me canta".
El costado social aparece en "La puerta de atrás", una especie de "Working Class Hero" en versión Emiliano ("Te impulsan a que vos mismo construyas el cajón, en cuotas vas a tener que pagar… la memoria es lo único que nos puede salvar"). También en "Solo vino", inspirada en el caso Grassi, que sobre un ritmo de cumbia reclama castigo –en la forma de "mil noches de espanto"– para los curas pedófilos. Pero quizá sea "Presente", que no casualmente comparte su título con el clásico de Vox Dei, la canción que mejor resume la visión actual de Brancciari, instando a vivir el día a día –el pasado es desorden, el futuro incierto–, manteniendo la certeza que atraviesa toda la obra de NTVG: "Soy creyente, de la gente".
Por Claudio Kleiman
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