Netflix: La calle del terror es un desparejo homenaje al cine de terror adolescente
La trilogía, que cuenta una historia en tres épocas distintas, combina el subgénero de asesinos seriales con lo sobrenatural
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La calle del terror (Parte 1): 1994 - La calle del terror (Parte 2): 1978 - La calle del terror (Parte 3): 1666 (Fear Street, EE.UU., 2021). Dirección: Leigh Janiek. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: Regular.
La calle del terror se presenta como una trilogía completa e indivisible, es decir, como una historia dividida en tres partes, centrada en un grupo de adolescentes que intentan resolver los asesinatos que acechan a su pueblo desde hace años, producto de la maldición de una bruja del siglo XVII.
Algunos de los problemas de la trilogía radican en esa precisa concepción; tal vez, un solo film podría haber ofrecido una narración más ajustada, aún incluyendo las idas y venidas en el tiempo. Al fin y al cabo, las tres partes no son otra cosa que tres actos de una misma historia. Incluso podría haber resultado mejor adaptar los libros Fear Street, de R.L. Stine, en una miniserie o serie de antología, tomándose más tiempo con los personajes y adentrándose en detalles sobre la vida de estos dos pueblos vecinos, uno próspero y otro signado por la tragedia. La calle del terror se queda a mitad de camino, estirando o apurando situaciones que podrían haber sido desarrolladas de una manera más satisfactoria en otro formato.
No le falta ambición a la trilogía dirigida por Leigh Janiek, quien también co-escribió los guiones de cada parte con distintos colaboradores, en especial en lo que se refiere al homenaje al cine de terror con protagonistas adolescentes, tanto al slasher (el subgénero dedicado a los asesinos seriales) como a la vertiente sobrenatural.
La primera parte, que sucede en 1994, tiene como referente a Scream: Vigila quién llama, la película de Wes Craven, estrenada en 1996. La secuencia inicial promete mucho más de lo que el film cumple finalmente en términos de clima, suspenso e impacto, con Maya Hawke como la Drew Barrymore del siglo XXI. Enseguida la ilusión se disuelve, cuando el fantasma de Stranger Things acecha. Es imposible no pensar en la serie fenómeno de Netflix al ver las escenas siguientes, con su abundancia de referencias tocadas de forma superficial, materializadas en un diseño de producción preocupado por llenar la pantalla de objetos que generen nostalgia a los más grandes y creen una fantasía de los 90, concebida desde el futuro, para atraer a los más jóvenes. Esto llega a un punto de saturación con el uso de fragmentos de varias canciones de la época que cambian cada pocos segundos, como si un reproductor de música puesto en modo aleatorio hubiera enloquecido.
Una vez que la amenaza de la maldición de la bruja Sarah Fier se hace presente en la historia, el grupo de adolescentes protagonistas pasan por una serie situaciones de terror, en las que se recupera algo de la adrenalina y el suspenso de la secuencia inicial. La subtrama amorosa tiene la intensidad propia de un romance adolescente y arrastra un poco al ritmo del film. El tono humorístico que se cuela entre el terror es un factor clave para pensar a esta primera parte como un homenaje a Scream y es uno de sus aspectos más acertados. En ese sentido, el personaje principal, interpretado por Kiana Madeira está abrumado por la seriedad de la tragedia y no despierta tanto interés como algunos de los otros, incluido su hermano menor, encarnado con gracia por Benjamin Flores Jr.
Cuando aparece Gillian Jacobs, hacia el final de esta primera parte, se aprecia la inyección de energía de una actriz carismática haciéndose cargo de un personaje misterioso. Es el puntapié para una segunda parte más dinámica, que contribuye a la construcción de la mitología de la maldición que acecha al pueblo, pero que, a la vez, se siente más autónoma. Casi podría verse de forma independiente.
Situada en un campamento de verano, en 1978, la sección media de la trilogía homenajea a las películas que hicieron de las actividades estivales al aire libre un caldo de cultivo de asesinos seriales, desde la legendaria Martes 13 hasta inesperados éxitos de videoclub como Sleepaway Camp. El factor nostalgia está más contenido en esta segunda parte, pero igualmente presente como elemento fundamental de la trilogía.
Sadie Sink, como la rebelde Ziggy, es una protagonista con mayor potencia, secundada por otras actrices que se destacan como Emily Rudd y Ryan Simpkins. Las tres le dan un sentido de aventura que hace de La calle del terror: 1978 una película más emocionante y, al mismo tiempo, con una mayor carga dramática en la tragedia humana detrás del derroche de sangre.
Con un comienzo desparejo y un segundo acto más atractivo, la trilogía se desarma en La calle del terror: 1666. La última película tiene dos partes muy distintas: en la primera se descubre la verdadera historia de la bruja Sarah Fier, siguiendo la afición de la cultura popular actual por bucear en los orígenes de los villanos y descubrir que no lo eran tanto o tenían buenos motivos para serlo.
La caza de brujas de los puritanos que habitaron en la zona Este de los Estados Unidos en el siglo XVII sirve, en su forma más literal, como núcleo de una historia de terror. Y, como suele suceder desde Arthur Miller para acá, también como metáfora de otro tipo de persecuciones (por orientación sexual, ideológicas o racistas). En su afán de recorrer distintos estilos del género, esta primera mitad refiere al folk horror y films recientes como La bruja, pero se ve copada por un tono de telenovela juvenil aún más subrayado que el resto de la trilogía, una estética apagada y valores de producción más modestos.
El cambio de tono en la segunda mitad de esta tercera parte, cuando la película vuelve a 1994 para resolver la trama, termina siendo desconcertante. Aquí vuelve al protagonismo grupal y el tono más humorístico, ese que se debate entre el homenaje a Scream y la repetición de lo que hizo de Stranger Things un éxito enorme. Este repunte final no es suficiente para contrarrestar la sensación de que la trilogía intentó ser demasiadas cosas al mismo tiempo (una perspectiva actual sobre el terror; un homenaje al género; etcétera) y apenas pudo lograr algunas.
La calle del terror (Parte 1): 1994 - (Fear Street - Part 1: 1994, EE.UU. / 2021) / Dirección: Leigh Janiak / Guión: Kyle Killen, Phil Graziadei, Leigh Janiak / Fotografía: Caleb Heymann / Elenco: Maya Hawke, Kiana Madeira, Benjamin Flores Jr., Olivia Scott Welch / Duración: 107 minutos.
La calle del terror (Parte 2): 1978 - (Fear Street - Part 2: 1978, EE.UU. / 2021) / Dirección: Leigh Janiak / Guión: Zak Olkewicz, Phil Graziadei, Leigh Janiak / Fotografía: Caleb Heymann / Elenco: Gillian Jacobs, Sadie Sink, Emily Rudd, Kiana Madeira/ Duración: 109 minutos.
La calle del terror (Parte 3): 1666 - (Fear Street - Part 3: 1666, EE.UU. / 2021) / Dirección: Leigh Janiak / Guión: Phil Graziadei, Leigh Janiak, Kate Trefry / Fotografía: Caleb Heymann / Elenco: Gillian Jacobs, Kiana Madeira, Ashley Zuckerman, Benjamin Flores Jr./ Duración: 112 minutos.
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