“Whole Lotta Love”: del plagio al riff “adictivo y prohibido” que marcó la historia del rock
“Whole Lotta Love”, qué duda cabe, fue un tema decisivo en la carrera de Led Zeppelin. Solo basta escuchar unos segundos el famoso riff de la guitarra de Jimmy Page que lo sostiene y estructura para identificarlo. De algún modo, la identidad de la banda se empezó a consolidar definitivamente con esta canción salvaje y atrevida que fue caballito de batalla del segundo disco del legendario grupo británico y también un número puesto en la mayor parte de sus conciertos.
Gracias al éxito de este single y de “Heartbreaker” -otro track apoyado en un riff simple, pegadizo, abrasivo y demoledor-, Zeppelin logró destronar del puesto uno de los charts ingleses nada menos que a Abbey Road de los Beatles, disco que estuvo en la cima durante once semanas.
Zeppelin grabó su segundo álbum en un momento muy particular: después del formidable éxito de su debut (Led Zeppelin, también de 1969), la banda entró en una vorágine interminable de giras y produjo su nuevo repertorio como pudo, en habitaciones de hotel y camarines, y aprovechando cortos períodos en distintos estudios de los Estados Unidos. Aun cuando naturalmente disfrutaron de ese gran momento, los integrantes del grupo también sufrieron el desgaste de un ciclo tan prolongado de conciertos que supuso una exigencia física y mental agotadoras, como claramente expresó John Paul Jones unos años más tarde: “Las giras tan largas me transforman en otra persona. Me doy cuenta de eso cuando llego a casa. Me cuesta semanas recuperarme después de vivir tanto tiempo como un animal”.
El temperamento explosivo de “Whole Lotta Love” era coherente con el espíritu de una banda que ya en sus inicios planteaba un sonido agresivo que no toda la prensa musical de la época aprobaba sin reservas: “La obsesión de este cuarteto por el poder, el volumen y los recursos melodramáticos deja poco espacio para las sutilezas que emplean otros artistas británicos”, opinaba por caso Variety a fines de 1969, cuando el sello Atlantic lanzó el single en un vinilo de 7 pulgadas.
El estilo de Zeppelin se fue ajustando a partir de su segundo disco. El primero era principalmente el resultado de las ideas de Page, pero la identidad de la banda se fue modificando con el exigente training de las giras y el desarrollo de la personalidad expansiva de Robert Plant como contrapeso y complemento del evidente virtuosismo del guitarrista. También fue importante la decisión de Page de cambiar la Telecaster con la que venía tocando hasta entonces por una Les Paul Standard modelo Sunburst 1958.
Grabada en parte en Los Ángeles, “Whole Lotta Love” fue la elegida para abrir Led Zeppelin II. Luego de ese fraseo de guitarra memorable con el que se inicia -según comentó oportunamente Page, nacido en una de las sesiones improvisadas de “Dazed and Confused” en los shows-, el sonido se transforma en algo similar al rugido de una división Panzer que avanza a toda velocidad, mientras la voz prodigiosa de Plant suplica por un amor más carnal, ululando como una sirena. “Es una mezcla abstracta, aunque cuidadosamente ensayada de sonidos: bocinas de trenes, sugerentes susurros femeninos, un ataque con Napalm en el delta del Mekong y una planta metalúrgica a punto de apagarse”, propone Stephen Davis en su libro Led Zeppelin. El martillo de los dioses. La canción también incluye un riff en descenso al que Page le dio forma con un slide metálico y un tratamiento con eco invertido. Además, Page diseñó los ominosos sonidos ondulantes de theremin que condimentan el tema.
En América, la canción tuvo un enorme impacto: los antiguos términos (blues blanco, música heavy) para definir su sonido le cedieron espacio a una invención del provocador intelectual William S. Burroughs, la categoría “heavy metal” que usó originalmente para referirse al incendiario hit de Steppenwolf “Born To Be Wild”. Pero Page nunca estuvo muy de acuerdo con etiquetar de esa manera a la música de Zeppelin: “Siempre buscamos dinamismo, luces y sombras, expresividad y versatilidad. Estamos en un lugar diferente al del rock progresivo, que llevó demasiado lejos la intelectualización del rock. Nuestra música es principalmente emocional, como la de las grandes estrellas del rock de los inicios, pero no la encuadraría como heavy metal”.
A fines de los 60, con el mercado para los discos de rock y soul en pleno crecimiento y la aparición de las FM universitarias, las compañías de discos empezaron a invertir en grupos que podían llenar con imaginación el formato LP. Atlantic cazó muy pronto a Led Zeppelin y la banda respondió con un certero golpe de knock out: su segundo disco se mantuvo al tope de la lista de Billboard durante siete semanas, y “Whole Lotta Love” llegó al puesto cuatro del chart de canciones de pop y rock de ese mismo medio. Muchísimo para un tema que Page había pergeñado en un entorno bastante informal: el riff que es el esqueleto del tema se le ocurrió en el verano europeo del 68, mientras jugaba con una guitarra en una casa flotante montada en el río Támesis donde vivía por aquellos años. “Supongo que la inspiración me vino de las intros de rockabilly que me gustaban de muy joven, pero en cuanto tuve el riff enfilado supe que era algo con la suficiente fuerza como para tirar de toda la canción, no solo para abrirla -declaró el músico hace unos años-. Ese riff tenía algo adictivo, como las cosas prohibidas”.
