Creó la frase más famosa entre las esposas y alerta que en Wikipedia está mal su edad: Linda Peretz y los “tres años menos”
La actriz, hoy al frente de La casa del Teatro, admite que no para un minuto; hace gimnasia, danzas y sigue actuando; cómo nació su mítica “La Flaca Escopeta” y qué es lo que más le pide a su hijo
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“Te cuento la verdad: no sé por qué llegué a ser actriz; pero sí sé que primero estudié mucho antes de llegar: en la Escuela de Bellas Artes, pintura, escultura, dibujo; luego sí me fui al Conservatorio Nacional de Arte Escénico y empecé a trabajar sin darme cuenta en cine y teatro. Debuté con El Preceptor de Bertolt Brecht”, resume sus inicios Linda Peretz, quien en su página web (lindaperetz.com) se autodefine como “actriz, productora, directora, artista plástica, presidenta de la Casa del Teatro, mamá de Tomy, alma inquieta y apasionada de la Cultura”, temas que recorrerá con la energía y el optimismo que la caracterizan en una charla con LA NACIÓN donde no se guardará nada.
“Nací en un conventillo de la calle Jean Jaures y Cangallo, en el Once. Mis padres eran inmigrantes búlgaros judíos, Sara y Mois. Soy melliza de un varón, Alberto, al que llamábamos Tito. Teníamos un hermano mayor, Joe. Yo llevo un nombre sefaradí. Me llamó igual que mi abuela, la mamá de mi papá. A los tres meses de que nací nos mudamos a Parque Chas, donde me crié, hasta que fui grande, hice pareja y me instalé en Recoleta”, continúa.
-Se la ve con mucha energía, muy positiva...
-Siempre estoy muy para arriba, pero cuando no lo estoy me encierro en mi dormitorio y veo a Lupin (la serie de Netflix), que me encanta, jajaja. Cuando era chica leía sus historias. Estudio también francés e italiano porque me pone contenta. No hay nada mejor que estudiar. Siempre lo hice. Yo digo que me como la vida. Soy muy coqueta, muy seductora, lo sigo siendo a los 81 años que tengo, aunque en Wikipedia me dan tres menos, jajaja. Soy muy agradecida con lo que tengo, mucha salud, energía; cumplo con todo lo que debo hacer y los deberes que se me presentan. Camino, hago gimnasia, como bien... La vida me da mucho más de lo que quiero. Así que estoy muy feliz. Hago danzas con Verónica Lercari, mi profe, gimnasia hipopresiva que me ayuda a respirar bien. A mí la vida me resuelve muchas cosas, estoy muy consustanciada con el Universo, con las cosas buenas; las malas, “puuufff”, las echo, fueeeraaaa. Siempre estoy conectada con lo positivo. Ayudar a los demás me completa de energía. Si no lo hiciera con la Casa del teatro (N de la R: es su presidente) estaría metida en otra acción social.
-Además de la tarea humanitaria que realiza en la Casa del teatro, su función la acerca a la realidad de sus pares cuando ya no tienen oportunidades de trabajar.
-No es casualidad que hoy esté en la Casa del Teatro ayudando, siempre me preocupé de tener empatía y de pensar en el beneficio del otro. Creo mucho en el sincrodestino: empezás con una cosa y seguís hasta que redondeás tu actividad como persona y laburante. En este momento lo estoy concretando acá, en esta residencia para adultos mayores que creó Regina Pacini de Alvear con su esposo. Ahora va a volver a ser una mutual, a empezar a sumar socios. Tenemos muchos benefactores pero siempre es insuficiente porque hay déficit de dinero, tres o cuatro millones; no son suficientes los ingresos. Tratamos de enriquecerla, que sea un ejemplo de valores. Viven 30 residentes que están como en su propio hogar. A mí me hace bien y yo le hago bien a la casa. Estoy desde 2016 ayudando con todo mi corazón.
-¿La labor humanitaria que realiza, le deja lugar a la actriz?
-Por supuesto, yo quiero trabajar de eso, soy actriz por sobre todo. Estoy muy contenta; hice Tijeras salvajes, de Paul Pörtner, y la producía Tomás, mi hijo, por eso la alegría fue doble. Estoy contenta con su carrera. En ese sentido está más consustanciado con su padre (Carlos Rottemberg) que con su madre, pero está todo bien.
-Siempre habla con mucha ternura de Tomás...
-Es la persona en la que confío plenamente, un hombre de bien, hicimos mucho el padre y yo para que lo fuera. Estoy muy orgullosa, es amoroso, nos damos amor, me da seguridad, siento que él vela por mí y yo por él... ¿Sabés? Estamos muy consustanciados como madre e hijo, es un señor, un hombre íntegro, muy buena persona, trabaja mucho, tiene 37 años, es un hombre, jaja.
