Exparticipante de La voz argentina y a punto de cumplir 20 años, ya tiene un primer disco que presentará el 13 de junio en La Trastienda
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Es la hija de Gabriel “Tete” Iglesias y a la vez sobrina de Jorge “Tanque” Iglesias (bajista y baterista de La Renga, respectivamente). Está por cumplir 20 años y en 2022 se hizo conocida a partir de su participación en el reality de talentos La voz argentina, donde quedó claro que lo suyo era el rock clásico. Wayra Iglesias, de ella se trata, acaba de lanzar La suerte de encontrarme, su álbum debut, en el que despliega su profundo caudal vocal a lo largo de diez temas que, con un sonido decididamente vintage, navegan por las aguas del blues, el rock, el soul y el funk. La próxima semana, el jueves 13 de junio, día de su cumpleaños, subirá al escenario de La Trastienda para presentarlo.
“En principio grabamos sólo cuatro temas y fue a partir de allí que surgió la idea de sumar seis más para darle una forma y un concepto más definido al disco”, explica Wayra. “Si bien la base es el blues, es un álbum muy variado y tiene que ver tanto con la música que a mí más me identifica como con la que mejor va con mi voz. En realidad fui encontrándome a mí misma como artista a medida que avanzaba la grabación”.
Con influencias que abarcan desde Janis Joplin hasta Amy Winehouse, pasando por The Rolling Stones, Pappo y Creedence Clearwater Revival, el álbum de Wayra destila un sabor clásico y de “tracción a sangre”, ejecutado por una sólida banda. Acompañada por músicos de Ella es tan Cargosa (Pablo Rojas, Ildo Baccega y Lucas Kocens), de Andrés Calamaro (Julián Kanevsky y Germán Wiedemer), su papá y su tío, además de Santiago Gonella, Juan Manuel Romero y el aporte de la sección de vientos de La Renga, Wayra no sólo concreta una decidida apuesta por el rock’n roll (parafraseando a Héroes del Silencio), sino que desgrana historias de amor y desamor (algunas dulces y diáfanas, otras un tanto más oscuras) como así también diversas experiencias personales.
“La inspiración primitiva es muy personal. Fluyo mucho más en la escritura cuando cuento algo propio porque lo siento más real. Por eso, en general apelo a experiencias personales aunque muchas letras también contienen cosas que no son precisamente vivencias, pero sirven para cerrar mejor la historia que quiero contar”, detalla Wayra.
–A diferencia de la mayoría de los artistas de tu generación, que suelen inclinarse por tendencias musicales más actuales como lo urbano y el trap, vos apuntás directamente al blues, el rock y el soul. ¿Estos estilos clásicos te acompañan desde tu niñez o los adoptaste siendo ya más grande?
–En mi casa siempre sonó el rock´n roll. También fue importante en mi formación reconocer la figura femenina dentro del rock a través de Celeste Carballo y Fabiana Cantilo, ya que mi mamá (Silvina Cendón, integrante de la banda Q’Acelga?) me las hizo escuchar mucho desde que era muy chiquita. Pero después, cuando empecé a descubrir a artistas como Pappo y voces femeninas como las de Janis Joplin y Amy Winehouse me fui interesando mucho por el blues. A partir de eso, me di cuenta que cuando cantaba blues me sentía muy cómoda por el tono y el color de mi voz. Y de ahí al rock y al soul hubo un solo paso, porque son estilos hermanos. Sin embargo, no me cierro a un tipo de música en particular. De hecho, también me gustan los temas más bailables y jugar y explorar por el lado del funk y la música disco.
–¿Recordás cuál fue el primer disco que compraste o el primero que te marcó para siempre?
–Sí, por supuesto: Back to Black de Amy Winehouse. Soy fanática desde muy chica y hace poco en un show alguien se acercó y me regaló un vinilo y un CD de ella. Parece que ya saben que soy la loca de Amy Winehouse (se ríe). De todos modos, recuerdo haberle robado a mi papá un montón de vinilos de los Beatles, Creedence, los Rolling Stones y Led Zeppelin que me ayudaron mucho a formarme.
