Volvió Fiona Apple: cómo es su nuevo disco
"He esperado tantos años / Cada huella que dejé en el camino / Me ha traído hasta aquí". Fiona Apple está de regreso después de ocho años de ausencia. Y los versos elegidos para abrir Fetch The Bolt Cutters, su nuevo disco de estudio, se plantan como una declaración de principios que no hacen nada por ocultar las tribulaciones de quien supo posicionarse como una de las exponentes más originales y singulares del llamado pop barroco de fines del sigo XX y principios del XXI. Todo lo contrario.
A lo largo de de trece canciones, Fiona Apple hace de Fetch The Bolt Cutters -a partir de hoy disponible en todas las plataformas de streaming- una tesis de cómo edificar(se) a partir de las heridas. Víctima de violación a los 12 años, pozos depresivos varios, desórdenes alimenticios, una causa penal por posesión de hashís, una gira sudamericana cancelada en 2012 para quedarse en casa cuidando a su perra enferma, todas circunstancias que atravesó y procesó a su manera y hoy se traducen en un disco que le escapa a los sentimentalismos y la autocondescendencia. Fiona Apple MacAfee-Maggart, de 42 años, canta sus cicatrices, no las llora. Su voz se aleja de la fragilidad y las canciones sobresalen por su vivacidad rítmica, sean apuntaladas desde su piano o desde los juegos de percusiones.
De la canción de piano ("I Want You To Love Me") al pop de cámara ("Newspaper"); de los ritmos tribales ("Relay" y "Rack of This") al vals ("Ladies") y del blues ("Cosmonauts") a los coqueteos con el villancico ("For Her"). Todo con las armonías vocales y las melodías de simpleza pop como hilo conductor: Fetch The Bolt Cutters genera proximidad y calidez incluso cuando expande sus límites a cada paso. Para lograrlo, es la voz de Fiona Apple la que, segura pero nunca desde el púlpito, suena terrenal, casi prosaica. En la ausencia de gestos floridos y sentimentalismos, la cantante ofrece su visión del mundo más en forma de charla ocasional que de diario íntimo. No hay que hurgar en su introspección porque ella expone sus ideas al son de las percusiones.
"Ella estaba debajo del piano cuando escribí mis canciones, ladraba en cualquier momento que intentara grabar algo", escribió Fiona Apple en 2012 sobre su perra Janet, una pitbull que rescató de la escena de peleas ilegales de perros. Por eso los ladridos que se cuelan en el tema que da nombre al disco se cargan de significado. Janet fue, en palabras de Fiona, "la relación más consistente de su vida adulta". Pero la canción en lugar de sonar como un lamento se hamaca entre el spoken word dylaniano y la modernidad indie. "Tuve la sensación de no ser real" recita y concluye: "Hasta que me di cuenta de que todavía estoy acá".
Ahí, desde la constatación de estar acá, Fiona Apple se planta y canta. Como si esos ocho años de reclusión e introspección no hubieran hecho más que darle la seguridad para hablar de todo lo que quisiera y sintiera. Por eso no hay tonos confesionales, sino frases e imágenes soltadas al mundo apoyadas en una música que teje texturas rítmicas y voces que se funden en primeros y segundos planos. "Todavía me traslado sólo a pie / Y a pie se escala más lento", cantaba en "Extraordinary", una canción de 2005. Quince años después, esa caminata se sostiene y los resultados están a la vista. Mientras otros artistas se solidifican en la prolificidad, ella lo hace a partir de un proceso creativo que no se mueve a velocidad de red social.
En 1997, la cantante nacida en Nueva York ganaba las primeras planas después de decir en los MTV Awards que "El mundo es una mierda". Casi con actitud de niña alterna, como bien lo exigían los años post grunge, se regalaba a una exposición que nunca quiso ni supo manejar. Desde entonces, en su universo pasaron muchos años y pocos discos, muchas dudas y pocas certezas. Así, cada disco que lanza es un evento en sí mismo, porque jamás perdió la capacidad de decir cosas, de construir su obra con el cuidado de quien no está dispuesta a soltar sus canciones porque sí. Editar 5 discos en 24 años es producir una frecuencia que oscila a contramano del mundo pop. Es ir en contra del manual de estilo de la industria. Y allí está Fiona Apple, confirmando en Fetch The Bolt Cutters su estatus de estrella pop esquiva, intermitente y misteriosa.
Para cerrar el disco, repite casi como un mantra sobre percusiones y disonancias: "Y entonces sigo, no hacia adelante ni hacia afuera / Hasta ahora era un día detrás de otro / Hasta ahora estaba apurada por demostrar / Pero ahora solo me muevo para conmover". A diferencia de sus pares, Fiona Apple se recluye, permanece en las sombras de un mundo inundado por los flashes. Escribe, compone y canta con la seguridad de quien maneja tiempos y espacios. De quien hace de su arte no un lugar donde mostrar sus penas sino donde reconstruirse a partir de ellas.
Fiona Apple no se mueve. Eppur si muove.
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