Neil Simon, el autor que se alimentó de la risa del público
"Para un hombre que quiere ser su propio amo y no depender de nadie, hacer que la vida se ajuste a sus visiones en lugar de seguir los planos de los demás, la dramaturgia es la ocupación perfecta. Sentarse en una habitación solo durante seis, siete o diez horas, compartiendo el tiempo con los personajes que ha creado, es puro cielo. Y si no lo es, al menos es un escape del infierno". La frase pertenece al dramaturgo y guionista cinematográfico Neil Simon , quien falleció en Estados Unidos a los 91 años como consecuencia de una neumonía.
"Broadway llora la pérdida de uno de sus reyes", dice en su necrológica el diario El País, de España, mientras que su par norteamericano The New York Times realiza una amplia y detallada reconstrucción de su intensa vida. Es que Simon fue el creador teatral que más nominaciones obtuvo a los Premios Oscar y Tony entre sus pares. Sus textos resultaron una verdadera renovación dentro del campo dramatúrgico de su país. Tanto en sus comedias como en sus dramas expresó notablemente a la sociedad de su época y lo hizo a través de historias y personajes que expusieron una notable solidez.
Como comediógrafo dotaba a sus criaturas de una entereza notable. Y en ese tratamiento lograba ir dando vida a una acción que siempre progresaba a buen ritmo y que, indefectiblemente, promovía el interés de la platea. Y no solo logró que su arte conmoviera a los espectadores de su país, sino que se proyectó en el mundo con la misma intensidad.
Neil Simon había nacido en el Bronx en 1927. El clima familiar en el que creció no fue el mejor. Sus padres tenían una relación conflictiva que lo obligaba a estar al cuidado de otras gentes casi cotidianamente. Él sostenía que esos conflictos lo llevaron, en su escritura, a escapar hacia el humor. La única manera posible de sobrellevar una vida mejor.
Su hermano Danny, ocho años mayor, lo impulsó a escribir guiones radiales y televisivos y tal fue el impacto que consiguió que, desde entonces, su carrera no paró de estar ligada al mundo literario. Pero algo no funcionaba en aquel trabajo. Necesitaba escapar de ese universo humorístico plagado de gags y enfrentar un trabajo de mayor trascendencia. Así fue como concibió su primera obra teatral, Come Blow Your Horn (1961), que si bien no fue un éxito lo ayudó a tomar decisiones sobre su carrera como autor.
"El hecho es que probablemente nunca habría sido escritor si no fuera por Danny –dijo Simon–. Una vez, cuando tenía 15 años, me dijo: ‘Vas a ser el escritor de comedias más divertido de los Estados Unidos’. ¿Por qué? ¿Basado en qué? ¿Qué tan gracioso podría ser a los 15?".
Entre comedias, obras dramáticas, guiones cinematográficos y musicales, Neil Simon ha sumado una producción inmensa y notable y, lo que es más importante, logró a través de ella aportar pistas suficientes para comprender a la sociedad de su tiempo. Logró escapar del realismo dominante en las décadas del 30, 40 y 50 (Eugene O’Neill, Arthur Miller, Tennessee Williams). Consiguió develar que otra teatralidad era posible. No importaba si sus textos tenían algo de autobiográfico (como Perdidos en Yonkers, montada en esta ciudad en los años 90, con dirección de China Zorrilla y en la que entre los roles protagónicos se destacaba Soledad Silveyra) o eran el resultado de observaciones del mundo que lo rodeaba, incluidas, claro está, neuróticas criaturas con las que compartía un cotidiano que analizaba en profundidad.
Con pequeñas situaciones intensas, salidas humorísticas rápidas (en sus comedias) o conflictos de un realismo inquietante (en sus dramas), Simon parecía tener la llave que conducía al éxito en los teatros de Broadway. No hay que desestimar que su procedencia judía lo obligaba a cargar las tintas sobre cierto humor sumamente inteligente que el espectador captaba de inmediato y disfrutaba con ganas.
En la Argentina, su producción comienza a considerarse con más fuerza en la posdictadura. Desde entonces, sus materiales se estrenan y reestrenan en diferentes versiones y con distintos elencos desde mediados de la década del 80 y durante los 90 con una constancia inusitada dentro del teatro comercial. Su última obra estrenada en Buenos Aires fue La chica del adiós, en 2015, con dirección de Claudio Tolcachir, en el Teatro Metropolitan. Sobresalían en los protagónicos Diego Peretti y Paola Krum.
El autor de Extraña pareja, El último de los amantes ardientes, Descalzos en el parque, Sweet Charity, Plaza suite, El prisionero de la Segunda Avenida, entre las más celebradas por el público porteño, produjo dramaturgia durante cuarenta años. En algún momento logró tener cuatro producciones exitosas en Broadway y desde 1983 una sala comenzó a llevar a su nombre.
"Cuando el público se ríe me siento realizado. Es un signo de aprobación, soy aceptado. La risa que viene del teatro es mi alimento", señaló Neil Simon en algún momento en que decidió repasar el resultado de su trabajo.
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