Guillermo Cidade, más conocido como Walas y por ser la voz líder de Massacre , se alista para rendirle tributo a Sumo. Mañana, en el marco de un nuevo festival Movistar Fri Music, la consigna será celebrar a la banda que encabezó Luca Prodan y eso, para el frontman que se crio en Parque Centenario con una tabla de skate bajo el brazo, no parece ser un evento más. "En general se dice que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista. Bueno, para un fan de Massacre no hay nada mejor que un fan de Sumo, o para un Massacre no hay nada mejor que un Sumo para tributar", confiesa a pocas horas de compartir el escenario con Las Pelotas, El Kuelgue, Cállate Mark y Francisca y Los Exploradores, bandas que en Figueroa Alcorta y La Pampa tocaran sus canciones y reversionarán clásicos del grupo de Luca.
¿Cuáles son los aspectos de la carrera y la posición artística de Sumo y Luca Prodan que influyeron a Massacre?
Hace unos años se hizo este mismo formato con todas las bandas homenajeando a Gustavo [Cerati] y Soda Stereo. Ahora salió esto mismo para con Sumo, pero la diferencia es que ahora no nos vamos a volver locos para no pisarnos con los temas que vamos hacer. Está buenísimo jugar con esas dos realidades que son, por un lado Gustavo, que fue el rey de lo mainstream, y en este caso, ir a una cosa que fue contracultural, muy tangencial al rock oficial, muy perimetral a lo exitoso y al rock nacional. Todas situaciones con las que nos identificamos nosotros. Pertenecemos a una camarilla de bandas pichones de Sumo. Aprendimos de ellos y nos consideramos alumnos.
¿Fueron como una especie de antihéroes del rock oficial?
Llegan en el momento post Malvinas donde el rock nacional estaba en auge y ellos vienen a contrapelo, con una baterista inglesa y cantando la mitad de su repertorio en inglés. Eso fue la contracultura necesaria a la que nosotros, los punks, nos subimos. Los que queríamos algo nuevo, pero que todavía era muy minoritario y secreto, Luca vino a legitimarlo. Vino con esa valija simbólica de singles y trajo lo que Buenos Aires todavía no tenía: el punk, el reggae, el hardcore, lo dark; nos enseñó, nos alfabetizó y no solo a nivel estético sino también a nivel pensamiento. Si uno ve las entrevistas de Luca, el tipo ya era un adelantado por lo pronto del derecho para con la mujer. Ya se rebelaba contra lo machista y lo misógino del rock. Hablaba de cómo había que tratar a las chicas. Es un tipo que ocupó el lugar de hermano mayor de esa pequeña colmena que éramos los anarcopunks en Buenos Aires. Que además también éramos los primeros feministas, los primeros defensores de los derechos animales y los primeros en ir a las marchas para defender que los edictos policiales no castiguen a las prostitutas.
En muchas de las canciones de Massacre parece filtrarse algo de la rabia de esa época. O por lo menos está claro que no todo les da lo mismo ni musical ni políticamente.
Hubo uno en los 90 que nos dijo que las ideologías habían muerto, le hicimos caso y convertimos a la Argentina en una sucursal de Miami. Después vino el siguiente ciclo donde nos hiperpolitizamos, que en algunos casos está bueno, pero en otros no tanto. En algunos casos, nos hizo idiotas útiles a causas de turno y en otros, vino bien. Nosotros tenemos una canción que se llama "Muerte al faraón" donde celebramos a los chicos tomando los colegios y plantándose frente al adulto y al poder. Ahí digo es la revolución. Algo así como: "chicos en sus manos está la revolución o sino será una revuelta más. O lo agarran con fuerza o será una revuelta más". Y terminó siendo eso: una revuelta más. Hoy en día esa canción la canto como una canción de derrota.
No estuvimos a la altura de la revolución, ni en Argentina ni en toda Latinoamérica. Perdimos.
Si bien Massacre ya es una banda que pertenece a las grandes ligas, la estética y la liturgia anarcopunk los sigue representando ¿Cuál es el juego que hace Massacre dentro del mainstream?
Massacre hace lo siguiente: le dinamita las tripas desde adentro en vez apedrearlo desde afuera. Es mejor estar dentro del monstruo y conocerlo y saber cómo envenenarlo, a estar a veinte metros y tirarle una piedrita que sabemos que no le hace nada. Es mejor jugar en las dos canchas. Tengo esa ambigüedad que después me hace un poco mal y termino en el diván. Pero nada me lo tomo tan enserio. Me rio del ser humano y de mí mismo. Me rio de eso que forjó el ser humano que se conoce como sociedad. Con sus progres y sus conservas, con ese verso que se llama democracia, que es un invento de un vivo para que durante cuatro años gane el bueno y después el malo.
En muchas ocasiones siempre trataste de dejar en claro tu cercana relación con la literatura y la importancia que contienen las palabras. ¿Qué estás leyendo ahora?
Estoy leyendo un libro de Beatriz Preciado que se llama Pornotopía. Es una especie de socióloga, plantada en el feminismo que aborda mil temas y habla sobre cómo influyó la revista Playboy en la cultura norteamericana y después estaba leyendo, hablando de Patti, un libro que se llama M Train, que es como una segunda parte de Just Kids pero que no está a su altura.
En los últimos meses salieron a la luz muchas denuncias de abuso contra algunos colegas tuyos. ¿Se podría decir que queda claro que el machismo es patrimonio del rock?
Sabía que el rock era machista, era misógino y que está toda esa cultura de las groupies que nos enseñaron desde siempre, pero la verdad que estoy anonadado de todas las denuncias que empezaron a aparecer.
El colectivo de mujeres cumplió un rol clave en que se conocieran estas denuncias. ¿Cuál es tu postura sobre el movimiento feminista actual?
He dicho toda la vida que soy matriarcal, dependiente de las mujeres, a nivel ejecutivo, a nivel musa, a nivel creativo y a todo nivel. Y esto antes de que se instale la idea de patriarcado, que es lo que hay que derrocar. A las mujeres feministas les entiendo que no quieran saber nada con los hombres y que no quieran convivir con sus verdugos históricos, pero soy de la lógica y la postura de que tienen que ser ayudadas por los hombres que somos, por lo pronto, matriarcales, o antipatriarcales. O, si se quiere, feministas.
A las chicas feministas les digo: déjense ayudar por los hombres, que como en mi caso odiamos a nuestro género. Considero que el hombre es boludo, territorial, competitivo y muchísimo menos evolucionado que la mujer.