Netflix: Intimidad se propone explorar los devastadores efectos detrás de la difusión de un video sexual
La serie española protagonizada por Itziar Ituño, Emma Suárez y Verónica Echegui ya se encuentra disponible en la plataforma de streaming
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Intimidad (España, 2022). Creadoras: Laura Sarmiento y Verónica Fernández. Elenco: Itziar Ituño, Emma Suárez, Verónica Echegui, Patricia López Arnaiz, Ana Wagener, Yune Nogueiras, Daniel Barea Cabrera, Elisabeth Larena, Eneko Arcas. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
El terreno de los delitos cibernéticos vinculados con la vida privada de las personas todavía persiste como un universo inasible para las narrativas policiales. ¿Cómo construir una pesquisa sobre el mero acto de reenviar una fotografía o un video de contenido sexual? La serie española Intimidad, estreno reciente de Netflix, se propone enlazar la búsqueda del o los responsables de filtrar un video íntimo de la candidata a alcaldesa de Bilbao, Maren Zubiri (Itziar Ituño), con la reflexión sobre el inevitable daño que ocasiona a la víctima la difusión de su intimidad, no solo para su carrera política sino para su vida personal.
Creada por Laura Sarmiento (Isabel, La zona, Matadero) y Verónica Fernández (Velvet Colección, Caronte, Hache), la historia asume una mirada femenina sobre esa dolorosa experiencia a partir del punto de vista de varias mujeres cuyas vidas se vinculan con ese hecho mediático, en el que confluyen el oportunismo de los partidos políticos, el morbo de la opinión pública y la vergüenza de quienes son juzgadas por aquello mismo de lo que son víctimas.
Malen Zubiri se encuentra en las preliminares de su campaña política para obtener la alcaldía de Bilbao cuando se difunde públicamente un video que la muestra teniendo sexo con un hombre en la playa. A partir de allí, un escándalo de proporciones envuelve a toda su familia, desde su marido del que estaba distanciada dentro de las paredes de su casa pero no para el afuera, hasta su hija adolescente que padece las peores burlas escolares y el abandono de su novio. Además, el partido, que antes se benefició de su condición de “independiente” para retener una alcaldía comprometida por la mala gestión de un veterano de esa fuerza política, decide presionarla para su estoica renuncia. En esa encrucijada, Zubiri intenta descifrar quién está detrás de la filtración, atajar los destrozos en su propio círculo familiar y resistir los embates del periodismo que ponen a prueba su propia cintura política.
Pero la serie no se abroquela en la figura de Zubiri, sino que la utiliza como vértice de un entramado que revela a otras mujeres en posiciones semejantes: Anne (Verónica Echegui) es una trabajadora fabril acosada por sus jefes y compañeros de trabajo luego de la difusión de fotos y videos íntimos; la inspectora Vázquez (Ana Wagener) es la oficial a cargo de la investigación del caso Zubiri, quien intenta convencerla de una denuncia pese a sus miedos y a las presiones del partido; Bego (Patricia López Arnáiz) es la hermana de Anne y quien descubre debajo de su tragedia los miedos ahogados en una sonrisa perfecta; y Miren (Emma Suárez), dirigente del partido y madrina política de Malen, es aquella que esgrime sus artes de mujer fuerte para no dejar lugar a ningún atisbo de vulnerabilidad en un mundo en el que los débiles siempre son sacrificados.
La serie aspira a equilibrar la tensión del thriller, que aumenta cuando la pista del video asciende a las esferas del poder económico de Bilbao -y la difusión de ese material íntimo podría ser algo más que el castigo a una política rebelde para su disciplinamiento-, con las duras consecuencias que afrontan cada una de esas mujeres ante la mirada juzgadora del afuera. En ese terreno, por momentos, la escritura cede a cierto didactismo, a la dispersión dramática en las historias individuales y a algunos ribetes novelescos en el devenir de los sucesos. Sin embargo, Sarmiento y Fernández nunca pierden el foco de su mirada, ni asumen falsos heroísmos para sus criaturas. Las actrices, sobre todo Ituño, Echegui y Suárez, brindan a sus personajes los matices que les permiten sortear algunas escenas previsibles y usar sus cuerpos y sus miradas para dar cuenta del efecto devastador de aquellos crímenes que no tienen sangre.
Intimidad concentra su accionar en la ciudad de Bilbao y en los alrededores del País Vasco para construir allí un microcosmos en el que la reverberación del escándalo levanta las miradas suspicaces de aquellos que se cruzan por la calle todos los días. El policial ha sabido sacar partido de ese mote popular de “pueblo chico, infierno grande” para desacralizar los entornos rurales y convertirlos en espacios naturales cargados de tensiones y misterios. Aquí sucede algo similar con el mundo de la política, en el que la competencia encarnizada por intereses o ambiciones no se atempera por el molde chico del puesto en disputa. Malen se enfrenta una y otra vez a la tentación de dejarlo todo, y su lucha siempre se da en ese terreno hostil en el que las mujeres siempre deben sortear prejuicios ajenos y vergüenzas propias para no perder la batalla.
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