Vuelve Snarky Puppy, entre el tributo colectivo a la tradición musical de Texas y las búsquedas individuales de sus talentosos músicos
Michael League, líder del aplaudido grupo de fusión instrumental, anticipa el concierto de este domingo en el Luna Park y también del álbum de laúd y piano que por separado presentó esta semana en Buenos Aires junto a Bill Laurance.
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Snarky Puppy regresa este domingo a Buenos Aires para compartir de nuevo con sus muchos fans argentinos su celebrada, sorprendente, original, libre e inclasificable (en el mejor sentido, el que no reconoce fronteras, ataduras o etiquetas musicales) propuesta de fusión instrumental. Detrás de esta vuelta como grupo en una gira armada para presentar su álbum más reciente, el excelente Empire Central, siempre hay espacio para aventuras individuales igual de creativas.
Como líder de una banda de espíritu tan familiar, Michael League es también el mentor de este camino de ida y vuelta entre las búsquedas personales y un inspirado espíritu colaborativo. Y el ejemplo vivo, en pleno movimiento, de semejante compromiso. Hace algún tiempo dejó Nueva York para instalarse en Cataluña y desde allí maneja sus múltiples proyectos mientras profundiza los estudios sobre la música tradicional y moderna de Turquía, Marruecos y otras regiones cercanas.
La primera muestra de ese nuevo camino es otro flamante álbum, Where You Wish You Were, compartido en este caso entre el laúd de League y el piano de Bill Laurance, otro de los talentosos integrantes de Snarky Puppy, y grabado en el estudio que League posee en las afueras de Barcelona. Lo presentaron entre el lunes y el miércoles en el porteño Café Berlín (tres espléndidos conciertos que tuvieron además como invitados al armoniquista Franco Luciani y al flautista Juan Pablo Di Leone) y siguen por Neuquén y Córdoba antes de la reaparición de Snarky Puppy en el Luna Park, a partir de las 20 de este domingo.
“Con Bill no sé muy bien lo que hacemos, no podría definirlo –dice League a LA NACION en perfecto castellano en el hotel de Villa Urquiza que sirve de base para su estada en la Argentina-. Mezclamos muchísimas cosas. Yo mismo toco el laúd de forma distinta a lo que hacen los demás, porque no forma parte de mi cultura. Respeto muchísimo la tradición, pero no intento sumarme a ella. Yo uso el laúd como si estuviese tocando blues. Quizás esté explorando de esta manera otra forma de tocar el bajo, que es mi instrumento natural”.
-¿Adónde querrías llegar con esta búsqueda?
-Tengo 39 años y podría estar 40 más tratando de acercarme a los laudistas increíbles que forman parte de la tradición, pero sé que es algo que nunca lograré. Lo que sí puedo es desarrollar mi propia manera de tocar. Así lo hacemos con Bill. Los dos tratamos de salir de las zonas de confort más típicas de nuestros instrumentos y construir algo distinto.
-Where You Wish You Were es un buen ejemplo del juego constante de ida y vuelta entre los proyectos personales de los integrantes de Snarky Puppy y el camino colectivo que ustedes hacen como grupo.
-Cada uno de los miembros de Snarky Puppy tiene sus propios proyectos. No somos como un ejército, no estoy buscando clones o alguien que haga solamente lo que a mí se me ocurre. Es una gran ventaja contar con músicos que van por todas partes haciendo cosas diferentes hasta que vuelven a unirse. Cada uno trae todo lo de afuera y lo aplica a la experiencia colectiva del grupo. La libertad, la habilidad y el deseo de explorar sin límites.
-Ahora vuelven a Buenos Aires con un álbum nuevo, muy elogiado y premiado con el Grammy.
-La idea de Empire Central es volver a nuestras raíces como banda y rendir un gran homenaje a la tradición de la música de Texas que nos ha guiado durante más de un siglo a través de tantos músicos increíbles: Charlie Christian, Blind Melon Jefferson, Janis Joplin, Roy Orbison, Robert Glasper, Jason Moran, Sly Stone, Don Henley, Dewey y Joshua Redman, con quien acabo de cruzarme aquí en Buenos Aires. Y por supuesto Bernard Wright, que compartió la grabación de Empire Central con nosotros antes de dejarnos. Queríamos volver atrás para movernos al mismo tiempo hacia adelante.
-Empire Central es otra muestra de que es imposible identificar a Snarky Puppy con algún estilo o formato musical específico.
-Hemos salido hace tiempo por suerte de esa caja rígida que es el mundo del jazz. Snarky Puppy siempre tuvo otra actitud, la de comunicar algo más sencillo al público. Es cierto que a veces nuestra música es un poco compleja, pero siempre entendible. Esa complejidad no deja el sentimiento a la sombra. Somos una banda de pop instrumental sin cantante. Trovadores, de alguna forma.
-Se dijo alguna vez de ustedes que hacen la música que escucharemos en el futuro.
