YSY A, sobre el caso de abuso en el show de Duki: "Es responsabilidad de los organizadores"
Hace 41 grados de sensación térmica. YSY A, el nuevo referente del trap local, está en modo vacaciones, recostado sobre una silla, comiendo sushi y con un licuado de frutillas frozen; solo le falta la sombrilla y el mar. En cambio, el rapero está metido dentro de una joyería con aire acondicionado a 16 grados. "Es mi primer día de vacaciones posta, después de un año sin parar", dice Alejo, creador de El Quinto Escalón, la batalla de rap más popular de la Argentina y semillero de toda la escena local de la que surgieron nuevas figuras como Wos (último campeón internacional de la Batalla de Gallos) y Duki, el máximo exponente del trap local.
Este hijo de un hogar clase media trabajadora de Villa Crespo, que empezó a rapear a los 13 años, tuvo un hijo a los diecisiete y abandonó la escuela en quinto año, está en su momento de despegue popular. Canciones como "Pastel con nutella", "Vamo a darle" y "Tamo loco" -tres singles de distintos periodos- suman 18 millones de visitas en la plataforma de Youtube. Al igual que las estrellas del rap internacional, tiene su propio joyero (Don Rouch), que le hizo dos piezas de oro que cuelgan de su cuello. Todo lo que gana lo invierte en su hijo de tres años, él y su música. El año pasado presentó su disco debut en el teatro Opera, acompañado de toda su familia artística, desde Duki hasta Marcianos Crew, y ahora su nombre figura en las grillas del Festival de Trap en el Hipódromo de Palermo y el Lollapalooza. "Es muy intenso todo", resopla, mientras se mete un roll en la boca.
Con Modo Diablo, el grupo que integra junto a Duki y Neo Pistea y que clavó nuevos himnos para la generación centennial como "Hijo de la noche" y "Quavo", no pararon de hacer presentaciones para miles de personas. Su último show en el complejo Pueblo Límite, el jueves 17 de enero, empañó ese recorrido exitoso. Una chica de 20 años denunció que fue violada en el baño del VIP mientras que el grupo actuaba en vivo. El recital debió suspenderse a los seis temas porque varias personas salieron heridas tras los apretujones y las caídas que se produjeron por el exceso en la convocatoria del lugar.
Alejo respira antes de decir. "Todavía estamos confundidos con lo que pasó. Por un lado, nosotros nunca nos enteramos lo que sufrió esta chica hasta que llegamos a Buenos Aires. Incluso yo pedí que se contacten con nosotros para ver en qué podíamos ayudar. Durante nuestro show todo nuestro equipo estuvo enfocado en nuestra presentación, no supo nunca lo que pasó atrás. Por otro lado, es horrible que pase algo así durante un show nuestro, pero la responsabilidad es de los organizadores que no cuidan a las personas. No puedo ser omnipresente. Se supone que cuando un lugar te contrata, ellos van a tomar todas las medidas de seguridad y organización para que ninguna de estas cosas ocurran. Es horrible lo que le pasó a esta chica. Nos asquea lo que sucedió".
"Nadie pensaba que podía vivir del rap"
En medio de la recesión económica, el trap local vivió un año de bonanza. La escena irrumpió como un fenómeno popular en 2018 y el joven YSY A tuvo mucho que ver con eso. Además de crear el Quinto Escalón, que disolvió en 2017- el artista trabajó duro la mitad de su vida para que la escena crezca. A los 14 estaba organizando batallas de rap, trayendo freestylers de España, Venezuela y Colombia. "Todavía el rap no daba plata. Iba por los colectivos rapeando durante tres meses para juntar lo que necesitaba para organizar festivales gratuitos".
Sus padres, un kinesiólogo y una encargada de limpieza, no entendían a ese niño que había cambiado. De hacer artes marciales, estudiar inglés, italiano y jugar ajedrez, se la pasaba tirando versos de rap todo el día. "El hip hop me cambió la vida. Empecé bailando break dance en un centro cultural en Caballito y aprendí a tirar beat box a los 12. Pero para mis viejos no existía la esperanza de tener un hijo artista. Para ellos, el hijo iba a tener que estudiar y trabajar de algo que le de plata y listo. Nadie pensaba que podía vivir del rap".
YSY A, estaba seguro de su destino cuando abandonó la escuela, se volcó al rap y a criar a su hijo. Su decisión desestabilizó a la familia. "Mi vieja lloraba todo el día. No la podía creer. Yo no sabía qué hacer. Solo quería rapear. Al final, todo lo que me pasó me sirvió para crecer".
