El histórico bajista acaba de rescatar sus tres discos como solista y repasa su trayectoria; sus comienzos con Alta Tensión y La Joven Guardia, el “reviente” de La Pesada, el apogeo de Riff y el recuerdo amargo de la última encarnación, con Luciano Napolitano
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Con una dosis de Sputnik V ya inoculada y los efectos del síndrome de abstinencia para alguien que ha vivido prácticamente toda su vida sobre el escenario, Vitico (72) dice que está tan bien como se puede estarlo en este contexto. Asoma en la porción de zoom que le toca, una pared de su chalet en Villa Adelina donde se ve colgado el icónico logo de Riff, la banda que formó con Pappo hacia 1980 y que permanece como la mejor traducción del anglicismo rock and roll a la lengua argentina. Sin embargo, está aquí (en el ciberespacio) para hablar de un episodio perdido de su bio: los tres discos solistas que editó entre 1984 y 1994, década en la que Riff se dobló pero nunca terminó de romperse. Sin ningún otro hilo conductor que un destino errático, el bajista los califica como “los ocultos”, aunque no haya ningún guiño gótico en esto.
Reeditados en CD y en streaming, Ha llegado la hora (1984), Vitiken: Entertainment (1988) y No sé si voy a volver (1994) son discos descuidados que merecían una relectura. Del mismo modo que semanas atrás, Del mismo modo que semanas atrás, la cantante Alejandra Aldao subió a You Tube un simple del grupo beat Alta Tensión (del que Vitico era bajista) con un asombroso cover de “Whole lotta love”, de Led Zeppelin, de 1970, tiembla la rígida historia oficial del rock argentino, hay aquí una joya inadvertida como “Ya no soy el mismo”, donde el ex Riff consigue un registro inesperado que vale por toda esta reedición.
-¿Cómo fue grabar sin Riff en ese momento?
-Tuve que hacerlo y pude: suena bien. Yo toco todas las guitarras rítmicas y los solos son de Botafogo y el joven Boff, más una batería electrónica programada por Luis Cerávolo. Tanto Michel como Pappo usaron discos que iban a ser de Riff para hacer sus cosas cuando se desbandó todo por la llegada del hermanito (se refiere a Danny Peyronel, hermano menor de Michel). A partir de ahí, cuando llegaba el momento que no nos aguantábamos más, dejábamos de tocar y cuando después de un par de años nos olvidábamos de por qué no nos habíamos aguantado más, nos juntábamos de nuevo. En esos momentos hice estos discos.
-Es curioso que en ninguno de estos tres discos esté Pappo de invitado. ¿Por qué?
-Pappo vino de visita al estudio de Music Hall cuando estaba grabando el primero y (el técnico) Jorge Da Silva no sabía dónde meterse porque en ese momento estaba sumando un solo Boff. Y de pronto se escucha la voz (Vitico imita a Pappo: impagable) diciendo: “Bueno, como estuve media hora acá y no me invitaste a tocar me voy”. Le dije que lo iba a llamar pero quedó ahí. Hubiera estado bien que viniera pero no me gustó que quisiera hacerlo de prepo. Por eso no lo llamé.
-¿Este material de lo que vos llamás “Los ocultos” ya lo traías compuesto o lo hiciste para salir como solista?
-Temas como “Ha llegado la hora” son la descripción de lo que me estaba pasando en ese momento y habla sobre Riff. Dice: “Los que quieran salir muy seguido en esas revistas que se hagan amigos de los periodistas” y es sobre la forma en que terminó el grupo entonces. Creo que es un muy buen álbum. Hay temas como “Ser una roca y no poder rodar” que están a la altura de las canciones que escribí para Riff. El segundo es distinto, tiene una onda Van Halen y no sé si es lo que mejor me representa.
-Tiene una tapa muy kitsch que podría calificarse de “machirula”.
-¿Decís que me la prohibirían?
-No sé si tanto pero parece fuera de época, ¿no? Pappo decía sobre sus tapas que sólo tenía mujeres y autos en la cabeza. ¿Vos sos igual? Porque en tus ocultos hay una reiteración de carrocerías y siluetas de cabaret.
-Sí, es cierto. Es que el rock & roll, las chicas y los autos van unidos desde los comienzos.
-¿El rock que hacía Riff podría verse hoy como machista?
-¡No! Era otra época, solo eso. No creo que la música de Riff fuera machista para nada. Para grabar el disco en vivo en Palladium, Pappo invitó a Celeste Carballo para que hiciera coros. En un momento el público se puso imposible. Era todo: “puta, puta”. Y yo paré la banda y tomé el micrófono para decir: “Oigan, acá todos tienen una madre, una novia o una hermana, así que la cortan o se termina el show”. Y se quedaron todos callados. Esa es la mejor respuesta que puedo dar hoy sobre el tema.
-Al mismo tiempo que hacías gala de esa iconografía de motores y walkirias de la noche mantuviste una pareja durante muchos años con la que armaste una familia. ¿Era sólo una estética entonces?
-Sí y no. Tuve un auto Impala quince años y para la familia está claro que no fui el mejor padre pero tampoco el peor... Con Pappo jodíamos mucho, mucho, pero yo tenía mis límites. La vida del rock y la de la familia fueron incompatibles al final.
