Yona, la cantante virtual que tiene "personalidad propia"
VALENCIA.–Las distopías monopolizaron la forma de pensar el futuro. Androides que se rebelan contra sus creadores, sociedades dominadas y manipuladas por la virtualidad... La proliferación del discurso apocalíptico en la cultura popular hizo que la idea de un vínculo amigable entre seres humanos y máquinas, entre los seres humanos y la tecnología, resulte cada vez menos posible de imaginar. En el universo musical , la aparición de descubrimientos relacionados a los programas y la inteligencia artificial –desde el auto-tune que hoy se escucha modificando voces del trap, por ejemplo, hasta los hologramas que prolongan la vida de algunos artistas después de su muerte- profundizó el temor a que el reemplazo de las capacidades de los artistas por parte de los algoritmos sea progresivo. Pero, ¿tiene fundamentos reales ese miedo o surge como consecuencia de los efectos de la ciencia ficción?
Un debate acerca de esta pregunta se dio en el marco de una nueva edición de Ballantine´s Boiler Room, un proyecto que surgió en 2010 en forma de sesiones musicales transmitidas en vivo de manera virtual y que ahora no solo perfeccionó y amplió su alcance (se realizan desde los lugares más diversos del mundo) sino que también, desde el año pasado, agregó una instancia de charlas, de conferencias, a sus eventos musicales. La ciudad elegida para llevar adelante la edición 2018 fue Valencia y el concepto se construyó debajo de la premisa "Hybrid Sounds" ("sonidos híbridos"), para indagar en el vínculo entre lo digital y lo analógico. Allí, varios representantes de proyectos asociados a la inteligencia artificial opinaron sobre cómo la tecnología abre nuevos panoramas en cuanto a la creación artística aunque, de manera indefectible, la amenaza a la participación humana se siente latente. El debate comenzó con una certeza: todos los descubrimientos tecnológicos vinculados a la creación o reproducción musical, desde el vinilo hasta Spotify, generaron cierta desconfianza y reticencia en la industria cuando aparecieron. Es verdad. Así como también es cierto que la adaptación finalmente se logró, años más, años menos después.
Vochlea Music es una tecnología que permite crear música a través de sonidos generados vocalmente. Como si el beatbox pudiera producir una línea de bajo, el sonido de una batería y un solo de guitarra: la idea es componer enteramente los temas utilizando la boca de manera exclusiva. "Michael Jackson podía tocar instrumentos pero no era realmente un instrumentalista; una vez le preguntaron cómo componía y dijo algo así como ‘bueno, ya sabés, mientras manejo mi auto empiezo a cantar la canción’ y empezó a cantar las partes de todos los instrumentos de la intro de ‘Billie Jean’ con su boca. Esa historia funcionó como disparador para mi proyecto", cuenta el inglés George Wright. Con su prototipo (pronto estará disponible para el uso general), la intención de este músico y programador es permitir que cualquiera pueda generar música desde la comodidad de su hogar, solo y con un teléfono. "Es una nueva idea pero lo que tiene de novedoso en realidad es la habilidad, la posibilidad de poder transformar la voz en el sonido de instrumentos musicales", agrega. Y ante la duda sobre el destino del lado social de la producción (los ensayos, el proceso de composición compartido, el vivo), Wright confía: "Las bandas no van a dejar de existir, esta será tan solo una forma más de creación."
El músico y productor iraní-británico Ash Koosha llevó la inteligencia artificial al máximo nivel: creó a Yona, una cantante y compositora virtual con voz y ‘personalidad’ propia. "La voz humana se sintetiza y replica desde que apareció la tecnología de Graham Bell pero nunca se realizó de manera total aplicada al canto. Por ahora la voz de Yona es bastante rústica, suena como un humano pero un humano sintetizado, necesita ser mejorada para que suene como humana: para eso estoy estudiando el significado del canto, y de los distintos acentos y cadencias, y creando una base de datos que luego cantará un humano para que la máquina elija la mejor forma de decir ‘amor’, por ejemplo", cuenta.
Yona, de la que ya se pueden escuchar dos temas en YouTube, surge como una suerte de provocación a la industria por parte de Koosha: "Como productor veo que nos estamos copiando constantemente, replicando la música con fórmulas exitosas: es necesario que dejemos de ser vagos. Yona demuestra mi creencia en la capacidad y el potencial humano; necesitamos dejar de imitarnos porque las computadoras se volverán más fuertes y nos dejarán atrás. Estamos constantemente reviviendo épocas pasadas en vez de hacer algo nuevo. Y esto lo digo porque vengo de Irán, en donde la gente no tiene mucha idea de lo que pasa en el mundo. Hay un privilegio que está mal utilizado: el acceso a la tecnología. Teniéndolo no hay excusas para la pereza."
Koosha considera que Yona es una suerte de "humano suplementario" que permite una nueva forma de crear música, pero las instancias de posproducción y masterización no son llevadas adelante por el programa.
Hoy el impacto de los avances en la música puede sentirse en las formas de producción y también de consumo: los algoritmos que recomiendan canciones o artistas basándose en los gustos y escuchas ("Aunque la gente sigue considerando las recomendaciones de amigos", asegura Wright), la tecnología que permite seguir escuchando -incluso viendo- artistas post mortem, los sistemas de streaming de shows en vivo que, cada vez con mejor calidad de sonido y mayor definición de imagen, llevan la música a los rincones más recónditos, como sucede con Boiler Room. "Las máquinas no tienen intenciones", dice Koosha. Pero los humanos sí; y están a tiempo de aprovechar esos avances y, eventualmente, frenar una posible rebelión.
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