YSY A creció. Tiene 20 años y su nombre figurará, junto al de su amigo Duki, en los libros de historia cuando se hable de este movimiento: ellos serán reconocidos como los pioneros de un género que saltó del under al mainstream local.
"Yo comparo lo que pasa con el trap argentino con lo que pasó en su momento con el rock argentino. Una movida que vino de afuera en otro idioma la agarraron los pibes jóvenes de acá, que empezaron a contar lo que les pasaba con la música que estaba sonando en ese momento. Con el trap pasa lo mismo. Nosotros tomamos una cultura que venía de afuera y la hicimos propia. Le pusimos una identidad local, en las letras, en la jerga y en la forma de rapear con un acento argentino".
Un cronista urbano
Una montaña de discos se apilan sobre el mostrador. Su obra Antezana 247, es fundacional. Es uno de los primeros artistas del trap en editar un disco físico, en una generación acostumbrada a irrumpir con singles y videos. "Soy muy fanático del disco. Tengo una colección de vinilos de todo lo que se produjo en el rap argentino. Quería hacer algo que en el trap local no se había hecho antes, que era pensar un disco de manera conceptual", explica.
El título del disco es la síntesis de un año viviendo en la casa de la calle Antezana 247, que bautizaron con Duki, "La Mansión". En ese caserón, donde montaron un estudio de grabación, se cocinó buena parte de la escena del trap. "Pasaron todos por ahí", dice. Ese año de descontrol, en términos creativos y personales, quedó retratado en el disco: "Explotó el boom, nos mudamos a una casa, terminé El Quinto Escalón, tocábamos en teatros, estadios, viajábamos y me di cuenta que todas las historias pasaron en la casa esa".
YSY A, es como un cronista urbano, que describe una geografía nocturna de Buenos Aires y que puede tener un tono universal para que se sienta identificado un pibe de Lanús, Barrio Norte o Ituzaingó. "Para mí, el trap y el rap son el mismo monstruo, que hablan de lo que a uno le pasa. Lo que importa es eso. Si sos un pibe que vive en Barrio Norte, no vas a salir hablando de que no tenés plata. Si un pibe vive en la villa y no tiene comida ni zapatillas, va a cantar sobre eso. El tema es cuando uno se cree un negro de Atlanta y te comés un cuento que no sos. El trap real es honestidad. Yo digo la verdad en mis letras. No invento nada. Escribo lo que veo de la forma más poética y urbana que me sale. Son historias que puede vivir cualquier persona, el pibe en la villa y o en el barrio cheto", señala.
Las canciones de YSY A son adictivas y hacen honor a la antigua trilogía de sexo, drogas y rocanrol. "Todo lo que cuento es real no tengo problemas en decirlo. Tampoco me avergüenzo de mi verdad. Mi mamá sabe todo lo que hago", confiesa. A pesar de la adrenalina del éxito, tiene claro, como dice en una de sus primeras canciones que no quiere terminar como el rapero Lil Peep, que murió a los 21 años por una sobredosis. "A mi me encanta salir y descontrolar, uno, dos o tres días seguidos. Pero me limpié de toda la gente que no me aporta nada. Soy lo suficiente inteligente para saber que si estoy un año seguido de descontrol pierdo todo. Supe parar la bocha para no hacerme mal. A mí lo que me llena es ser rapero y hacer música. Yo me la dejé de dar en la pera cuando pensé que mi hijo y mi música no iban a recibir lo mejor de mí".
-¿Te preocupa que tus temas que hablan sobre drogas sean escuchados por tus seguidores más chicos?
-A mí me pasan dos cosas. Cuando decidí salir de El Quinto Escalón yo le saqué el filtro a mis letras para que me dejen de escuchar los menores. Yo quería hacer música, no ser un producto para nenes. Por eso me fui de El Quinto Escalón, porque se había llenado de un público menor de edad que no me representaba en nada. Yo no soy un vocero para los chicos. Quizás alguien piense que sí, pero los chicos ni siquiera entienden el contexto de mis letras. Yo quiero hablarle a mi generación. Quiero inspirar a otros y llevarles el mensaje que en la vida pueden ser lo que quieran, sean de la clase social que sean. Podes ser rapero o lo que vos quieras. Ese es el verdadero mensaje que le mandamos a nuestra generación.
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