Zorrito Quintiero, el ladero de Charly: "En los 80 ensayábamos 20 horas seguidas"
El teléfono no para de sonarle. Son los pedidos de entradas para el concierto de esta noche de Charly García en el Gran Rex.A los 52 años, Fabián Zorrito Von Quintiero, hijo de un inmigrante italiano que se vino a los 14 años desde Calabria sin nada, dice que no puede hacer otra cosa que sonreír y disfrutar el momento. "Desde chico quise ser músico de rock nacional. Ese era mi deseo y mi ilusión. Imaginate lo que es subir a tocar con Charly . Estar a su lado en un escenario. Hay una cuestión emocional muy fuerte. Nunca es un trámite", cuenta esta personalidad del mundo del rock y la gastronomía.
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El Zorrito todavía no puede creer que el domingo en el último ensayo terminaron a las 20. "Hasta me puder ir a comer con mi novia y todo. Recuerdo en los ochenta cuando ensayábamos veinte horas seguidas. Ahora la máquina está a punto y Charly está rozagante, fresco. Lo veo muy bien", cuenta el tecladista, que es uno de los únicos músicos que acompañaron a Charly García, desde los tiempos de esplendor en los ochenta cuando pasó a formar parte de la emblemática banda Los Enfermeros, integrada por Hilda Lizarazu en coros, Fernando Lupano en bajo, Fernando Samalea en batería y el Zorrito en teclados.
–¿Cuando fue tu ingreso oficial al rock?.
–En Suéter me dieron la oportunidad de reemplazar a René Greco que era el tecladista. Yo tenía 18 años y estaba terminando el sexto año de la ENET. Después iba a estudiar Arquitectura, pero entonces surge la posibilidad a través de un amigo en común que conocía al batero de Sueter que vivía en Urquiza como yo. El nos presenta y me lleva al grupo. Durante mucho tiempo ensayamos en un garage grande de mi casa en la calle Acha, y así entré al rock como un desconocido total.
–¿A partir de ahí empezás a curtir de entrada con los grandes de alguna manera?.
–Yo me quería hacer amigo de los grandes pero nadie me daba bola. Charly, que produjo el disco de Sueter tampoco me registraba. El primero que me tiró una buena onda fue Andrés Calamaro y su mujer de entonces. Lo conocí en la presentación de Clics Modernos y me tiró su teléfono. Ellos tenían una casa en la calle Serrano donde se juntaba todo el ambiente del rock. Ahí paraba y empecé a sentir que me dieron como la credencial de ingreso al rock. Después ya vino Soda Stéreo con el que viví una experiencia muy fuerte de giras y discos. Pero la gran bendición fue entrar a tocar con Charly.
–¿Cómo fue ese primer encuentro con García?.
–En realidad con el loco ya nos habíamos cruzado en un recital de La Falda con Soda Stéreo, donde subió a tocar con ellos de invitado. Se puso al lado mío en el teclado y me corrío de un codazo y yo me quedé a su lado poniendo dos dedos para tener la foto con él. Daba miedo el personaje. Por esos días empezó a correr el rumor de que Charly iba a armar una banda nueva. Como tecladista ir a tocar con Charly iba a ser el master de la música. Lo encaré una noche en una fiesta, de esas que habían todos los días en los ochenta y le dije: "Dale, yo quiero tocar con vos". Charly me miró y me dijo: "Ok, yo te aviso".
–Fernando Samalea que ya estaba grabando Parte de la religión te ayudó de alguna manera.
–Eramos amigos y me acuerdo que me mostró los demos de Parte de la Religión en un viaje a Mar del Plata y me volví loco. El arengaba, pero la decisión la tenía el jefe de la selección. Me acuerdo que llegó el domingo de Pascuas, el mismo día del levantamiento carapintada y al mediodía suena el teléfono. Era Samalea que me dice: "A las cinco tenés que estar en la casa de Coronel Díaz y Santa Fe. Es como que vino Dios y me tocó. Fue una conmoción emocional".
–¿Recordás ese primer día de ensayo? .
–El teclado estaba en el piso y el Flaco estaba en velocidad supersónica. Me pasó el primer tema "Demoliendo hoteles" y cuando hizo la posición de la mano sobre el teclado pude ver el truco que hacía. Fue como abrirme su mundo, como una revelación
–¿Y recordás tu primer concierto con Charly?.
–A la semana de ensayar en su casa fuimos a tocar en Barracas porque se habían armado escenarios en defensa de la democracia. Ahí debutamos y a la semana me propuso viajar a Nueva York para que lo acompañe todavía sin ritmo de intimidad ni nada. Me acuerdo que me llevó al Washington Hotel donde paraba habitualmente y no habían tomado la reserva así que Joe Blaney, su productor, nos ofreció dormir en un estudio que tiene su mujer en el Soho. A mí no me importaba nada. Estaba en Nueva York con Charly. A la noche, cuando volvimos a dormir al estudio no había nada. Era un cuarto de tres por tres. Apenas había una colchoneta, donde obviamente se tiró a dormir Charly y yo en el piso. Nos dejá ahí, sin música, sin instrumentos, hacía frío. Pero igual yo estaba flasheado.
