El saxofonista reflexiona sobre el Indio, Skay, las drogas y la ignorancia
‘Me olvidé de que era músico”, dice Willy Crook. En 2004 editó Fuego amigo, lo presentó y al tiempo desapareció de los lugares que solía frecuentar. “Estaba en una etapa rústica mental. Me hice un transporte de mascotas con una Kangoo”, explica el referente local del funk que, bloqueo mediante, pasó doce años sin mostrarle una sola canción nueva al mundo. En eso, su amigo Eduardo Sormani (“un nerd recalcitrante que perdió la vida hace poco después de usarla muy bien”) llegó al rescate, le enseñó a grabarse en la Mac y, lentamente, el negro-blanco volvió a asomar la cabeza: X (2016), el EP de resurrección, le dio un pretexto para salir a tocar otra vez y hoy, con la memoria musical recuperada, tiene fecha en el Konex el 7 de junio. No había futuro y de repente se dibujó un presente que, cómo no, le debe mucho a todo lo que aprendió de Patricio Rey en su paso por los Redondos allá por los 80.
X no es un disco de funk ortodoxo. “Mortal”, por ejemplo, bordea el trip hop.
Ese lo hice para una película y después fue rechazado sin oír, porque mandé a negociar a alguien que necesitaba mucho dinero y no sé qué les pidió. Ya tenían la película hecha, se llamaba algo así como Peligrosa obsesión, con Pablo Echarri. Un bodrio. En la entrada de la película hay una toma desde un helicóptero en Río, y la letra dice algo como “para algunos la vida será un pan de azúcar, pero no hay redención...”. Y dice “así termino la noche, todas y cada una, con mortal obsesión”... me equivoqué de nombre. La cosa es que ni lo oyeron.
El riesgo con tu música es terminar sonando en un restaurante de 2.000 pesos el cubierto en Las Cañitas. ¿Te preocupa eso?
No tengo miedo a la popularidad porque sé que mis temas nunca van a ser cantados en la cancha. Yo decidí esto que pasa, sabía que lo que hacía no era sumamente comercial, pero ya me asombra y estoy muy agradecido de poder vivir de eso. Conozco gente que es la verdadera dueña de mi música que curten su vida con ella, desde cirujanos, jardineros, amas de casa, gente que está al pedo en su casa. Además de que la usan en el mejor momento entre dos seres humanos: en el fragor de la pasión. Por eso me declaré el líder del fi-funk.
¿Se aprende el groove?
Es muy difícil. Tiene que ver con los latidos del corazón, alguna cosa así.
Por algo los negros nos sacan ventaja.
Ojo que yo he visto negros patéticos, eh. No todos los negros saben jugar al básquet ni la tienen grande. Pero al blanco le cuesta un poco. Es un relax, es el silencio que hay que aprovechar y no precipitarse a tocar una nota atrás de eso. Es el famoso “como que” que no se sabe qué es.
Una vez dijiste que te fuiste de los Redondos porque todos los temas tenían saxo...
[Interrumpe] Eso fue gracioso de decir, pero creo que me fui porque artísticamente había dado y recibido todo. Mis amigos me decían “eh, te fuiste ahora que empezaron a ganar plata”. Yo dormía donde podía y me iba caminando de Belgrano a Palermo con el ataúd en la mano para ensayar. Pero me bajé porque necesitaba hacer lo mío. Sabía que se ganaba mucha guita, pero Patricio Rey hubiera dicho que yo era un grasa si me quedaba por la moneda. Cuando me fui se pagaban 300 dólares… ahí aprendí esa filosofía de “no hagas nada por un billete”. Hasta Grinbank nos había venido a ver en ese momento.
¿Cómo te hubiera pegado la popularidad de los 90, eso de no poder salir ni a la calle?
Para el Indio puede ser eso. Para Skay, no tanto. Lo he tenido al lado y venían a decirme a mí “eeeh, ¿cuándo vuelven los Redondos?”. Y yo les digo “yo con esa gente no me siento ni a tomar algo”, y lo tengo al lado. Skay es formidable. Al Indio, como tiene miedo, sí le toca. Es como mi vieja: atrae las desgracias.
¿Vos decís que de alguna manera lo fomentó?
Y, él es hipocondríaco, así que le gusta este tipo de enfermedades, je. Espero que algún día vuelva el bueno de Carlos. No entiendo en qué anda. Yo aprendí miles de cosas de él: tenía 18 años cuando entré. Toda la filosofía que mantengo en mi banda es porque hay un jefe ficticio y yo voy a hacer lo que quiera pero hay un jefe. Es un argumento para que cumplas con tus propios instintos de salir para arriba. Patricio Rey fue el tipo que, sin existir, más me ha enseñado. Pero los portavoces eran Skay, Poli y el Indio. Hermanos mayores, así los considero. Ahora lo que no entiendo es su separación. Yo lo conozco a Skay y no está en su naturaleza eso. Sé que Carlos la pasa bien. Espero que sea grato para él. Yo no disfrutaría mucho sin mi compañero de toda la vida. Me parece muy extraño. Skay no está mal predispuesto. Una parte siempre cede. A Carlos le va bien y… qué sé yo. Yo lo recuerdo como un tipo muy diferente.
Decía Bukowski que, cuando él escribía, él era el héroe. ¿En tus Memorias improbables (2017) sos el héroe?
Para justificar mi existencia tengo que ver con buenos ojos mi paso por la misma. Cosa que no sucedió, porque me atreví a contar cosas de las que no estoy orgulloso. Jamás hablaría de drogas porque conozco gente muy piola que no las necesita, y tomar drogas es ser un esclavo. Teniendo en cuenta la influencia que puedo tener en cierta gente, yo trato de no fomentar las drogas ni la ignorancia.
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