Zoe Gotusso, la chica de la voz “chiquita” que tiene los haters “más amorosos” del mundo
Se hizo conocida con Salvapantallas, el dúo que tuvo con Santiago Celli y su corta trayectoria solista tendrá un pico el próximo 22 de mayo, cuando cante en el teatro Gran Rex; ese día cumplirá 25 años
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Para quien lea en la vía pública que el 22 de mayo Zoe Gotusso va a tocar en el Gran Rex y no sepa bien de quién se trata, nada mejor que sus palabras para explicar el camino que la depositó en el teatro más importante de Avenida Corrientes. “Esta cordobesa hace años viene haciendo canciones, curtiéndose en bares, en YouTube, en Instagram...”, cuenta acurrucada en un sillón con una voz que ella misma define como “dulce y chiquita”. " Mi carrera, o mi camino mejor dicho, empieza desde que nazco, pero a los 17 elegí ir con todo, dije: ‘Me voy a tirar’, esa es la fecha que pongo como inicio”.
El derrotero de Zoe Gotusso, que el mismo día del show cumplirá 25 años, es el de una artista que ganó visibilidad gracias al uso de las herramientas de su época sumado a una facilidad natural para hacer canciones. Con Salvapantallas, el proyecto que formó junto a Santiago Celli y con el que se hicieron un nombre en la escena, se establecieron como una suerte de dúo para un fogón virtual a base de temas propios y ajenos (”Fue Amor”, de Fito Páez se convirtió en su primer viral) que hacían de la intimidad su fortaleza. Entre 2016 y 2019, fueron de YouTube al teatro Ópera, pasando por escenarios de todos el país para, a partir de ahí, desarrollar sus carreras solistas.
“No me voy a hacer la tonta, hay muchos que descubren ahora que yo soy la de Salvapantallas”, dice sobre el inicio de su carrera solista que incluye un álbum debut editado en 2020 con el nombre Mi primer día triste. Pero también es consciente de que su camino en solitario era algo que estaba al caer y que tal vez a su alrededor lo vieron antes que ella. En una fecha en Córdoba, Emmanuel Horvilleur la invitó a compartir escenario como Zoe Gotusso y no como Salvapantallas y entonces empezó a pensar que tal vez podía hacerlo sola. “Yo no lo había pensado y cuando estás al lado de alguien generás una admiración barra dependencia. Cuando empecé sola me preguntaba: ‘¿Podré sostener esto?’”.
Acostumbrada a trabajar en sociedad, Zoe Gotusso se imaginaba hasta el miedo que sentiría conectase su guitarra y sus dedos temblaran al saber que no tenía el respaldo de alguien detrás. Pero de tanto tocar en bares y restaurantes para gente que no necesariamente había ido a verla, transformó su fragilidad en estilo. “Se escuchaban los cubiertos y yo tenía una voz muy chiquita, entre tanto ruido encontré que tenía que bajar y empecé a bajar el volumen y la gente bajaba también para escucharme”, cuenta. Así es como sus canciones, incluso en estudio, mantienen un aura folk pero con efectividad pop.
-Tus temas explotan el formato canción casi de manera fundamentalista ¿cómo es el proceso de creación desde que nace la idea hasta que terminás de darle forma?
-Soy muy intuitiva. No las pienso tanto, estoy aprendiendo ahora a hacer eso. Voy aprendiendo cositas pero soy puro juego, por eso tengo que saber que no puedo hacer todo sola y me tengo que juntar con otras personas más nerds, porque no quiero estudiar formalmente. Aprendo jugando con gente que tiene la astucia de pensar para la canción. No me llevo bien con los programas de grabación, no tengo profundidad en esa búsqueda, me interesa vivir la calle, caminar, hablar con la gente y tener una idea para que otro haga lo suyo en el estudio. Me gusta decir: “Quiero el caballo rosa, ¿cómo lo hacemos?”. Yo no hice el disco sola, el demo era yo y mi guitarra cantando pero después el disco es otra cosa. Ya el proyecto dice mi nombre... ¿qué más quiero?
-¿Eras muy celosa de tus canciones antes de entrar a grabarlas?
-Sí, era muy celosa de mis composiciones. Quería empezarlas y terminarlas yo. Ahora me doy cuenta de que en equipo se logran más cosas. A veces vomito una canción y la termino sola, pero me gusta plantear un mundo y después buscar quien me ayude a darle forma, quién tiene el papel rosa para hacer el caballo. Si corro mi ego, puedo ganar una canción que recorre el mundo. El productor siempre te pregunta hasta qué punto estás dispuesta a dejar que se metan en tu música y yo aprendí a querer lo mejor para la canción.
-¿Qué creés que tiene la canción, en tanto estructura, que la hace tan imperecedera?