–¿A partir de ahí se empezó a crear este vínculo especial con vos de tantos años?
–No sé lo que pasó. Siempre me pedía de acompañarlo a los viajes porque veía que estaba libre para hacerlo o porque yo me podía manejar en distintas situaciones. Me podía mandar a comprar algo y no tenía problema con eso. Recuerdo que de ese viaje nos trajimos todos los equipos que íbamos a usar en el show con Los Enfermeros y obviamente los terminé cargando yo (se ríe a carcajadas, el Zorrito).
–¿Cómo veia tu familia todo eso?.
–No hay que olvidar que yo era un pibe de Villa Urquiza con un origen de padre italiano laburador y no tenía contexto musical a mí alrededor. Mi ingreso a tocar con Charly produjo una conmoción en mi familia y mis amigos del barrio. Recuerdo que antes del viaje a Nueva York con Charly mi viejo le fue a decir: "Cuidame al nene" y charle le prometió que sí. Desde ahí Charly se integró a toda mi familia.
-¿Hoy podrías vivir de la música?
–Es difícil. De la música sólo pueden vivir los que hacen canciones. En el rock no te podés jubilar, te morís o seguís.
–¿Y por qué pensás que duraste tanto tiempo tocando con Charly?.
–Para mí tocar con Charly es estar en la selección y hay que dejar todo. El año pasado cumplí treinta años y dejé mi vida. También construí una relación con él. Accedí al costado humano. A García le pasan cosas como a todos: momentos felices y tristes, conflictos y problemas de salud. Les aviso a todos que Charly es un iluminado y, también, una persona de carne y hueso. Hace un esfuerzo gigante todos los días para estar mejor. Eso la gente no lo sabe y no lo ve.
–¿Y cómo está Charly hoy?
–Ahora lo veo muy bien y se siente mejor. Tomo más conciencia de su edad, de las cosas que le estaban pasando al costado de la música y entonces es una alegría eso, que haya podido ayudarse un poco. El elige estar bien. Hablo mucho con su mujer y se apoya mucho en esa relación porque lo acompaña. Es inédito que Charly se quiera ir de un ensayo temprano. Tuvieron que pasar treinta años para llegar a esa tranquilidad. Eso es un flash. Nosotros nos escapábamos de los ensayos con el Negro García López a comer una porción de pizza a Angelín. Volvíamos y seguía tocando como si nada. Esa es la velocidad a la que iba. El otro día estuvo muy afilado en el ensayo. Estuvo puliendo todas las canciones. Tuvimos un ensayo brillante por la tranqulidad que se respiraba, por la armonía, no sonaba agreta. Sonaba dulzón y a punto. Y él estaba de un humor espectacular y tranquilo.
–¿Pensás que para Charly es sanador hacer conciertos?
–El músico no puede estar sin tocar. Eso le da una alegría y te da una dinámica. Necesita estar tocando. No es un trámite comercial. Cuando tuvo ese problema de la cadera lo complicó varios meses. Su recuperación fue a través de la kinesiología, pero su mejor manera de recuperarse fue haciendo música. La gimnasia de Charly es fabricar música y hacer cancionescomo hizo en Random. Esa es la gimnasia que le hace bien. Se revitaliza a través de la música y consagró su vida a eso. Siempre me impresiona como se reinventa. El tipo se pone algo en la cabeza y lo hace. Es lo que lo hace subsistir. Lo hace resignificarse. Esta en su naturaleza, en su ADN.
–¿Y qué significa subirte a un escenario con Charly en el Gran Rex?
–A mi me gustaría que haga un Gran Rex por semana. Porque tiene un montón de gente que lo sigue y lo quiere ver. Sería un lindo regalo para la gente y para todos. Hay que pensar que Charly es uno de los grandes próceres que quedan. Por eso, cuando me veo tocando a su lado agradezco. Hago muchas otras cosas. Tengo mi restaurant Bruni; hago cosas en la tele; tengo mi banda con amigos músicos llamada The Cracks; tengo un proyecto con Fabi Cantilo; no es lo único que hago tocar con Charly. Pero tener la posibilidad de estar con él, a esta edad, es un flash, es pura alegría. No conseguí todo lo que quería, pero hoy veo el vaso medio lleno. Hay momentos buenos y este es un buen momento para mí y para Charly. A esta altura estamos para pasarla bien y en armonía. Puede seguir haciendo lo que le gusta, de buena forma y vende entradas en tiempo récord. Y está mucho mejor que hace seis mes. La semana que viene vamos a Rosario a tocar y es lindo que salga por todo el país. Esto empezó el año pasado con un teatrito porque quería medir como venía de salud y ahora verlo de gira es impactante. Es un lindo momento para disfrutar. Me siento conmovido al verlo tocar.
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