Nicolás Cúcaro: ¿Quién es el chico revelación del teatro musical vernáculo?
Nicolás Cúcaro está considerado como uno de los talentos emergentes del teatro en general y al musical, en particular. A los 22 años, su nombre aparece asociado a puestas de títulos como Stefano, de Armando Discépolo; Hair, la renovada versión presentada el año último en el Konex; De eso no se canta, espectáculo por el cual ganó el Premio Hugo a mejor intérprete masculino en Music hall/café concert; Enrique, un grotesco musical, donde fue nominado al mismo premio en la categoría Revelación masculina; y el clásico Saltimbanquis, del que formó parte en sus cuatro temporadas. Pero además, integró el juvenil elenco de Once, la serie de Disney, en la que pudo unir sus dos pasiones: la actuación y el fútbol.
El nuevo peldaño en la carrera de esta revelación ya revelada es Quién retiene a quién, musical de Vinnie Favale y Frankie Keane, cuya nueva puesta con dirección de Diego Ramos, donde comparte elenco con Laura Oliva, Cristina Alberó, Florencia Otero, Meri Hernández, Gabriela Bevacqua, Elis García y Mariano Mazzei, que se acaba de reestrenar en El Picadero. Esta vez le toca interpretar a Eddie, un veinteañero que murió tempranamente en un accidente automovilístico, cuya madre acude a un médium junto a otras dos mujeres, desesperadas por contactarse con los seres queridos que han perdido. "De un momento para el otro esa persona no está más. ¿Qué hacés, cómo seguís? Es lo que se plantea en la obra y que deja reflexionando al público sobre este tema. ¿Cómo se sigue?, ¿qué hay después?, ¿cómo siguen los que están vivos y los que ya están en otro plano? Cuando me llamaron para hacer la obra, me interesó tanto por el elenco -para mí es un sueño laburar con ellos- como por el texto, y un personaje que me planteaba otros desafíos como actor: aprender. Eso es lo más importante", comenta "el pibe del Oeste", refiriéndose a Castelar, su lugar en el mundo desde la niñez, la época donde nació su interés por lo artístico.
"Empecé desde muy chico -rememora Nico, tal como lo apodan amigos, colegas y familiares-. Tengo la ventaja, o la no ventaja (sonríe), de que mi mamá es profesora de actuación. Y siempre estuve incentivado de su parte. Mi familia me apoyó en todo, pero un gran potenciador, sin duda, fue el colegio. Hice jardín, primaria y secundaria en el Colegio Americano de Ituzaingó, que está muy identificado con lo artístico. En su momento hacían festivales de bandas de rock, después se metieron más con el teatro e hicieron distintos músicales. Con el elenco estable hice obras como Grease, El fantasma de Canterville o El jorobado de París. En el secundario, una de las ramas de formación es Arte, y la otra Economía y Gestión". "Elegí Economía. Rarísimo, pero así fue. Siempre tuve el mismo grupo de amigos, desde los cinco años e hicimos juntos toda la secundaria. Más allá de las cosas que hacíamos por separado. seguía metido en el grupo de teatro del colegio, que fue una de las cosas más lindas que tuve en la secundaria. Me sentí muy contenido en ese grupo", rememora.
-¿Habías elegido la rama económica pensando en algo más rentable?
-En realidad, me fui con mis amigos. Siempre privilegié la familia y la amistad como una de las cosas fundamentales en la vida. Lo que tenía que ver con lo profesional para mí iba por otro lado. Igual tuve mis idas y vueltas con el arte. Terminé el secundario y no sabía que me iba a dedicar a esto. Me enteré después. Bah... me cayó la ficha que era lo que me hacía feliz. Cuando salí del secundario, me puse a estudiar economía en la Universidad de la Matanza y en el primer cuatrimestre, dije: "esto no es lo mío".
-¿No pegabas una?
-Me iba bien, porque me gustaban los números. Terminé economía en la secundaria con el mejor promedio. Era un tipo de los que se dice "nerd", estudioso. Terminé y me dediqué a estudiar contabilidad, pero al toque me llamaron para audicionar para Saltimbanquis. Me habían recomendado de la compañía de Ricky Pashkus, donde había estudiado. Fui, audicioné y quedé. ¡No podía creerlo! Recuerdo que dije: "bueno, después de todo no soy tan malo como creía para esto". Porque yo pensé que no iba a funcionar. Y acá estoy, haciendo una obra con semejantes bestias del teatro musical, en El Picadero. Ahí cambió mi mirada de la vida.
-¿En 2016, cuando ingresaste a Saltimbanquis?