-La canción es una creación, como una pintura, que te puede conmover. Lo que tiene la canción es, además, que puede ser compartida por millones de personas. Podés despersonificarla, la puede cantar cualquiera y se puede traspasar. Por eso nace el derecho autoral, porque la puede hacer alguien con palmas solamente o con un piano o como sea. Es re poderoso, es un mensaje que se va traspasando, no importa el envase. Por ahí conectás con una u otra versión.
-Después de tener un dúo y de haber hecho muchas colaboraciones, sacaste un disco sin invitados. Es como si hubiera una toma de posición de decir “Esta soy yo”.
-No lo había pensado así, pero todo termina cerrando. Creo que las cosas se hacen por intuición pero después terminan cuadrando. Yo pienso mucho pero lo hago conmigo misma; la interrogación la hago hacia adentro. También me da miedo tocarle la puerta a alguien y comprometerla a que se sume. Me gusta que mi primer disco sea yo sola. Cuando terminé de grabar las voces entendí que era así como tenía que salir. Pero también quiero sumar voces a mi próximo disco. Me han invitado tanto que ahora es mi hora de invitar. Quiero que mi próximo disco tenga condimentos que yo no tengo. A veces me empalago de mi voz, es demasiado dulce.
-¿Es algo que te han dicho como crítica?
-Me gusta mi voz, disfruto de escucharme. Yo flasheé ya de chica tocando la guitarra y de escucharme cantar. Capaz es medio narcisista, pero somos nuestros peores jueces y si a mí ya me gustaba... Pero bueno, tengo una voz que puede empalagar, ¿no? Mis haters dicen eso (risas). Tengo buenos haters, son amorosos. El comentario estrella es “Me empalga, cortemos con tanta dulzura”. Bueno... si eso es lo peor de mí, está todo bien. Es como quejarse del dulce de leche, a mí me encanta el dulce de leche.
-Tu carrera tuvo un anclaje importante en las redes sociales, que también invita a los haters a hacer comentarios ofensivos. ¿Cómo te llevás con esa dinámica?
-No me afecta el hater de redes sociales. No leo ni busco tanto, siempre son comentarios amistosos y ahora me divierto más. La gente en general es divertida, entonces puede haber comentarios malísimos o historias que te rompen el corazón o que te hacen reír. A veces me agobia, pero no me siento una estrella, no es que me agobia la exposición en este momento. Y voy a hacer esto muchos años así que espero que me divierta. Me agobiará a veces pero estoy entregada a eso, entonces hago todo para que me siga divirtiendo.
-Creciste en un contexto en el que tal vez no había tantas referentes mujeres en la música y ahora podés convertirte en una. ¿Sentís ese cambio?
-Desde la reacción y mi gestación como artista no tenía la consciencia ni la madurez para darme cuenta de que la mayoría de los espacios lo ocupaban hombres. Después puedo acordarme de María Elena Walsh, de Mercedes Sosa, Amy Winehouse, Natalie Lafourcade o Julieta Venegas, que son artistas que me han re marcado. Pero la mayoría eran hombres y es algo que empecé a ver con los años. Me sostenía en esas referentes. María Elena Walsh me cautivaba mucho y la escuché gracias a mi vieja, que es otra mujer. Ella me ponía el disco y yo lo escuchaba. El primero de Amy también me lo compró ella. Ahora tengo perspectiva y consciencia. Me gusta quien soy, me gusta ser mujer, me gustan las mujeres. Me gustan los hombres también, pero me he enamorado siempre de mujeres, me parecen brillantes. El mundo es machista y estar en el equipo de las que damos la batalla me enorgullece.
-¿Hay una responsabilidad ahí?
-Sí, mi lucha es mi música, es mi pasión. Tengo el cuerpo, el alma y el envase de la vida femenina. Me conmueve mucho y me encanta ser mujer y estar viva ahora en 2022. Y me motiva mucho a ser muy responsable con el lugar que tengo. Cuando era más chica, hace unos años, quería entrar al estudio y que se emane respeto. Ni siquiera era por una cuestión de sexo, pero supongo que a veces tenía que ver también con eso. Me pasaba que estaban dos chabones discutiendo, se miraban entre hombres y yo pensé que era porque no tenía la teoría musical para estar en esa discusión, porque no sabía qué era un DoMaj7, pero yo siempre sabía lo que quería, eso era lo importante para mí. Por eso quería entrar y que me respeten. Tiene que ver con el sexo, pero es más general. Hoy me siento re respetada por mí, por mi familia y por la gente en general. Yo salí con mi acústica muy desnuda y el respeto era re importante para mí, porque esta voz de dulce de leche es chiquita y apenas hay barullo se pierde. Tengo tanto silencio cuando canto que lo tomo para mí como una ecuación: Silencio = Respeto. Así que valoro mucho el respeto, ese fue el gran deseo que pedí siempre, antes que hacer un estadio. Porque si hay respeto, voy a llegar.
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