-¿Recuerda cuánto tiempo hace que no vive con usted?
-¿Cómo no recordarlo? No vive conmigo desde hace diez años, pero me parece genial que haga su vida, tiene su novia, es muy feliz. Lamentablemente me falta un nieto que es lo que más deseo, jajaja, lo que más quiero, porque para mí la familia es muy importante, mis padres y mis hermanos ya no están. Pero me conformo con lo que tengo, no necesito más. Estoy muy contenta con la vida, tengo una capacidad de ser muy resiliente, muy resistente a los avatares, soy de cemento armado. Estoy muy feliz. No quiero más de lo que tengo: un hijo extraordinario. Y estoy recontenta porque la familia de mi exmarido también me contiene y me sostiene.
-Usted dijo que en un momento sufrió mucho por la separación, ¿eso ya pasó?
-Sí, claro, por supuesto, te reitero que soy resiliente, tengo mucha capacidad para reconstruirme, rehacerme, reinventarme. Inclusive en la pandemia me puse a dibujar, a pintar; todavía tengo cuadros que estoy vendiendo y ese dinero lo pongo en la Casa del Teatro. Produje como pude, encerrada en mi casa. Me reinventé, me reinvento y reconstruyo. Estoy muy bien en la vida.
-¿Cómo es eso que me contó acerca de que la familia de su ex también la contiene?
-Claro, porque somos familia. Yo tengo la actitud de aceptar esa familia. Mis exsuegros son mi familia y los quiero como tales, y ellos a mí también, yo me gané su cariño.
-Con Carlos Rottemberg convivió tres décadas...
-Sí, es verdad. Fue mucho tiempo, pero ya pasó, ya pasó. Él está con otra persona y a mí no me parece mal. Lo acepto, estoy agradecida con la vida, acepto lo que venga. Lo que sí quiero es un nieto, como ya te dije, jajaja.
-Cuénteme cuál fue el secreto del éxito de La Flaca Escopeta, su gran protagónico, que fue furor en tevé, teatro, venta de discos y hasta dibujos animados.
-Era un personaje mágico, tenía todo lo que a los niños le podía gustar. Viene de la Olivia de Popeye, era justa, solidaria, amorosa. A mí me gusta mucho la ópera La flauta mágica, que se puede considerar una historia para niños. Es una parábola de la lucha entre el bien y el mal. De la ridiculez a la sublimación, del amor a la verdad, la fraternidad y la tolerancia. Cuando era muy chica la vi en el Teatro Colón y me quedó en la cabeza, en el cuerpo, en el espíritu, me marcó muchísimo mi vida. La Flaca Escopeta era justiciera, solidaria, fraterna, tolerante, le gustaban los chicos, los grandes... siempre estaba ayudando. Y te aporto otro dato, ya que antes me preguntaste por la importancia de la familia: ese personaje lo creamos entre mi hijo, mi exesposo y yo cuando íbamos a Mar del Plata, con esa parábola de La flauta mágica. Los valores son fundamentales en la vida...
-Usted hizo mucho teatro, pero también tuvo una época dorada con el cine.
-Trabajé mucho en cine: hice cuarenta y dos películas cuando era jovencita, con grandes actores y directores como Leopoldo Torre Nilsson; hice La Maffia y Martín Fierro, excelentes experiencias... Al fin y al cabo es mi vida con Duilio Marzio, Quiero llenarme de ti junto a Sandro. Trabajé con grandes, cada obra o película que hice la disfruté, todos los compañeros me dieron y dejaron algo, sin excepción.
-¿El teatro la completó como actriz?
-Claro, porque siempre amé todos mis personajes. El último que hice, la señora María del Pilar Lascurain en Tijeras Salvajes, la esposa de un diputado, muy antipática y concheta, jajaja, me divirtió mucho. Cada papel que hago lo defiendo con garras y dientes. Así lo viví desde el comienzo, con teatro para niños con Popeye y Olivia junto a Víctor Laplace con libro y dirección de Hugo Midón. Y La flaca escopeta fue en ese sentido durante muchos años, que como hablamos marcó mi carrera y mi perfil de persona solidaria porque hice muchas funciones a beneficio del Hospital Materno Infantil de Mar del Plata. También con No seré feliz pero tengo marido trabajé a beneficio del Teatro La Nona de La Plata cuando se incendió, siempre ayudando al otro. Me siento muy bien en ese rol. Por eso acá me encontrás, sumando, apoyando, colaborando para que mis amados colegas la pasen bien en su propia casa, la del teatro, nada menos...
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