–A propósito de esto que contás, ¿serías algo así como un cuerpo joven con un “alma vieja”, como cantás en el tema “Rock and roll”?
–En cuestiones musicales y de estética seguro que sí. La manera en que me visto y la música que más me gusta, cuyas bandas ya no existen o muchos de sus integrantes murieron, también tiene que ver con eso. Los primeros pantalones Oxford que tuve se los robé a mi papá y me quedaban enormes. Pero desde que empecé a cantar quise ir buscando también mi estilo en cuestión de imagen. Al principio me vestía toda de negro, más gótica y rockera pero eso no tenía mucho que ver con la música que hacía y podía confundir a la gente. Entonces comencé a incorporar más prendas de jean, pantalones pata de elefante, sombreros y a seguir la onda de Janis Joplin que está mucho más en sintonía con lo que pretendo transmitir.
–¿Cómo describirías tu infancia en la que a la cotidianidad de ir al colegio, estudiar y salir con amigas se le sumaba el seguir a tu papá y a tu tío por salas de ensayo, camarines, shows y giras?
–Como algo muy divertido. Tuve muchas semanas rockeras a lo largo de mi infancia acompañando a mi papá. Sin embargo, como La Renga nunca fue de tocar muy seguido, mi vida no fue tan alocada como quizás se pueda suponer. Fui a un montón de shows en época de vacaciones, pero lo que más me gustaba era ir a la sala de ensayo y curiosear. Era como ser parte de una excursión y descubrir cómo funcionaba todo. A todos los que trabajan junto a La Renga siempre los consideré como parte de mi familia. Somos vecinos del barrio de Mataderos, compartimos fiestas y cumpleaños y lo vivo como algo totalmente natural.
–¿Conservás alguna anécdota de esa etapa de tu vida?
–En realidad, no guardo ninguna anécdota en particular pero sí recuerdo cuando empecé a ser consciente de la magnitud de La Renga. No puedo precisar exactamente el año, aunque me parece que fue en un show en el Orfeo de Córdoba. A los más chicos siempre nos armaban un lugar especial para poder ver bien el recital y ahí fue donde por primera vez dije: “¡Guau!, mirá cuantas personas vienen a seguir a mi familia”. Fue algo muy tremendo, como también encontrarme con gente que tenía la cara de mi papá tatuada en un brazo, ir a Ushuaia y cruzarme con pibes con la remera de La Renga o ver autos estacionados con el sticker de la banda pegado en el vidrio de atrás. Es algo que perdura hasta hoy y no tiene fin. Y de hecho, me inspiró a escribir el tema “Girando”.
–¿Alguna vez se te cruzó la idea de dedicarte a una actividad por fuera de la música?
–Cuando terminé el colegio continué con la música de una manera totalmente natural. Nunca me lo tuve que plantear. Pero como me gusta mucho escribir, algo que está muy relacionado con la música, quizás hubiera seguido la carrera de Letras; me fascina analizar textos. Y por otro lado, me copa muchísimo el diseño de indumentaria. En ese sentido, mucha de la ropa que uso es creación mía o la intervengo yo. Así que no descarto estudiar eso en algún momento.
–¿Cómo te preparás para encarar esta nueva etapa en la que, ya con el álbum editado, tenés que salir a defender tus canciones en vivo por vos misma más allá del fuerte legado familiar?
–Me estoy preparando a full, con muchas ansias y expectativas, pero también con mucho ensayo, porque el de La Trastienda será mi primer show propio. Ya participé en varios festivales, abriendo conciertos para otros artistas o como invitada de bandas amigas a las cuales siempre les estaré agradecida. Ahora llegó el momento de empezar a defender al disco en vivo, sumar experiencia y aprovechar cada show como un aprendizaje. Tengo una gran banda que me acompaña como así también a mi papá y mi tío que son dos grandes consejeros. Para nada es mi idea utilizarlos, colgarme de los logros ajenos ni tampoco es algo que me pese. Al contrario, aprovecho su cercanía para hacer preguntas, pedir consejos y aprender de dos personas que se dedican a esto desde hace muchos años. Pero a la vez estoy muy tranquila porque nadie está haciendo esto por mi: se trata de mi propuesta y mis canciones.
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