-De todo este material oculto, como lo llamás vos, hay una joya inadvertida que es “Ya no soy el mismo”, una canción grabada en Londres. ¿Es una cita a tu experiencia con The Who cuando participaste en una zapada durante las sesiones de Quadrophenia?
-Esa canción la hice con el mismo ingeniero que trabajaba con Pete Townshend y con un tecladista llamado James Hallawell con el que estuvimos tres días yendo del pub a su casa y de su casa al pub y él fue dándole forma a mis ideas. La verdad es que está dedicada a Pappo. Cuando volví de Londres y él la escuchó con auriculares le pareció buenísima pero se dio cuenta de qué iba y puso esa cara suya…Pero si escuchás entrelíneas habla de lo que pasó cuando él la pegó con “Mi Vieja”.
-¿Le estabas pasando factura de que desarmó Riff para tener una carrera solista?
-Es que Pappo tenía una cuestión de celos con Riff porque nosotros convocábamos mucha más gente que Pappo’s Blues. Y resultaba ser que cada vez que estábamos por cerrar una gira grande por todo el país a él se le ocurría rearmar Pappo’s Blues. Una suerte de autoboicot o panic button.
-Más allá de Pappo esa canción es una rareza absoluta en tu estilo. ¿Cómo llegaste a eso?
-Creo que me influyó estar en ese momento en Londres. A mí siempre me había gustado “Baba O’Riley” (The Who, 1971), donde se usa el sintetizador de una manera muy especial. Para mi fue una presión total cantar allá con un ingeniero inglés pero creo que fue la vez que mejor canté en mi vida. Entonces volví de Inglaterra con una cinta de veinticuatro canales que no la dejé pasar por la máquina de rayos X y así fui a (los estudios) Ion y en dos tomas quedó la batería puesta. Extraordinario. Y para mí es lo mejor que hice. Porque se sale de lo que se espera de mí. Y no sé si voy a volver... Creo que es el mejor de los tres discos.
-Estos discos son un intento abandonado por ser solista entre Riff y Viticus. ¿Necesitás estar en un grupo?
-Yo me divierto mucho más en un grupo. Cuando sos solista los músicos terminan odiándote. En Viticus nunca cobré un peso de más de lo que cobraban los chicos. Mi único privilegio en 17 años de carrera fue tener el asiento de atrás para estirarme en los viajes. Nada más.
-Viviste épocas intensas en Londres, a principios de los 70 y en Buenos Aires en los 80 ¿Dónde corriste más peligro?
-En Inglaterra tuve un pequeño romance con la heroína pero nunca inyectándome. Y me sentía bárbaro. Pero pude tener la lucidez de razonar y darme cuenta que si tenía que tomar esa droga para poder adaptarme al ambiente, lo mejor que podía hacer era regresar y aplicar acá todo lo que había aprendido en Londres. Y así se hizo Riff y el resto es historia.
-Vos formaste parte antes de dos bandas ninguneadas por el canon del rock: Alta Tensión y La Joven Guardia. ¡Pero Alta Tensión grabó un cover muy pesado de “Whole Lotta Love”, de Led Zeppelin, en 1970! Es como que hay que revisar esos prejuicios...
-Grabamos Zeppelin y una versión del “Rock de la cárcel” del Jeff Beck Group porque yo andaba mucho por las boites y los disc jockeys me regalaban discos que no usaban. Y yo les propuse hacer esas versiones. Con La Joven Guardia hacíamos temas de Free, que acá no había escuchado nadie. Pero se creó una grieta entre la música progresiva y la comercial que era ridícula. A mi por tocar en La Joven Guardia después de haber estado en La Pesada me sacaron en la página negra de la revista Pelo. Fue una equivocación enorme. Los grupos que ellos llamaban “comerciales” muchas veces sonaban mejor que los otros.
-¿Qué te pasó en La Pesada?
-Nada bueno. Era puro reviente. ¿Cuántas veces tocaron? ¿Diez? El famoso show del Luna Park fue nefasto para la escena del rock.
-Pero vos podías moverte entre los dos mundos: de Alta Tensión a Pappo y La Pesada...
-Sí, podía hacerlo sin problemas. Pero, sobre todo, en Londres, viendo tantas bandas, aprendí lo que era montar un show de rock. Y eso fue Riff. Y si hubieron desmanes fue porque la gente no estaba acostumbrada a recibir semejante energía desde el escenario.
-¿Cómo recordás a Willy Crook, que tuvo un paso fugaz por Riff?
-Es una pérdida enorme. Willy era un fenómeno, tocaba bien. Y era joven. Eso es lo más triste.
-Armaste a Riff sin Pappo y lo reemplazaste por su hijo Luciano. ¿Qué pensás de lo que hizo? (Se encuentra detenido con prisión preventiva, acusado de haber golpeado, ahorcado, encerrado y amenazado de muerte a su novia)
-Me cayó muy mal. Hay cosas que no se hacen. Lo lamento muchísimo y me parece espeluznante todo lo que le pasó a esa chica.
-¿Habías perdido contacto después de ese regreso de Riff en el que lo sumaste?
-Lo tengo bloqueado en el teléfono desde hace un año y medio. Yo hice Riff con él para tratar de salvar al hijo de un gran amigo. Esta visto que no funcionó.
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