Niña Yolanda, no morirás
Cielo arriba de Jujuy/camino a la puna, se encuentra Lozano. En ese paraje bellísimo de la quebrada que encierran altas montañas y riegan caudalosos ríos, se acaba de celebrar, el sábado último, la Séptima Serenata. Muchos cantores habrán entonado, una y otra vez, el memorable estribillo: "Ramito de albahaca/Niña Yolanda ¿dónde andará?/Atrás se quedó alumbrando/su claridad". En esta hermosa zamba del Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla ha quedado perpetuado el nombre de Yolanda Pérez de Carenzo, la jujeña de San Salvador que viera la luz el 16 de febrero de 1902, y que se despidió de nosotros el 20 de noviembre de 1968.
Pianista y poeta singular, la hija del dos veces gobernador de Jujuy, don Pedro José Pérez, había hecho de su finca y casona de Lozano una residencia de la música y la poesía. El nombre de Yolanda emergía a través de ciclos de conciertos por Radio Municipal de Buenos Aires en 1936 y en teatros de Salta, Tucumán, San Juan y Mendoza. Pero ella era, como escribió Rodolfo Windhausen en La Gaceta, de Tucumán, "el imán que atraía a cuanta personalidad de las artes, las letras, la clerecía y la política" pasara por su casa de Jujuy y su última morada en Mendoza.
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Amigos suyos entrañables fueron el Cuchi Leguizamón, Carlos Guastavino, los poetas Juan Carlos y Jaime Dávalos, Atahualpa Yupanqui (lo escondió en su casa cuando el peronismo lo perseguía en los años 50), Eduardo Falú, Ariel Ramírez... Por ese solar de Lozano, "donde los veranos eran una fiesta", al decir de Raúl Noro y del hijo de Yolanda, Carlos Marcelo Carenzo Pérez, pasaron Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Andrés Chazarreta, Jorge Calvetti, Jaime Torres, Domingo Cura, Mercedes Sosa... La anfitriona, cuyas pasiones eran el folklore y la música clásica, recibía por igual a Julio De Caro, el Mono Villegas, Agustín Lara, Pedro Vargas; a Alberto Williams, Claudio Arrau, Witold Malcuzinsky, Narciso Yepes...
La poeta nos dejó los versos de "Amanecer", "Siesta", "Marcha fúnebre", "Arroyito Yutumayo". La pianista-compositora, "Amanecer en Lozano", "La Caja", "Bailecito de la puna", "Zamba de Yala", "La amorosa"... La séptima serenata anual a la Niña Yolanda en el anfiteatro de Lozano, inaugurado en 1995, es un merecido tributo a esta artista sin par; a esta personalidad de inusual magnetismo, que blandía su humor irónico en busca de la verdad; a esta maravillosa anfitriona que amaba la belleza en todas sus dimensiones.
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