-No diría tanto. Nadie sabe lo que pasará de aquí en adelante. La música instrumental basada en la tradición de jazz está moviéndose hacia una dirección muy interesante. Por primera vez en 40 años escapa de las modas. Hoy tiene una perspectiva mucho más amplia, abierta. Y me da la esperanza de que podamos vivir de nuevo una época como la de los 70 o incluso los 80, cuando escuchábamos en el Top Ten las mejores canciones del mundo, profundas y hechas por artistas íntegros.
-¿Ustedes se sienten parte central de ese cambio?
-Estamos participando de un cambio grande que será increíble. Siempre hubo grupos sin género ni estilo concreto. Nosotros somos una de las muchas bandas que hacen eso. Lo bueno es que cada día lo estamos viendo más. Hoy los músicos se sienten menos presionados a poner todo el tiempo una etiqueta a lo que hacen.
-En 2017 ustedes tocaron en el Teatro Colón cerrando la temporada de un ciclo cultural organizado por LA NACION. Ahora van a presentarse en un lugar bien distinto, el Luna Park.
-La banda siempre se adapta a la sala. El Colón es un lugar precioso, pero nos resultó muy difícil manejar como banda el tema de la amplificación. Aunque no pudimos tocar de la manera habitual, recuerdo aquel show como muy bueno. Ahora nos toca presentarnos en un estadio. Queremos disfrutar las ventajas de tocar en un sitio así para un público tan atento como el argentino. Vamos a hacer un concierto muy dinámico, pero también invitaremos a la gente a movernos en algún momento hacia un lugar más íntimo.
-El plantel completo de Snarky Puppy suma 20 músicos. ¿Van a estar todos en el Luna Park este domingo?
-No. Seremos 9 o 10. Así solemos armar las giras porque, como te decía, algunos tienen sus proyectos individuales y no pueden estar todo el tiempo tocando con la banda. Uno de los que va a faltar por esa razón es Marcelo Woloski, nuestro percusionista argentino.
-¿Además de la presentación del álbum nuevo será un concierto de grandes hits?
-Tocaremos uno o dos temas antiguos, pero lo que más nos gusta es estrenar la música nueva. Si vienes solo a tocar tus hits, la experiencia nunca va a cambiar. ¿Qué sentido tendría ver a tu banda favorita seis o siete veces tocando lo mismo? Seguramente están los que quieren o piden eso, pero no es nuestro caso. Nuestro público es muy curioso y nos da una libertad bárbara. Confía en nosotros y quiere sorprenderse todo el tiempo.
-Snarky Puppy ya lleva casi 20 años de actividad como banda. ¿Cómo imaginás el futuro?
-Yo veo 20 años más, sin dudas. Y más allá también. Esta es una banda que no se puede morir. Hay demasiada actitud de explorar, demasiada curiosidad. Tenemos ideas hasta el año 3000. Tal vez el cuerpo no aguante, pero las ideas estarán siempre allí, vivas.
-¿Y tus proyectos personales por dónde van?
-Uf, hay mucho. Seguiremos haciendo cosas con Bill. Estoy preparando un álbum solista. Mi otra banda, Bokanté, lanza un nuevo disco dentro de un mes. Tengo un trío junto a Antonio Sánchez, el baterista de Pat Metheny, y Pedrito Martínez. Vamos a grabar un álbum y pensamos lanzarlo el año que viene. Estoy tocando también con otro trío que integran Jorge Glem, el gran ejecutante del cuatro venezolano, y Gregoire Maret, un genio de la armónica. Y otro más cercano al flamenco con el flautista Jorge Pardo y el guitarrista andaluz Dani Casares.
-¿Por todo eso te mudaste a Barcelona?
-No fue solo por razones musicales. Influyeron sobre todo cuestiones de la vida. Quería instalarme en un lugar tranquilo con buena comida y sobre todo con buena gente. Estar cerca de un aeropuerto y sobre todo de mis profesores, que viven en Turquía y en Marruecos. Buscaba un cambio después de pasar los últimos 11 años en Brooklyn.
-¿Qué música escuchás en estos días?
-Mucha música turca, moderna y tradicional. Flamenco, siempre. Y esta semana muchísima música argentina: Mercedes Sosa, Raly Barrionuevo. Todo depende del día y también de mi humor. Ayer me la pasé escuchando a Don Henley.
-Por último, ¿qué le dirías al público que espera volver a ver en vivo a Snarky Puppy en la Argentina?
-Que vamos a llevarlos hacia un sitio en el que pueda verse la historia entera de nuestra banda, el resumen de una vida de 20 años tocando al mismo tiempo música nueva. Las canciones de Empire Central representan este viaje, nuestro respeto por Dallas y por Texas, y por el sonido de la tradición musical negra estadounidense más grande de todas. Representamos esta gran tradición y a lo mejor sin saberlo también estamos participando de ella. Nosotros, los músicos, no somos solamente contadores de historia. También de alguna forma somos historiadores.
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