La batería de “Whole Lotta Love” fue grabada en los famosos estudios Olympic de Londres, los mismos donde había grabado uno de los mayores mitos rockeros de la época: Jimi Hendrix. De hecho, Page se ocupó de que contrataran al mismo ingeniero de sonido (George Chkiantz) que había trabajado allí con el genial guitarrista negro. Olympic tenía dos estudios, uno enorme y otro de dimensiones más reducidas. La grabadora de dieciséis pistas destinadas a las bandas de rock estaba en el más pequeño. El más espacioso -de doce metros por veinte- se utilizaba para registros de música clásica y bandas sonoras para películas. Pero Page lo eligió a pesar de que estaba equipado con una grabadora de solo ocho pistas. Esa decisión, a primera vista arbitraria, tenía un motivo bien específico: una disposición especial de los micrófonos para la batería de John Bonham, que tuvo un papel clave en la canción.
Chkiantz usó un mic estéreo sostenido por un brazo de más de dos metros de altura colocado por encima de la batería y otros dos a ambos costados, con la idea de que el tambor tuviera más filo. También utilizó un poderoso AKG D30 a medio metro del bombo. La pretensión de Page -que “el tema estallara como una experiencia de sonido panorámica”, según sus palabras- necesitaba imperiosamente del brillo y el punch shockeante de la bata de Bonzo. Cada golpe debía sonar con una potencia categórica. El otro recurso puesto en práctica para conseguir ese objetivo fue colocar una tarima que permitiese elevar la batería a cuarenta centímetros del piso. Como el suelo del estudio no era de cemento, sino de madera, había que evitar que las trepidaciones del sonido de la batería afectaran a los otros instrumentos.
Pero cuando se editó el simple, lo que más llamó la atención fue el clima enrarecido de la canción a partir del minuto y veinte segundos, cuando despega una intrépida jam coloreada con sonidos extraterrestres de theremin pergeñados por Page e improvisaciones vocales de Plant que es cortada abruptamente por los mazazos de Bonham antes de que la canción retome su patrón inicial para desembocar en un catártico epílogo, con Plant disputándole protagonismo al maremágnum levantado por sus compañeros. “Robert llevó su voz al límite -reveló Page-. La Les Paul me permitió obtener sonidos muy agudos y él se forzó para estar a la altura, incluso para competir con la guitarra”.
Instalado con la banda en los estudios A&R de Nueva York, donde se terminó de mezclar Led Zeppelin II, Eddie Kramer, el ingeniero que le dio los últimos ajustes al álbum tuvo que esforzarse para lograr el resultado que Page esperaba con una consola de doce canales provista únicamente de diales rotatorios muy limitados que complicaban el control absoluto de las pistas, mucho más sencillo con potes deslizantes. Plant había grabado voces en pistas diferentes y no había forma de eliminar una que tenía apenas algunos susurros cargados de deseo erótico (”way down inside... woman... yo need... love...), así que la solución usar a favor ese presunto inconveniente. Esa voz suena en el tema como un eco añadido adrede, pero en realidad quedó en el corte final porque la consola no permitía eliminarla del todo. Page y Kramer acordaron tratarla con reverb para camuflarla y lograron un efecto único e inolvidable.
Otro dato importante en relación a “Whole Lotta Love” tiene que ver con un reclamo judicial: luego de un largo proceso, Willie Dixon logró en 1985 que se lo incluyera como coautor del tema, dado el parecido de la canción de Zeppelin con “You Need Love”, una de las composiciones más celebradas del maestro del blues, sobre todo por la interpretación fabulosa que grabó Muddy Waters en 1963. En 1966, Small Faces había hecho su propia versión del tema de Dixon. Plant tuvo en cuenta todos esos antecedentes para construir su magnífica interpretación. Y sumó como otra referencia notoria a la singular relectura de Howlin’ Wolf, “Shake For Me”.
“Robert citó la letra del tema de Dixon porque era una gran amante del blues y los versos se ajustaban perfectamente a la música que compuse, cuyo pilar es un riff del que no hay rastros en ‘You Need Love’ -subrayó Page cuando le preguntaron por el asunto-. Pero salvo por esa cita, vinculada estrictamente con la letra, no hay nada parecido en las dos canciones”. Más amable con sus padres artísticos, Plant cerró la polémica con una conclusión amigable: “Digamos que fue un pequeño robo, está bien. Con esta decisión de la justicia de sumar a Willie Dixon como autor, él quedó debidamente compensado. Son las reglas del juego”.
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