-Sí. Ahí dejé la facultad. Y me cuestioné: por qué no lo elegí antes, por qué tardé tanto en definirme. Pero bueno, son cosas que pasan y que se dan. Ahora estoy muy contento, estudiando la licenciatura en actuación en la UNA, donde me crucé con gente muy linda. Pero en ese momento fue el cambio. Me enamoré por primera vez, tuve los mejores profesores. Lo de Saltimbanquis fue un quiebre. Ahí cambié la visión de todo.
-¿Qué descubriste?
-Mi verdadera vocación. Estar trabajando con gente que admiré desde chico. Recuerdo que la primera comedia musical que vi fue La Bella y la Bestia, en el Ópera, y la protagonizaba Magalí Sánchez Alleno. Y de repente pasé a tenerla de compañera en Saltinbamquis. O a Julián Rubino, que lo veía en Casi ángeles, en la tele. Ahí aprendí mucho, de ellos: del director Pablo Gorlero, de todos mis compañeros, que fueron como mis primeros profesores, tanto en la profesión como en la vida, para llevar este camino de artista, que no es nada fácil. Tuve la suerte de cruzarme con grandes personas, que me orientaron desde su gran experiencia. Con Luis Longhi, con Pablo (Gorlero), que fueron como padres para mí en ese sentido. Y les agradezco mucho lo que me enseñaron y me siguen enseñando. Con Longhi estuve haciendo Enrique, un grotesco musical, dirigido por Rubén Pires, con quien tenemos otro proyecto que pronto saldrá a la luz (también, de Discépolo). Con Pablo además de Saltimbanquis, hice Hair y De eso no se canta, uno de los proyectos más lindos en los que me metí.
-Tanto Hair como De eso no se canta tienen componentes de épocas que no viviste y un contenido político-social. ¿Cómo fue componer esos personajes?
-Al principio no estaba tan metido en el tema de la política. En la adolescencia no me interesaba mucho. Y el teatro me metió. Entonces comencé a entender un montón de cuestiones sociales, culturales e históricas que antes no entendía. Y me ayudaron también a hacer las obras. Todo en la vida es político y uno, como individuo de la sociedad, no puede estar ajeno a eso. Tanto en el tema de derechos como de obligaciones, de la sociedad, de las personas, de los que menos tienen. Entonces como artistas, también combatimos o luchamos contra eso desde arriba de un escenario. Porque cultura, salud, educación, son derechos básicos, que a veces pasan de lado o nos quieren quitar.
-El teatro también te dio la posibilidad de aproximarte al tango y a Discépolo.
-Sí, otro lindo desafío interpretar a un tanguero. De chiquito crecí escuchando "Cambalache". Era el cancionero popular de mi casa. Longhi una vez me escuchó cantar y pensó que era el pibe que necesitaba. Nos fuimos conociendo, fui aprendiendo, estudiando, metiéndome en la vida de Discepolín. Creo se debería enseñar tango en los colegios.
-El rock te gusta tanto como a Eddie, tu personaje en Quién retiene a quien?
-Sí, mucho. Toda esa cultura del rock me engancha mucho. Me gusta ir a recitales de bandas rioplantenses: El Cuarteto de Nos, La Vela Puerca, El Plan de la Mariposa. De afuera me gustan Los Beatles. Red Hot Chili Peppers, Foo Fighters, que como referentes musicales son increíbles. Y me gustan sobre todo las bandas que son de Argentina, porque te tocan con las letras, como el rock barrial, con letras que uno las vive día a día. Soy de la zona Oeste, de Castelar, y muchas de las letras que salen en los trenes o esas cosas, uno las vive. Ella es tan cargosa, una banda del oeste, es una de las que me gustan. Tenemos Los Caballeros de la Quema, Iván Noble, Árbol, Divididos: como se suele decir, en el Oeste está el agite.
-¿Te sumás musicalmente a esa movida?
-Sí, la intención también es generar música. Tengo una banda, La Gato, con la que salimos a tocar. Componemos la mayoría de los temas, me gusta mucho escribir. Soy un poeta de barrio. Cuando estoy en el tren o vuelvo a casa muy tarde luego de una función, y tengo algo en el pecho o un nudo en la garganta, y no sé cómo expresarlo: me pongo a escribir. Ahora estoy grabando mi primer proyecto solista, de forma muy independiente. Vamos a ver si me va bien. Ojalá que sí.
Quién retiene a quién
Dirigida por Diego Ramos
El Picadero, Pje E. S. Discépolo 1857.
Lunes, a las 20.30.
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