"No soy un provocador"
Romeo Castellucci, director de "Orestea", explica sus ideas sobre la tragedia
"Cuando la gente que mira mi espectáculo abandona la sala siento que he provocado algo; pero no soy un provocador. Al menos no es mi intención. Porque la provocación es algo muy simple". Así se presenta Romeo Castellucci, 38 años, director italiano de teatro, que viene precedido de una interesante repercusión en la escena europea.
Contrariamente a lo que se desprende de su imagen teatral, Castellucci se presenta a la entrevista con La Nación afable, sencillo y bastante tímido.
En la puesta de "Orestea" prevalece la estética visual por sobre la del texto. Son influencias del arte pictórico sobre su imaginario creativo, no en balde reconoce haber estudiado pintura.
-Tanto en el cortometraje "Brentano" como en "Orestea" hay una insistencia con los climas sombríos, angustiantes.
-Sí, sí. No sé por qué. Es una sensación que evidentemente siento en el aire. No quiero hacer una crítica a una idea. No sé por qué lo hago, sólo trato de hacer teatro.
-En tus trabajos no siempre se sigue racionalmente el texto.
-Apunto a otro nivel, al primario, el de la comunicación elemental, no sólo por la simpleza, sino porque mis trabajos están hechos con elementos que no dependen de un proceso racional. Comprender una obra en un sentido exclusivamente intelectual es lo mismo que sobreestimar la propia capacidad racional que se tiene frente al teatro, un arte extrañísimo que no se puede comprender. El teatro es un viaje, y si uno comprende completamente el proceso teatral ese viaje no es posible.
-Hay momentos en tu obra que son oscuros.
-Sé que soy por momentos muy oscuro y muy violento. Aunque sea una violencia mental, aunque no esté explícita, es algo que se puede explicar. La oscuridad y la violencia ya están en "La Orestiada", de Esquilo. Es una violencia inaudita, cercana y muy impresionante. Este texto habla de un homicidio en el contexto de una familia, una lucha fratricida. Es algo tremendo.
-Agamenón no es tan inocente como aparece en la obra.
-No es inocente, es cierto, pero en el comienzo está fuera de la tragedia, está en el pretexto. La diferencia es que Esquilo presenta este mito como una víctima ya señalada. Agamenón es un rey que muere desangrado.
-¿Es una imagen de Francis Bacon, el pintor de la violencia?
-Sí. Bacon tenía una especie de obsesión con la trilogía de "La Orestiada". Es verdaderamente un modo de descomponer el cuerpo y la carne, muy cercano a nuestra sensibilidad.
-¿Cuál es la influencia de "Alicia en el país de las maravillas" dentro de su obra?
-Es un libro que atraviesa todo mi trabajo de una forma diversificada. En "Orestea" está citado explícitamente: hay un fragmento del texto de Carroll, un libro fundamental desde el punto de vista estético e incluso espiritual. Las palabras funcionan casi en un nivel místico. Alicia hace un viaje maravilloso donde todo es posible en el interior de esta lengua. En ese sentido, esta aventura lingüística me apasiona.
-Por la creación de planos y el manejo de la profundidad se ve la influencia del cine.
-El lenguaje del cine me gusta muchísimo, en particular el mudo, el anónimo. No me gusta el cine de los autores famosos.
-¿Y Fellini?
-Me gusta el Fellini en blanco y negro, especialmente el de "Satyricon". Muchos aluden a este film cuando ven mi trabajo; otros citaron a Alejandro Jodorowsky.
De cualquier forma, Castellucci genera polémica. Será cuestión de poder ver una nueva propuesta con su sello.
Lo del día
- A las 16, "Glorias porteñas", en el Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551.
- A las 18, "Cadáveres", en Babilonia, Guardia Vieja 3360.
- A las 19, "The man who...", en la sala Casacuberta del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
- A las 20, "Poroto", en Calibán, México 1428.
- A las 22.30, "Experimento Damanthal", en La Barraca, Tacuarí 1677.