Nicholson, un clásico
Se cumplieron 25 años de su actuación en "Atrapado sin salida"
(THE NEW YORK TIMES).- ¿Qué otro actor, salvo Jack Nicholson, podría haber interpretado al McMurphy de "Atrapado sin salida"? Tanto Gene Hackman como Marlon Brando rechazaron el papel. Pero Nicholson es McMurphy, el seductor al que tan sólo una lobotomía pudo reducir a la sumisión. No importa que en la novela original de Ken Kesey, que fue best seller, McMurphy sea un corpulento pelirrojo, con una cicatriz espantosa en la mejilla y la nariz, lo cual significa que, si Milos Forman hubiera sido fiel a la novela, Nicholson hubiera sido nominado para el Oscar dos años seguidos por encarnar a tipos duros con narices ensangrentadas.
Nicholson no ganó el premio al mejor actor por su interpretación de un detective privado de Los Angeles en "Barrio chino", pero sí lo ganó en 1975 por "Atrapado sin salida". El film cumple veinticinco años para esta fecha, y verdaderamente ha resistido el paso del tiempo. La actuación de Jack Nicholson no ha envejecido en absoluto... incluso su atuendo y peinado de interno de una clínica mental no desentonarían en una noche de premios cinematográficos de MTV. Milos Forman hizo tantos cambios con respecto a la novela que el autor del libro se negó a ver la película. Pero veinticinco años más tarde, esos cambios hacen que el film parezca extrañamente contemporáneo.
Un proyecto poco interesante
La película tuvo un tortuoso recorrido para llegar a la pantalla. Kirk Douglas compró los derechos de la novela en 1962, interpretó a McMurphy en una producción teatral de Broadway en 1963, y después se pasó años escuchando a los ejecutivos de los estudios cinematográficos asegurándole que el público no quería ver un film sobre las clínicas mentales. Admitiendo su derrota, Douglas entregó los derechos a su hijo Michael, que logró la colaboración del productor Sol Zaentz y del director Milos Forman. Pero ni siquiera con Nicholson en el protagónico los estudios manifestaron algún interés.
Hecha con un presupuesto de 4,4 millones, "Atrapado sin salida" tuvo una recaudación que la colocó en el séptimo lugar en el momento del estreno, y que creció a los 320 millones en todo el mundo. Tuvo, internacionalmente, sitios de veneración: en Suecia, por ejemplo, se dio en los cines durante 11 años seguidos. En 1975, se convirtió en el primer film desde "Ocurrió una noche" (1934, de Frank Capra), que logró ganar cinco Oscar, derrotando a "Tiburón" y a "Nashville" en el rubro mejor película.
Sin duda, en cierto aspecto "Atrapado sin salida" continúa el linaje de películas norteamericanas que celebran el impulso romántico de la rebeldía, satisfaciendo el gusto público por los héroes solitarios. Dentro de sus torsos poderosos, laten corazones vulnerables. El personaje seductor y disconforme de Jack Nicholson ya había emergido en "Busco mi destino", de 1969. En las versiones más sentimentales de esta fórmula del loco visionario (como en "Rey por inconveniencia", una película de culto de 1966, protagonizada por Alan Bates), los chiflados resultan más cuerdos que sus adversarios. La novela de Kesey funcionó, en su momento, como Biblia de la contracultura. En los días de Vietnam y Watergate, la conspiración que Kesey llamó "la trituradora" era intercambiable con el término "establishment". Siempre eran Ellos los que querían acabar con Nosotros.
Pero la novela de Kesey no es en realidad tan simplista, ya que está narrada por Bromden, conocido también como Jefe, un gigantesco paciente indio que durante décadas ha sido considerado sordo y mudo... un narrador alucinado y poco confiable. Pero la película elimina al Jefe como narrador. "El relato en primera persona -escribe Forman en Turnaround, su autobiografía de 1993- es más adecuado para la literatura que para el cine. El cine en general ve el mundo desde afuera, desde un punto de vista más objetivo."
¿Una película "objetiva" sobre la locura? A primera vista, parece imposible. Como le dice Kesey a Charles Kiselyak, cuyo documental de 1998, "Completely Cockoo" (Completamente chiflado), se centra en la realización del film: "Ellos querían hacer "Los héroes de Hogan", y yo quería hacer "El gabinete del Dr. Caligari"". Pero la originalidad de la película de Forman radica precisamente en esa lucha por la objetividad, en su negativa a teñir la institución mental o a los pacientes con demasiado drama fácil.
En 1975, ya había varios documentales de vanguardia sobre el tema de las instituciones mentales. Pero cuando el estilo documental pasaba a manos del cine de ficción, en general se retrataba la verdad de manera dura, algo que de por sí implicaba un matiz dramático. Pero aquí, por ejemplo, la escena del electroshock de McMurphy se centra en su rostro, sin la toma clásica del temblor de brazos y piernas. Forman nunca permite que McMurphy se convierta en un mero mártir. Y tampoco pinta a la enfermera Ratched como su perversa verduga.
Un papel rechazado
La complejidad de caracterización de la película se manifiesta más claramente en la actuación de Louise Fletcher como la enfermera Ratched. Según el documental de Kiselyak, el rol fue rechazado por cinco estrellas -Ann Bancroft, Collen Dewhurst, Geraldine Page, Ellen Burstyn y Angela Lansburyñ- antes de que Fletcher lo aceptara, apenas una semana antes de empezar el rodaje. En la novela, Ratched es una valquiria de grandes pechos y boca fruncida. Fletcher humaniza al personaje. Vemos que verdaderamente cree que está haciendo el bien. La declaración que el Jefe hace en la novela, afirmando que los pacientes, todos hombres, son "víctimas de un matriarcado", no hubiera envejecido graciosamente en la pantalla. Ni tampoco el despiadado racismo del Jefe. Forman no muestra a los asistentes, todos ellos negros, "sometiendo a los pacientes a todo tipo de humillaciones" mientras duermen, como aparece en la novela.
Por haber vivido bajo el régimen comunista en Checoslovaquia, Forman abordó su material con sentimientos muy claros hacia la burocracia. "Es una película sobre la sociedad checa, sobre todo lo que conozco bien", le dice a Kiselyak en el documental. Forman conoce muy bien los regímenes opresivos, que al principio resultan atractivos porque prometen orden y protección.
Hecha en un momento que muchos críticos consideran un período particularmente fértil para Hollywood, "Atrapado..." coincidió con una época de cambios creativos en los tratamientos psiquiátricos. El film fue rodado en el Oregon State Mental Hospital, de Salem. Dean Brooks, el superintendente de la institución, interpretó al psiquiatra de la película, y permitió que 89 pacientes actuaran como asistentes y extras. Uno de ellos reaccionó tan bien a la responsabilidad que incluso no volvió a tartamudear.
"Atrapado sin salida" es decididamente una película pre-Prozac. En ella los pacientes se quejan por ser obligados a ingerir sus medicamentos que los convierten en zombis. Forman no podía prever el gran progreso en el campo de los tratamientos farmacológicos psiquiátricos: ahora es difícil que la Trituradora prefiera encerrar a un paciente para siempre, en vez de medicarlo y soltarlo a la calle.
Pero la brillantez del film radica precisamente en que su sutil realismo sobrevive a todas las vicisitudes. Forman hace que los pacientes ignoren un televisor en el que se anuncia la posibilidad de la caída del Muro de Berlín. Pase lo que pase en el mundo exterior, esos hombres están presos en su pabellón cerrado. Y nosotros seguimos esperando, tan ansiosos como ellos, para ver cuál será el próximo movimiento del loco y rebelde McMurphy.
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