A los 96 años, el músico santiagueño Vitillo Ábalos todavía sigue actuando, bailando y tocando . El 30 de abril, día de su cumpleaños, lo celebró estrenando la película Ábalos, una historia de cinco hermanos , que lo tiene como protagonista y que ganó el 21er. Festival internacional de Punta del Este. Esa fue la culminación de un proyecto de ocho años de trabajo, impulsado por su sobrinos nietos, el guitarrista Juan Gigena Ábalos (integrante de Ciro y Los Persas) y Josefina Zavalía Ábalos, los realizadores del documental. La película, cuya última función es el próximo sábado, a las 18 en el MALBA (Av. Figueroa Alcorta 3415), retrata la vida cotidiana de ese hombre aparentemente común que vive en el Barrio de Congreso, va a comprar al chino, juega a la quiniela y se corta el pelo, pero que es una de las leyendas vivas de la música argentina.
Junto a sus hermanos Machingo, Adolfo, Roberto y Machaco revolucionó la manera de difundir la música nativa, a través de sus danzas, su repertorio y los discos Nuestras danzas Vol 1 y Vol 2. (1952). "Tuvieron La brillante idea de editar sus discos de manera instrumental. En estas grabaciones Machingo, el mayor de los cinco, indica con su voz las vueltas y formas de nuestras danzas, así los bailarines pueden aprenderlas y aplicarlas. Es muy común que en mis giras con Ciro y los Persas se me acerque alguien diciendo: «¡¡Yo aprendí a bailar con los Ábalos!!»", reconoce Juan Gigena Ábalos, nieto de Machingo y guitarrista de la banda de Ciro.
En esos discos legendarios aparecen creaciones que atravesaron varias décadas y perduran hasta hoy, como "Chacarera del rancho", "Nostalgias santiagueñas", "Agitando pañuelos" y "Carnavalito quebradeño". Desde 1937 y hasta 1997, Los Hermanos Ábalos influyeron decisivamente en la música popular con su modernismo tradicional y esa formación de piano, guitarra, bombo y zapateo que le dio un sonido distintivo. "En aquella época había más pianos que bandoneones en Santiago del Estero", recuerda Vitillo.
Los Hermanos Ábalos fueron pioneros en traducir al pentagrama recopilaciones anónimas del folclore y su proyección fue tan grande que llegaron donde no llegaron otros grupos. "Fueron independientes, sin tener la huella de otros artistas de cómo hacer las cosas. Todo estaba por hacerse. Las primeras giras de Los hermanos Ábalos las organizaban por carta", recuerda el sobrino nieto de Vitillo. "Hay cartas de ellos con Atahualpa Yupanqui organizando su gira por Japón -agrega-. En esa época era como ir a Marte", apunta Juan, sobrino de Vitillo.
El anecdotario es tan vasto que se precisaría de varios volúmenes dedicados a su historia. Sólo Vitillo puede contabilizar la oportunidad de haber cantado para dos papas, participar de un video clip junto a Roger Waters (Pink Floyd), de un programa televisivo en Japón junto a Los Beatles y Arthur Rubinstein, en 1966; o zapar con el gran trompetista Louis Armstrong en un café de Manhattan durante la gira del grupo, en 1951. "A dos cuadras del hotel había un barcito. Tomábamos café con leche con tostadas. Había un piano vertical y Machaco se puso a tocar. Yo lo acompañaba con mi bombito. En otra mesa había tres muchachos de raza negra y uno saca una trompeta y empieza a tocar a su manera. Era Louis Armstrong. Lástima que no había celulares para sacarnos una foto".
El documental, dirigido por Josefina Ábalos (nieta de Roberto) y Pablo Noé, que tiene a Vitillo como protagonista principal, rescata la historia olvidada de este quinteto de avanzada en la música y la danza folclórica argentina. "Fueron pioneros y vanguardistas. Hay una tapa de un disco de ellos que se llama Como salidos de la Salamanca, que podría ser la tapa psicodélica de cualquier disco rockero de hoy. El primer tema de ese disco son ellos cinco pegándole con las manos al mueble del piano hasta que logran un mantra percusivo sonoro en ritmo de chacarera", apunta Juan, parte del linaje actual de esta familia de músicos que componen el documental.
Sigo haciendo planes para seguir difundiendo el arte popular argentino y poner leños para que no se apague nunca ese fogón
El nieto de Machingo, guitarrista de Ciro y Los Persas, sentía que el legado de Los Hermanos Ábalos se estaba perdiendo y empieza un derrotero junto a su tío-abuelo Vitillo para volver a grabar esos ritmos y danzas del folclore argentino en el álbum Disco de Oro 1940, donde participaron el blusero Jimmy Rip, Raly Barrionuevo, La Bomba de Tiempo, Liliana Herrero, Juanjo Dominguez y Jaime Torres, entre otros. "Una de las grandes intenciones de este proyecto fue llamar la atención del público que no es folclórico. Los que escuchan folclore saben quiénes fueron los Ábalos. En cambio, el público más joven no tiene herramientas para enlazar con su música. Es difícil linkear con el folclore si naceé en Capital, escuchás Guns 'N Roses y tus viejos o abuelos no te acercan esta música. De chico, mi abuelo me transmitió todo esto pero no necesariamente me hace folclorista, simplemente puedo disfrutar y emocionarme con esta música. Vitillo siempre dice: «no se ama lo que no se conoce»".
Vitillo, el bombisto, bailarín y cantante del grupo, es el último sobreviviente del conjunto. "Es algo así como el último de los Caciques. ¡El último de esa vieja escuela! ¡El último de los legendarios bombistos!", exclama su sobrino nieto Juan Gigena Ábalos, que funciona en este proyecto como el puente de enlace entre la vieja escuela y la escena actual. En un festival o en una peña la personalidad artística de Vitillo reluce. Es la síntesis de la sabiduría popular santiagueña, que se traduce en su manera de tocar el bombo o en su forma de bailar que viene de antaño. A los 12, Vitillo descubrió los secretos del arte popular nativo en la compañía del investigador Andrés Chazarreta, un prócer de la difusión y recopilación de cantos y danzas nativas, que en la década del veinte sorprendió con su espectáculo criollo a la intelectualidad porteña. Con 96 años y tras la muerte de sus hermanos, Vitillo lleva esa antorcha sagrada. Es el guardián de un tesoro y una tradición musical, que parece haber vencido las leyes del tiempo. "Sigo haciendo planes para seguir difundiendo el arte popular argentino y poner leños para que no se apague nunca ese fogón".
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